Published agosto 27, 2023 by

Una habitación propia


«... si la mujer no hubiera existido más que en las obras escritas por los hombres, se la imaginaría uno como una persona importantísima; polifacética: heroica y mezquina, espléndida y sórdida, infinitamente hermosa y horrible a más no poder, tan grande como el hombre, más según algunos. Pero esta es la mujer de la literatura. En la realidad, como señala el profesor Trevelyan, la encerraban bajo llave, le pegaban y la zarandeaban por la habitación. De todo esto emerge un ser muy extraño, mixto. En el terreno de la imaginación, tiene la mayor importancia; en la práctica, es totalmente insignificante».
Esta es una cita extraída de un texto de referencia para el feminismo: Una habitación propia, de Virginia Woolf. Por lo que a mí respecta, me da que más de uno que presume de cultura ni siquiera lo ha ojeado, ni ese ni nada más interesante que que no sean los panfletos condenados por la justicia de Alfonso Ussía; visto lo visto, hay mucha más gente de la que creía que necesita leer urgentemente este y otros textos de referencia feminista, dadas las circunstancias, al menos para parecer siquiera que le interesa la literatura.

Los conservadores son esos dinosaurios que no quieren que nada de lo establecido y que les beneficia cambie y, si por ellos fuese, seguiríamos bajo régimen feudal (ese baluarte apócrifo al que estamos sometidos todavía los españoles en pleno siglo XXI). El conservador quiere que todo se conserve tal y como era o ha sido siempre, tiene miedo que el cambio altere su estatus de privilegio y no lo puede consentir: el hombre a la taberna, la mujer a la cocina y a fregar; persignarse y rezar un rosario diario; hacer las cosas como Dios manda y el fútbol o los toros los domingos... Ah, y que no falten las visitas al puticlub de cuando en cuando. El máximo logro que han obtenido los conservadores es convencer al puñado de muertos de hambre que creen ser parte de un estatus ideológico cuando no llegan ni a rascar el polvo de los zapatos de esa minoría elitista (lo que algunos califican vulgarmente creerse caca y no llegar a pedo). Lo que les ocurre en realidad a ese reducto social (y me refiero a los que de verdad los representan, los que ganan muchos cientos de miles de euros al año y tienen casa donde veranear y donde esquiar) es que no aceptan de ningún modo que la sociedad cambie, el movimiento, porque la catapulta de la conciencia siempre va hacia adelante cuando se activa, y seguirá cambiando el progreso debido a que las sociedades, de manera natural, no son inamovibles; con esta mentalidad aún estaríamos viviendo en las cavernas de Platón...

Y la historia está llena de pequeños ejemplos, de cosas pequeñas, que apenas significan nada pero lo cambian todo de manera espontánea. Y se da la circunstancia que nunca, nunca, los pequeños movimientos o detalles sociales han tenido origen en el lobby conservador. Virginia Wolf lo dejó patente en su ensayo, y podría resumirse en un pequeño pasaje: «Démosle una habitación propia y quinientas libras al año, dejémosle decir lo que quiera y omitir la mitad de lo que ahora pone en su libro y el día menos pensado escribirá un libro mejor». Así se ha comentado la liberación y el empoderamiento de la mujer en estas últimas décadas, solo hacía falta darle las herramientas necesarias para que pudieran dar de sí todo cuanto son, y dar rienda suelta a su creatividad e intelecto, a pesar de que ese patriarcado rancio conservador intenta ahogarlas y encerrarlas en su propia habitación, especialmente las de su mismo género.

¿Y todo esto a cuento de qué? 

Todo esto que me ha servido de báculo reflexivo viene a cuento por la insistencia mediática de parte de la prensa pagada por los intereses patriarcales conservadores, de sus acólitos lobotomizados, y sobre todo de sus mamporreros muertos de hambre que intentan hacer mella en el género femenino, que minimizan un asunto capital al exponente negativo de lo que es un «piquito inocente y sin importancia. Cuánto se ha maximizado algo tan nimio que hemos hecho todos en algún momento». Con este argumento hasta se busca culpabilizarlas en relación al affaire Rubiales: han sido ellas quienes lo han provocado. Y esto me ha recordado otros muchos gestos a lo largo de la historia que supusieron un antes y un después.

Los menos avezados, y por ende más bocazas, ni sabrán de qué hablo al mencionar a Rosa Parks. El autobús en el que decidió tomar un asiento reservado para blancos se convirtió en poco tiempo en un símbolo de los derechos civiles, el espíritu reivindicativo del que se benefician directa o indirectamente muchisísimos de los que ahora se les llena la boca de improperios para criticar a Jeni Hermoso o trivializar un «beso no consentido», en el mejor de los casos, que es solo un «piquito». Aquel asiento también fue solo un asiento. Los de su propia raza recriminaban a Rosa haber ocupado «un sitio de los blancos», y que «nos vas a buscar a todos una ruina con tu insolencia y provocación». Acabó detenida, y ahí comenzó todo, sacudió los cimientos de las conciencias de la época para reclamar unos derechos que aún hoy se les niega a plenitud... «La libertad no es gratis», dijo. En efecto, ocupar esa habitación sin vistas para escribir su propia historia tiene un peaje muy caro en un sistema gobernado por hombres y estructurado por el lobby conservador de quienes tienen miedo de que los cambios les arrebate el poder. De ahí que pongan todo su empeño y denuedo en minimizarlas hasta llevarlas al negacionismo social e intelectual, y sobre todo contando con el apoyo inestimable de los muertos de hambre que creen o aspiran a ser lo que nunca serán, o, a lo sumo, el polvo de sus zapatos. 

No es solo un asiento (segregado), ni es solo un «piquito» (no consentido), o un piropo (grosero)... Esto va de derechos y libertades, no de rojos que están contaminando el planeta imponiéndonos sus ideas o que los de derechas pretendan quitarle hierro al asunto y acusen a aquellos de supremacistas intelectuales (me temo que esto último se da con más frecuencia como argumento y desgraciadamente se ajusta más a la realidad). De lo que se trata es de desterrar la idea de que una nimiedad como un «piquito (no consentido) sin importancia va a destruir la carrera de una persona. ¿Quién no ha dado un «piquito» a alguien?» Yo: yo no le he dado un piquito a nadie SIN SU CONSENTIMIENTO. Y como yo cientos de miles, millones de personas. Reducir la falta de respeto al prójimo, la violación de su consentimiento, a la trivialidad de «solo es un piquito» es de un analfabetismo intelectual y moral de tal calibre que hasta Rosa Parks sería capaz de dejar su asiento libre con tal de que tomaran conciencia calzando sus zapatos... o los de tantas mujeres vejadas por el posicionamiento y autoridad masculina que les otorga una posición privilegiada o prominente y aprovecharon su posición para abusar de ellas, para vejarlas, para silenciarlas...

Lo mollar del asunto es que el feminismo nos ha zarandeado a todos en estos últimos años, y muy especialmente en estos días convulsos, por un beso no consentido. Hacía falta que viésemos dónde radica la gasolina del patriarcado más rancio y conservador. El «piquito» sin importancia va a suponer un antes y un después, y más aún viendo la repercusión mediática y el apoyo que ha tenido en todo el mundo sin paliativo alguno. Un gesto que empezó de una manera singular y sin aparente importancia, como ocupar un asiento reservado para blancos, como abarcar el espacio de una habitación propia donde ejercer el feminismo con libertad.

Hasta la semana pasada, la mujer protagonista en la literatura masculina es la que ganaba mundiales y su heroicidad quedaba fuera de toda duda. Pero en la vida real los logros quedan supeditados SIEMPRE al ninguneo de los que MINIMIZAN cualquier victoria que sea capaz de conseguir la Mujer, ese asiento en el autobús que hasta las mismas mujeres recriminan que otra de su género utilice porque (todavía hoy) creen que pertenece a ellos. Es un «piquito» sin importancia... que va a ocupar otra habitación más en este edificio que habitamos y que gobiernan (todavía) ellos. En el terreno de la literatura ellas tienen la mayor importancia, en la práctica ya vemos que todavía hay mucho por qué luchar. 







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Published agosto 24, 2023 by

Somos campeonas del mundo

Antes o después de lanzarse a leer esta propuesta, le recomendaría ver la pelicula Quiero ser como Beckham (Gurinder Chadha, 2002). Si hay algo que nos enseña esta cinta es la dificultad y los muros que han tenido que derribar, y aun hoy siguen derribando, las mujeres en el deporte que se presupone masculino. Para mí, además, el fútbol siempre ha tenido un sentido filosófico e intelectual: es una metáfora de la propia vida, dijo Jean Paul Sartre. Lo ha matizado y reflexionado muchos sabios, a pesar de que lo han convertido en un holding orientado a hacer caja, showbiz (como todo lo que genera dinero). Aun así, mueve sentimientos arraigados en lo más profundo que carecen de fundamentos racionales, solo el que comprende las reglas del juego puede entenderlo. Como la vida...

Sepamos de fútbol o no, hay que congratularse por la victoria de la selección española de fútbol femenino en el mundial. Ya tienen, como los masculinos, una estrella en el pecho. En cambio, han salido a flote algunos detalles a considerar. Sobre todo por el carácter integrador que un logro de este calibre tiene de repercusión en la sociedad, mal que les pese a algunos que les gustaría que quedasen para criar niños y fregar y, por otro lado, una cascada de desencuentros, prejuicios y actitudes añejas han caído como un velo para dejarnos ver el verdadero rostro de las cosas que nos quedan por afrontar. Y seré breve porque no merece la pena más que comentarlo de pasada y seguir disfrutando del mundial, sobre todo de las barreras que a buen seguro han logrado derribar las chicas y las puertas que han abierto de par en par.

En primer lugar, reseñar lo que significa que estas mujeres hayan ganado el torneo: ellos lo hicieron con todo a favor, con una cobertura mediática total, con dinero para pagarles mil homenajes hasta el infinito y más allá, y han necesitado más de un centenar de años con todas estas ventajas hasta lograrlo; ellas lo han hecho con apenas una cobertura mediática mínima o secundaria, sin apenas viruta, y han necesitado poco más de un par de décadas, incluyendo una huelga porque sus sueldos no estaban ni siquiera equiparados al de sus compañeras de otros países, no digamos ya al de los compañeros de aquí (que aún no lo están ni de lejos). Han tenido que luchar y trabajar con mucho más ahínco que ellos, que llaman presión a no cobrar los bonus de sus supercontratos porque las exigencias de las competiciones son extremas; y presión en realidad es la que padecen ellas, porque en muchos casos han tenido que compaginar trabajo y entrenamientos y partidos durante años para llevar un trozo de pan a casa...

Por otro lado nos hemos encontrado con una banda de hooligans incontrolados (los lobotomizados de siempre, zombis con ganas desgarrar a mordiscos cualquier carnaza que caiga a su alcance) que comparaba el logro femenino con el asunto Amaral (ya le conté todo lo que hay al respecto en un post anterior): «campeonas del mundo sin necesidad de enseñar las tetas». Está claro que necesitan lectura intensiva (Foucault, Umberto Eco y cosas así, porque si les decimos que lean los clásicos grecorromanos lo mismo les estalla la cabeza) y menos redes sociales y televisión. Y, peor aún, no podían faltar los señoros de turno con aspecto de marqués intelectual que juegan a ser ideólogos del neofascismo negacionista de la mujer, declamando y reclamando que se dice campeones y no campeonas, porque el que entrena es un hombre... La simple explicación ya denota un tufo y desparpajo bastardo a aspirar a sillón de la academia de la lengua. Cosa que no solo les queda grande, también grotesco; y a lo más que llegan es a recibir aplausos de los ultras y verse obligado a pagar multas por imperativo legal por generar odio en sus columnas.

Hay otra tanda de mamporreros aprovechados, esos que a poco que surge una Rigoberta o una Amaral cualquiera a quien apalizar al estilo Hipatia, con su cobardía mediocre tras la pantalla de su móvil y su cuenta falsa, ni siquiera pueden celebrarlo porque resulta que el equipo español es el más fiel reflejo de la sociedad española actual: inmigrantes, gitanas, chicas de barrio, lesbianas, catalanas... un conglomerado de todas esas culturas en general de las que se llenan la boca en declarar incompatibles con la cultura española, y que atentan contra la soberanía del estado. A título particular, no entiendo cómo al decir semejantes exabruptos no revientan descosidos en mil pedazos...

Una mención especial merece la prensa deportiva que ahora se sube al carro (con la boca pequeña), pero que hasta hace cuatro días (casi literalmente) el deporte femenino en general, y el fútbol en particular, merecen el vigésimo puesto en el escalafón de preferencias. Por poner un solo ejemplo, en uno de los diarios que cuenta con más lectores, los marcadores de los resultados femeninos de fútbol está a la cola de todos los demás, incluidos los del golf... que practican ellos, claro está; porque el resto de los deportes que practican ellas solo aparecen cuando se cuelgan alguna medalla o logran algún objetivo. Ahora toca subirse al barco porque hay viento a favor.

Y ni que decir tiene el tremendo charco en el que se ha metido el presidente de la federación, Luis Rubiales (voy a eludir mencionar nada de los tejemanejes que tuvo entre manos —más bien poco transparentes— para llevarse la Supercopa española a Arabia, sus escapaditas con amiguitas al otro lado del Atlántico, y el asunto de las quince que renunciaron a la selección y que ni siquiera investigó, porque todo esto da para un serial de los de HBO). Para los que piensan que es solo un piquito, y seguro sabe ya a lo que me refiero, decirles que no. El máximo representante del fútbol español no puede permitirse ese lujo de obligar a que una jugadora le de un piquito por mucha efusión que haya en el momento si ella no consiente ni quiere, como dejó patente y reconoció instantes después, y sobre todo desde su posición dominante y jerárquica que es un atenuante más que significativo de presión. ¿Acaso se pasó de rosca con los chicos que ganaron la Nations Ligue hace unos meses? Tampoco es de recibo masajearse la entrepierna en la celebración de la victoria en el palco de autoridades junto a S.M. la reina Leticia; un tipo de su posición y representando al máximo organismo del fútbol de su país no puede mostrarse al mundo como un hooligan grosero, maleducado y en las antípodas del respeto debido a las autoridades allí presentes, sobre todo a las del equipo contrario. Y no vale la excusa de «la emoción del momento», porque en cuanto el prototipo de hombre del siglo XX supo de las críticas que le caían por el beso de la discordia, ya más calmado y fuera de toda efusividad y emoción del momento, ni corto ni perezoso calificó a sus críticos de «idiotas, estúpidos, gilipollas y tontos del culo»; poco arrepentimiento veo ahí después del «calentón» de la euforia, me temo. Que se haya disculpado, no cambia nada; porque su disculpa fue más bien un condicionante «hacia quien se haya molestado», lo cual denota que ni sabe por qué ha de arrepentirse, ni siquiera creo que acepte que deba hacerlo. En tan solo unas horas de descontrol ha dejado patente que es un prototipo machista del siglo pasado. Lleva acumulando incendios desde los inicios de su mandato y en un país civilizado lo habrían dimitido de su cargo ya, pero está claro que en este país lo de dimitir es un nombre ruso y hay más miedo que vergüenza, o más machismo del que creemos desterrado (si no, tampoco se entiende tanto voto a la ultraderecha). Pero no se preocupe, que los mismos que justifican y disculpan a Motos en el Hormiguero, ya han salido a la palestra disculpando a Rubiales y en pleno directo a la voz de «los que se cabrean es porque no les ha dado un beso a ellos»... y de aquellos hormigueros estas consecuencias... Y es que aun después de dimitir, si al final lo hacen dimitir que es lo que se producirá (porque el ínclito sujeto no lo hará de motu proprio y si lo hace es porque lo han empujado a ello) el problema seguirá existiendo. No hay más que ver el titular de la prensa deportiva culpabilizando de su caída a quien sufrió la agresión. 

Como anécdota, me gustaría recordarle también al ínclito presidente de la federación española de fútbol que no debería sacar tanto pecho de su gestión, porque hace unos meses, tan solo unos meses y por poner uno de los muchos ejemplos que puede encontrar en la hemeroteca, las jugadoras del F. C. Barcelona tuvieron que recoger y colgarse ellas mismas las medallas por su triunfo de la Supercopa española, medallas que las esperaban sobre una mesa cutre medio escondida en una banda del terreno de juego, en total ausencia de un protocolo digno que merecía la ocasión, y con el propio protagonista en la grada a sonrisa batiente como si la cosa no fuese con él. Menos sacar pecho y más y mejores tratamientos para el fútbol femenino, que por desgracia seguirá arrinconado en una esquinita donde no moleste en los diarios deportivos, que también, para no dejar en mal lugar a la federación, sacan pecho solo cuando ven que van a copar titulares que les van a reportar clics en sus webs, es decir, cash. En unas pocas semanas el fútbol femenino volverá a un vigésimo plano, ya lo verá, es cuestión de tiempo.

Esto no es todo lo que ha dado de sí el mundialazo que han conseguido las nuestras, (y no ha acabado, porque los ecos de este bombazo todavía tiene recorrido, para lo bueno y lo malo), todavía va a dar más que hablar porque lo han ganado ellas y de algún modo hay que ningunearlas, es la costumbre: se va a hablar más de las consecuencias que de la gesta en sí. Pero, al margen de todos los líos y carencias que aún tiene y seguirá teniendo el fútbol femenino, el trasfondo del asunto, y lo que realmente se está viendo y reivindicando, es que este logro se ha producido gracias a todas esas niñas que jugaban al fútbol a escondidas de sus padres; a todas esas que sufrían vejaciones, desprecios y groserías por intentarlo en esa época a la que algunos quieren devolvernos; a todas esas que sufrían (y sufren) desde la banda que las manden a fregar; a todas esas que tienen que escuchar comentarios del tipo «tortilleras» por el simple hecho de darle patadas a un balón; a todas esas que todavía juegan sin público en los campos de fútbol; a todas esas que rompen barreras de etnias, condición y raza para soñar con ser las parralluelos, las carmonas, las paredes o redondos de hoy...; a todas esas a las que ningunearon llamándolas «marimachos» en el colegio (incluidos profesores); a todas esas a las que decían «no sabes jugar porque corres como una niña»; a todas esas que tuvieron que sufrir a los profesores de educación física que las mandaban a hacer aerobic en vez de poder jugar al fútbol con sus compañeros de clase, que era lo que en realidad querían, porque los molestaban; a todas esas que nunca se rindieron y compaginaron (y siguen compaginando) trabajo, hogar y deporte para lograr lo que han logrado estas chicas: ser CAMPEONAS del mundo... todas ellas son CAMPEONAS DEL MUNDO... y gracias a ellas SOMOS CAMPEONAS DEL MUNDO. Qué tristeza produce que se hable hasta la saciedad de todo lo que ha dado de sí lo extradeportivo y apenas de este título conseguido por las chicas. 

Como la vida misma... una metáfora más en detrimento del género femenino.








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Published agosto 17, 2023 by

Senos

Senos es un libro de Ramón Gómez de la Serna. Una miscelánea erótica indispensable para comprender esa España en general que no se ve; la España idealizada de infinitérrimos mitos eróticos; la que grita un secreto a viva voz mostrando el canalillo del escote u ocultándolo intermitentemente a golpe de abanico; la que lo dobla en un papelito y guarda entre el sostén y la carne; la que presume de tener más de lo que en realidad lleva; la que muestra todo su encanto sin ambages porque no tiene nada que esconder; la que se reserva para mejor momento; la que sabe cuándo vestir encajes íntimos según para quién... El símbolo de la maternidad y fertilidad desde el principio de los tiempos... No en vano el librico estuvo largamente censurado y prohíbido por la dictadura franquista.

A colación de la exhibición reivindicativa de Eva Amaral mostrando sus senos al público, hemos podido observar hasta qué punto llega la deriva retrogrado-fascista, secundada por todos sus mamporreros mediáticos y demás esquizoides lobotomizados, balando sin cesar en protesta del acto fisico de usar su libertad para denunciar la estigmatización de la mujer en forma de desigualdad al mostrar una parte de la anatomía del cuerpo humano, tan incisiva e infernal cuando se trata de ellas, aunque tan neutra y aceptable cuando se trata de ellos. Lejos de todo esto queda la realidad, el icono, el símbolo, la síntesis de un discurso, la representación de una idea. 

En cualquier acto de reivindicación, en cualquier manifestación por causas humanitarias, en cualquier situación de lucha por orfandad o injusticia legislativa, vemos que van acompañados de símbolos que aglutinan un discurso, una idea, una causa que concentra todo su sentido, sin necesidad de explicaciones morfológicas, porque lo resumen todo, lo dicen todo. Un puño alzado, unos labios sellados por un aspa de cinta aislante negra, un minuto de silencio, una paloma blanca, una mano asiendo una rosa roja... simbología de diversa índole que no necesita desarrollo ni explicación. Apenas las he mencionado, usted ya sabe qué significan. Son símbolos que encuentran representación en quien cree en la causa que los representa o reivindican un acto de justicia.

En un manifiesto literario publicado en 1885, Jean Moréas definió la corriente socio-artística del simbolismo como «enemigo de la enseñanza, la declamación, la falsa sensibilidad y la descripción objetiva»1. Con el simbolismo se apuntaba hacia la búsqueda de sosiego espiritual, se protestaba por cansancio y desidia hacia toda esa problemática imperante a finales del siglo XIX y primeros de siglo XX en los ámbitos sociales, económicos, políticos, intelectuales, morales... De modo que esa corriente artística surgió como tendencia (de protesta) a utilizar símbolos que pudiesen explicar por sí solos todo un conglomerado de circunstancias que imperaban en todos los ámbitos de la sociedad. Cabría reseñar como capítulo destacado a lo largo de toda la historia del arte las innumerables obras artísticas que mostraban a la mujer de manera natural con sus senos a la vista contemplativa de todo cristo... Y todo a pesar de la férrea censura eclesiástica y puritana durante siglos.

Podría decirse que esta es la realidad: el problema de reivindicar la libertad (una palabra mancillada hasta la saciedad por los mismos de siempre hasta denigrarla al punto de reducirla al simbolismo de disfrutar de una cañita de cerveza en cualquier bar a cualquier hora, cueste lo que cueste) siempre tiene su oposición con ELLAS, no con ellos. Esos comentarios siempre van a denigrarlas a ELLAS, a silenciarlas, a reprimirlas. Ha pasado siempre a lo largo de toda la historia de la humanidad y ahora, bajo esta ola de retroceso moral e intelectual en pleno siglo XXI, hay intención, ya explícita, de volver al Jurásico; la turba de enfervorizados integristas de las redes sociales necesitan una Hipatia para volver a más siglos de oscurantismo. Se sienten cómodos con la simbología intelectual de hunga-hunga chaka-chaka, embistiendo contra todo lo que no cabe en sus ignorantes y retrógrados cerebros primarios; ya lo dijo Machado, visionario donde los haya en estos contenidos.

Es muy probable que todo esto tenga su origen en una «crisis de las ideologías y de los partidos: alguien ha dicho que estos últimos son ahora taxis a los que se suben un cabecilla o un capo mafioso que controlan votos, seleccionados con descaro según las oportunidades que ofrecen, y esto hace que la actitud hacia los tránsfugas sea incluso de comprensión y no ya de escándalo. No solo los individuos, sino la sociedad misma viven en un proceso continuo de precarización»2 (les suena, ¿verdad?); no le falta razón al bueno de Umberto Eco. Y cuán necesario es leer a esta gente que piensa y que nos ayudan a pensar, pero La isla de las tentaciones puede más que esto, pueden más dos tetas que dos carretas... para lo bueno y para lo malo. Es una lástima que para programas infames de televisión sí valgan las exhibiciones y para reivindicar derechos no. Como dice Umberto, la sociedad misma vive un proceso continuo de precarización en su origen político del matonismo y la deriva mafiosa que los sostiene.

Necesitamos rehumanizar y reivindicar un nuevo Renacimiento como símbolo intelectual, social y artístico para silenciar esa deriva fascista que está asolando la sociedad con su discurso retrógrado a volver a los valores de Teodosio. No es de extrañar que Ramón Gómez de la Serna reivindicara los senos y los elevara a categoría de arte, en una oda al simbolismo de todo lo que representaba: «opacidad convexa y muda parece siempre oponerse, desde luego, a la concavidad hospitalaria del sexo».  Necesitamos más nacimientos de Venus, más tres gracias, más Venus de Urbino, más majas desnudas, más columnas rotas de Frida, más olympias... y más amarales, más rigobertas y más rocíos y más zaharas... Que se vea como lo que es: lo opuesto a la caverna integrista del machismo patriarcal que todo el infierno lo resume en lo opuesto a la concavidad hospitalaria del sexo (aunque luego sean los más asiduos en los puticlubs). No entender el valor simbólico de enseñar las domingas en pleno concierto como reivindicación en un mundo hipersexualizado como el actual es de una estrechez mental digna de lo más casposo del medievo.

La canción de Eva Amaral en el momento de mostrarnos la opacidad convexa de sus senos dice: «Somos demasiados y no podrán pasar por encima de la vida que queremos heredar, donde no tenga miedo a decir lo que pienso». Es por eso que todo este panfleto, todo este desarrollo de reflexión, quedará siempre en agua de borrajas cada vez que con el solo gesto reivindicativo de todas las amarales del mundo decidan rebelarse contra la represión de tantos siglos en los que la Mujer tuvo que silenciar y ocultar y anular su ser, su existencia. Tiempos a donde unos pocos insisten en querer devolvernos, donde hasta las hormigas que hablan les rinde pleitesía. 






1) Manifest du Symbolisme, Jean Moréas. (1885). 
2) De la estupidez a la locura, Umberto Eco (Lumen, 2022).


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Published agosto 11, 2023 by

La ola

Resulta difícil escribir después de tanto tiempo de retiro y reflexión. Sobre todo resulta triste intentar al menos esto último en los tiempos que corren. Dadas las circunstancias, en una sociedad que se mueve como pez en el agua sobre la ola de las noticias falsas, el adoctrinamiento canalla de las ideas sectarias sobre el concepto bastardo de «patria», y la connivencia de los afines a esa secta que manejan hilos importantes de los resortes de la cohésion y protección social, reflexionar y poner el dedo en la llaga te procura enemigos íntimos e insospechados; es un deporte de riesgo extremo la reflexión, puesto que ya no hay espacios para el debate, la aportación de datos objetivos y sobre todo alcanzar un punto intermedio de consenso.

No sé si ha visto la película La ola (Dennis Gansel, 2008), que narra la iniciativa de un profesor de instituto para llevar a cabo un experimento con el que sus alumnos entendiesen los fundamentos de los gobiernos totalitarios. Un proyecto que se inicia casi como un juego y que acaba de manera trágica, con la disciplina como premisa y el sentimiento patriótico que confunde a sus participantes en una comuna de ideas imaginarias que acaba convirtiéndose en un movimiento real dentro del mismo centro de estudios, e incluso fuera de él...

Todo individuo que crea en la democracia debería revisar al menos esta cinta del director alemán Denis Gansel. Deja en evidencia el cómo y el porqué de la revolución fascista que sufre como una ola, no solo este país, también el resto de Europa.

Es un hecho incuestionable que fascistas, filofascistas y demás lunas menguantes que los orbitan, y que a su vez giran en movimiento de revolucion alrededor del histórico sol nazi del pasado siglo XX, creen con tanto ímpetu, firmeza y denuedo sus propios delirios de falsedades que serían capaces de hacer girar la Tierra en sentido contrario al movimiento de rotación; Adolfo estuvo a punto de conseguirlo... De no ser por el infame asesino Stalin y su comunismo purgado de rabia, España sería hoy una provincia de Alemania. 

Esos adeptos, en su asunción de la ilusión como si de una realidad se tratase, creen los cuatro conceptos y medio por los que se desenvuelven a pie juntillas como si de una Biblia se tratase; porque en las tripas no hay verdad ni neuronas capaces de conectarse para descifrar un solo pensamiento razonado, consensuado o siquiera debatido; solo albergan un falaz e irracional falso sentimiento patriótico que lo justifica todo, esto es, escatología pura (entiéndaseme los dos sentidos de que dispone la etimología del palabro). La película que cité antes, lo describe así de manera contundente.

Esa demagogia embebida por la discapacidad intelectual les hace ciertamente peligrosos, porque no hay nunca apelación más burda, primitiva e ignorante al sentido de la democracia que la causa se resuma en un golpe de colon... y al retrete (salvo cuando la democracia le es favorable para asir el bastón de mando y golpearnos con él a la inmensa mayoría que no sintamos la patria como ellos). Basan sus delirios de odio democrático en un hipotético régimen estatutario donde solo caben los proyectos que guardan en las tripas y gustan en defecar sobre todos y para todos por imperativo legal, como maná en el desierto intelectual por el que vagan desde allende el tiempo donde creó tormentas y deseos. Y solo los que anhelan la putrefacción de lo que despiden las tripas son los que acaban orbitando alrededor de esa idea de común denominador, hasta los habrá que se cansen de vagar por el paraíso de la honestidad y acaben por inmolarse en el espejismo de la falsedad en el desierto de la desigualdad autocrática.

Y en ese sentido, querido ilustre ignorante como yo, el gran Antonio Machado se atrevió a sintetizar una de sus reflexiones más solemnes en torno a estas ideas en una sola frase: «El arma más destructiva que utiliza el fascismo es la mentira». Porque la mentira da una vuelta al mundo antes de que la verdad se ate los cordones, como dijo para la posteridad también Mark Twain; y si no, que se lo pregunten a MAR. Así funcionaba el rudimento de crear sociedad entre los alumnos del instituto de La ola, así funcionó la propagación del régimen Nazi en el siglo XX, y así funciona a las mil maravillas ahora, también y sobre todo en España.

Y es que, querido ilustre, acopiamos pocos intelectuales en este país que sacudan el tarro de pensar (también para que sacudan el nuestro), y los pocos que quedan (como Emilio Lledó, por poner solo un nombre en la palestra) se van apagando poco a poco y prefieren el silencio a luchar contra los molinos, porque andamos todos ciertamente con la mierda al cuello y ellos ya tienen el cielo ganado y evitan complicarse la vida... Lo peor es que hasta los hay que disfrutan retozando en ella y aniquilan emocional, intelectual y profesionalmente sin ambages a todo el que amenace con desinfectar con lejía y zotal. 

Si añadimos a la fórmula la clase tan amplia de furcias mediáticas que copan el pseudoperiodismo que nos mean filofascismo a diario (y que nos quieren hacer creer que es el más dulce de los perfumes, e incluso es mayoría quien lo cree a pie juntillas) da como resultado una sociedad que va camino de la inutilidad más viciosa de toda la historia de la humanidad. En especial los que parecían honestos sucumbirán por treinta mondas de plata para disfrutar en ese espejismo de mentiras en pleno desierto de decencia y honestidad, falsedad y desigualdad autocrática. Mire donde mire, sea cual sea el país al que eche un vistazo, la cosa no pinta mejor que aquí.

Espero no haber hecho mucho spoiler de la película, porque acabar pueden comprobar cómo acaba si le echa una visial, y la verdad es que da pavor...

La verdad, con mi corazón en la mano, hacemos méritos más que sobrados para la extinción de nuestra especie... Nunca pensé que el ser humano abrazase la autodestrucción con tanto empeño como ahora desde que Hitler logró llegar al poder un 30 de enero de 1933. Ni cien años han pasado...

Hala, y ahora unos churros con chocolate antes de que se acabe todo esto.








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Published enero 08, 2023 by

Reivindicación del panettone

En los últimos tiempos una serie de protestas perpetradas por activistas reivindicaban una mayor acción sobre el cambio climático. El objetivo, al parecer, era llamar la atención de los mandatarios del mundo (los del primer mundo) para que pongan remedio a lo que ya difícilmente lo tiene. Todo muy loable, porque la causa lo merece y la historia del ser humano está escrita con protestas, huelgas y revoluciones; y las ha habido ingeniosas y extravagantes, también sangrientas y deplorables, pero luchar por preservar la vida del planeta destruyendo de las pocas cosas capaces de transformar la forma de pensar del ser humano, esto es, el arte, da claras muestras del escaso nivel de reflexion intelectual en el que nos ubicamos en el siglo XXI; mucho ruido, pocas nueces y menos sesera. Lo peligroso es que estas formas extrañas e incongruentes de reivindicarse corren el riesgo de convertirse en tradiciones, esa faceta tan eroticofestiva del ser humano que tan fácil asumimos y adaptamos a nuestras costumbres culturales. Y lo hacemos con tanta soltura y desparpajo que ya podríamos decir que nos hemos encontrado con una nueva tradición, ahora que ya acaba de terminar la Navidad, con sus espumillones, belenes y turrones. 

No hay centro comercial, panaderia, pasteleria, mercadillo o tienda de barrio que no tenga entre sus ofertas un buen panettone. Y desde luego, no ha habido mesa y mantel en estas fiestas pasadas que no haya contado con uno de esos riquísimos bizcochos de la gastronomía italiana. Ya los hay de chocolate, con miltifrutas escarchadas, y con toda suerte de rellenos y coberturas; como el roscón de Reyes, que a poco que continúe esa escalada lo veremos relleno de morcilla o crema se sobrasada (me consta que ya lo hacen de Lacasitos). En fin, lo dicho, que el panettone se asienta ya como parte de la tradición navideña española, e incluso europea. 

Las tradiciones suelen llegar siempre del mismo modo: se halla un elemento social, gastronómico, literario o religioso o de cualquier índole humana que funciona como resorte y ayuda a percibir el concepto del mundo de manera cohesionada; en ultima instancia se crea en sí mismo momentos particulares y significativos en la vida social y ese elemento acaba funcionando como pegamento. Es así como se construyen sociedades y se crean identidades colectivas, que a su vez dan forma a las individuales, desde Mesopotamia hasta nuestros dias... y seguirá siendo así porque somos animales sociales y nos va la marcha.

Valorar si nos gustan más o menos, no tiene incidencia alguna, porque aquí lo que prima es el colectivo social, moral y espiritual del grupo. Y del mismo modo como llegan y nos cohesionan se van, porque su función de adherencia, de pegamento, desaparece o es prescindible. De ahí que las tradiciones que tienen como epicentro festejar la crueldad animal estén en vías de desparecer (entre otras cosas, porque la educación en transmitir valores a las generaciones venideras que se basan en el respeto a nuestro entorno es una premisa que une nuestra conciencia social colectiva), o quién recuerda ya el famoso aguinaldo del que apenas ni se habla siquiera en los medios de comunicación como algo anecdótico...

Todo cuanto hacemos tiene intrínsecamente un componente ritual que se basa en una costumbre. Y, del mismo modo en que nosotros tenemos costumbres que exportamos a otros países (la siesta, tapear, nuestros dulces navideños, la tortilla de patatas...), así de absorbentes somos a la hora de acoger y aceptar tradiciones de fuera: los belenes en navidad (de origen italiano), Halloween (de origen irlandés), San Juan (que antes de ser tradicion religiosa era festividad pagana e incluía sacrificios humanos en la hoguera), el árbol de navidad (de origen escandinavo), los carnavales (relacionados con las Saturnales en el Imperio Romano, y a posteriori en la carnem levar, festividad originaria de Venecia)...

La RAE define tradición como «Transmisión de noticias, composiciones literarias, doctrinas, ritos, costumbres, etc., hecha de generación en generación». Y por ello reivindico el pantone como dulce tradicional navideño. Porque cumple con su función: es un «pegamento» social y ayuda a percibir el concepto del mundo de manera cohesionada en el grupo; la universalidad mediterránea en un trozo de bizcocho esponjoso. Da pie, como excusa, a crear momentos particulares y significativos en la vida social y familiar. Y, ¡qué demonios!, porque está increíblemente riquísimo y, ademas, es una autentica obra de arte culinaria. Una belleza emocional de la que espero no existan reivindicaciones grotescas capaces de devorar el significado intrínseco que ya posee como toda tradición que se precie: celebrar la vida de generación en generación.






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