Published febrero 08, 2017 by

Atragantarse

Con esta pequeña anécdota quiero emprender un camino un tanto serpenteante y con toda seguridad complejo. En estos tiempos en los que salen a la palestra verdaderos caudillos de los versos y profetas de la rima, casi resultará inane cualquier sobreesfuerzo en aclarar, o mejor dicho aportar, la más infame nimiedad. Por mi parte, la única pretensión al respecto es (será) la de inmiscuirme en algunos recovecos que parece caminar en tierra de nadie y que indefectiblemente está al alcance de todo aquel que escarba un poco por su cuenta o, en su defecto, simplemente rememorar algunas de las motivaciones que me llevaron a la creación poética.

No hace muchas fechas subí un poema que escribí hace unos 22 años. En aquéllos tempestuosos años me dedicaba a profundizar en la historia de la literatura española, más allá de los clásicos. Cuando lo escribí me ceñí a un modo particular de métrica y rima. Siempre creí, o así lo entendí desde que tuve uso de razón poética, que la poesía es algo vivo, ya sea si se pretende la métrica o el verso libre. Y en mi modesto entender y, sobre todo, desde el respeto y el especial cuidado que hay que gastar manejando formas nuevas o evolucionadas de poesía.

He aquí que presento unos versos heptasílabos no estróficos. Los versos heptasílabos deben su nacimiento allá por el siglo XII y tendría como origen la Provenza francesa. Un tipo de lírica vinculada a la corte y que solía ser cultivada por los trovadores. En las composiciones se daba mucha importancia a la forma, la rima, el ritmo... Y esta fue la primera motivación de crear la composición del poema que me trae ahora aquí. 

La primera vez que podría decirse que aparece este tipo de métrica es en un texto anónimo: el 'auto de los Reyes Magos'. Texto encontrado en un códice del cabildo catedralicio de Toledo y que por sus rasgos hacen pensar que quien escribió el texto probablemente provenía de Francia, un escrito polimétrico compuesto desigualmente con versos alejandrinos, eneasílabos y heptasílabos. A lo largo del siglo XII se fue haciendo popular esta forma estructural.

Aunque desapareció durante unos siglos, volvió a revivir con fuerza allá por el renacimiento, pero ya no serían versos pensados para ser cantados por los trovadores ni tampoco sería de uso exclusivo de la corte y la iglesia. Los poetas del barroco, Lope o Góngora, lo adoptan en los denominados romancillos. También se conocieron como "barquillas" las composiciones de este estilo firmadas por Lope de Vega, concretamente gracias al primer verso de este "romancillo":

    ¡Pobre barquilla mía
entre peñascos rota,
sin velas desvelada
y entre las olas sola!
    ¿Adóde vas perdida,
adónde, di, te engolfas,
que no hay deseos cuerdos
con esperanzas locas?
(Lope de Vega)

A pesar de que a posteriori fue cayendo en desuso, el florecimiento de estos versos tiene lugar durante el romanticismo y de la mano, entre otros, de Becquer:

    Discreta y casta luna,
copudos y altos olmos,
paredes de su casa,
umbrales de su pórtico
callad, y que el secreto
no salga de vosotros.
Callad; que por mi parte
lo he olvidado todo.

Por último, respecto al aspecto técnico de esta tipología de composiciones poéticas, la rima suele concentrarse asonántica en los versos pares, son poemas no estróficos y los versos más afamados, como comenté con anterioridad solían ser los denominados Romancillos. Vaya por último este extracto de García Lorca:

A una ciudad lejana
ha llegado don Pedro.
Una ciudad lejana
entre un bosque de cedros.
¿Es Belén? Por el aire
yerbaluisa y romero.
Brillan las azoteas
y las nubes. Don Pedro
pasa por arcos rotos. (...)

Si ahondamos un poquitín más podría decirse que un tipo de composiciones con esta estructura recibían el nombre de Endechas, cuando éstas trataban de un asunto luctuoso y estaban construidas con Heptasílabos o Hexasílabos; otros Romancillos contaban con hasta Pentasílabos, aunque han sido más inusuales.

De este modo casi podría declarar justificada la métrica del poema 'Atragantarse', que escribí hace unos 22 años y al que anteriormente hice referencia. Si bien pudiera parecer que hierra en la métrica de algunos versos, las licencias establecidas para el conteo de las sílabas permiten que todos los versos cuenten como heptasílabos. Les dejo con el poema.


ATRAGANTARSE

En la garganta un nudo,         
el deseo me arroba,            
la ilusión un vacío             
y en la cumbre la meta.         
Todos los pensamientos       
fluctúan en la raíz,            
caen o cuelgan de un árbol     
y del otro se aleja;                  
subiendo la montaña
a veces desespera
porque no hay final de un
estruendo que condena
de una rampa escarpada,
leñosa e inconexa.
Lo delicioso es fluir,
compensar la condena
al sol con cobardía;
el cielo abierto espera
en la cumbre, soñando 
con regalar la estela
lunar de un carnaval.
Por la noche la tregua
de días y silencios,
y el vacío que apremia
es quimera y deseo.
Ese nudo se quema
y parte en dos mitades
aquella vieja cuerda:
queda solo un suspiro,
y ya atisbas la meta;
la noche te acompaña
el abismo que sueñas.



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© Daniel Moscugat, 1995.
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