tag:blogger.com,1999:blog-51605348857800772262024-02-07T03:48:13.131+01:00Daniel MoscugatDaniel Moscugathttp://www.blogger.com/profile/14653924260243912831noreply@blogger.comBlogger108125tag:blogger.com,1999:blog-5160534885780077226.post-66916013718320190012023-08-27T23:41:00.003+02:002023-08-28T11:23:36.380+02:00Una habitación propia<div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhv8VttQ8FK6CUPiLatFBo1lvHONDO9JjkbETtQ6_mWxhHpIzdpJxBpszjT3eBmgFtasXcH8l5Mfk4rxHlhCI03KJBwsVSKWE7UdEdakSk6MZmAIcOrgehsevf9T4n5fLkOHgcgaZ-Kfl9Bg7P-eEzWfAvasTaIcYg2YbHoTcYtLfENZh8BT-uLg7ATA7g/s1048/Polish_20230827_222111621.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1048" data-original-width="916" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhv8VttQ8FK6CUPiLatFBo1lvHONDO9JjkbETtQ6_mWxhHpIzdpJxBpszjT3eBmgFtasXcH8l5Mfk4rxHlhCI03KJBwsVSKWE7UdEdakSk6MZmAIcOrgehsevf9T4n5fLkOHgcgaZ-Kfl9Bg7P-eEzWfAvasTaIcYg2YbHoTcYtLfENZh8BT-uLg7ATA7g/s320/Polish_20230827_222111621.jpg" width="280" /></a></div><br />«... si la mujer no hubiera existido más que en las obras escritas por los hombres, se la imaginaría uno como una persona importantísima; polifacética: heroica y mezquina, espléndida y sórdida, infinitamente hermosa y horrible a más no poder, tan grande como el hombre, más según algunos. Pero esta es la mujer de la literatura. En la realidad, como señala el profesor Trevelyan, la encerraban bajo llave, le pegaban y la zarandeaban por la habitación. De todo esto emerge un ser muy extraño, mixto. En el terreno de la imaginación, tiene la mayor importancia; en la práctica, es totalmente insignificante».</div><div style="text-align: justify;">Esta es una cita extraída de un texto de referencia para el feminismo: <i>Una habitación</i> <i>propia</i>, de Virginia Woolf. Por lo que a mí respecta, me da que más de uno que presume de cultura ni siquiera lo ha ojeado, ni ese ni nada más interesante que que no sean los panfletos condenados por la justicia de Alfonso Ussía; visto lo visto, hay mucha más gente de la que creía que necesita leer urgentemente este y otros textos de referencia feminista, dadas las circunstancias, al menos para parecer siquiera que le interesa la literatura.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Los conservadores son esos dinosaurios que no quieren que nada de lo establecido y que les beneficia cambie y, si por ellos fuese, seguiríamos bajo régimen feudal (ese baluarte apócrifo al que estamos sometidos todavía los españoles en pleno siglo XXI). El conservador quiere que todo se conserve tal y como era o ha sido siempre, tiene miedo que el cambio altere su estatus de privilegio y no lo puede consentir: el hombre a la taberna, la mujer a la cocina y a fregar; persignarse y rezar un rosario diario; hacer las cosas como Dios manda y el fútbol o los toros los domingos... Ah, y que no falten las visitas al puticlub de cuando en cuando. El máximo logro que han obtenido los conservadores es convencer al puñado de muertos de hambre que creen ser parte de un estatus ideológico cuando no llegan ni a rascar el polvo de los zapatos de esa minoría elitista (lo que algunos califican vulgarmente creerse caca y no llegar a pedo). Lo que les ocurre en realidad a ese reducto social (y me refiero a los que de verdad los representan, los que ganan muchos cientos de miles de euros al año y tienen casa donde veranear y donde esquiar) es que no aceptan de ningún modo que la sociedad cambie, el movimiento, porque la catapulta de la conciencia siempre va hacia adelante cuando se activa, y seguirá cambiando el progreso debido a que las sociedades, de manera natural, no son inamovibles; con esta mentalidad aún estaríamos viviendo en las cavernas de Platón...</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Y la historia está llena de pequeños ejemplos, de cosas pequeñas, que apenas significan nada pero lo cambian todo de manera espontánea. Y se da la circunstancia que nunca, nunca, los pequeños movimientos o detalles sociales han tenido origen en el <i>lobby</i> conservador. Virginia Wolf lo dejó patente en su ensayo, y podría resumirse en un pequeño pasaje: «Démosle una habitación propia y quinientas libras al año, dejémosle decir lo que quiera y omitir la mitad de lo que ahora pone en su libro y el día menos pensado escribirá un libro mejor». Así se ha comentado la liberación y el empoderamiento de la mujer en estas últimas décadas, solo hacía falta darle las herramientas necesarias para que pudieran dar de sí todo cuanto son, y dar rienda suelta a su creatividad e intelecto, a pesar de que ese patriarcado rancio conservador intenta ahogarlas y encerrarlas en su propia habitación, especialmente las de su mismo género.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">¿Y todo esto a cuento de qué? </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Todo esto que me ha servido de báculo reflexivo viene a cuento por la insistencia mediática de parte de la prensa pagada por los intereses patriarcales conservadores, de sus acólitos lobotomizados, y sobre todo de sus mamporreros muertos de hambre que intentan hacer mella en el género femenino, que minimizan un asunto capital al exponente negativo de lo que es un «piquito inocente y sin importancia. Cuánto se ha maximizado algo tan nimio que hemos hecho todos en algún momento». Con este argumento hasta se busca culpabilizarlas en relación al affaire Rubiales: han sido ellas quienes lo han provocado. Y esto me ha recordado otros muchos gestos a lo largo de la historia que supusieron un antes y un después.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Los menos avezados, y por ende más bocazas, ni sabrán de qué hablo al mencionar a Rosa Parks. El autobús en el que decidió tomar un asiento reservado para blancos se convirtió en poco tiempo en un símbolo de los derechos civiles, el espíritu reivindicativo del que se benefician directa o indirectamente <i>muchisísimos</i> de los que ahora se les llena la boca de improperios para criticar a Jeni Hermoso o trivializar un «beso no consentido», en el mejor de los casos, que es solo un «piquito». Aquel asiento también fue solo un asiento. Los de su propia raza recriminaban a Rosa haber ocupado «un sitio de los blancos», y que «nos vas a buscar a todos una ruina con tu insolencia y provocación». Acabó detenida, y ahí comenzó todo, sacudió los cimientos de las conciencias de la época para reclamar unos derechos que aún hoy se les niega a plenitud... «La libertad no es gratis», dijo. En efecto, ocupar esa habitación sin vistas para escribir su propia historia tiene un peaje muy caro en un sistema gobernado por hombres y estructurado por el <i>lobby</i> conservador de quienes tienen miedo de que los cambios les arrebate el poder. De ahí que pongan todo su empeño y denuedo en minimizarlas hasta llevarlas al negacionismo social e intelectual, y sobre todo contando con el apoyo inestimable de los muertos de hambre que creen o aspiran a ser lo que nunca serán, o, a lo sumo, el polvo de sus zapatos. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">No es solo un asiento (segregado), ni es solo un «piquito» (no consentido), o un piropo (grosero)... Esto va de derechos y libertades, no de rojos que están contaminando el planeta imponiéndonos sus ideas o que los de derechas pretendan quitarle hierro al asunto y acusen a aquellos de supremacistas intelectuales (me temo que esto último se da con más frecuencia como argumento y desgraciadamente se ajusta más a la realidad). De lo que se trata es de desterrar la idea de que una nimiedad como un «piquito (no consentido) sin importancia va a destruir la carrera de una persona. ¿Quién no ha dado un «piquito» a alguien?» Yo: yo no le he dado un piquito a nadie SIN SU CONSENTIMIENTO. Y como yo cientos de miles, millones de personas. Reducir la falta de respeto al prójimo, la violación de su consentimiento, a la trivialidad de «solo es un piquito» es de un analfabetismo intelectual y moral de tal calibre que hasta Rosa Parks sería capaz de dejar su asiento libre con tal de que tomaran conciencia calzando sus zapatos... o los de tantas mujeres vejadas por el posicionamiento y autoridad masculina que les otorga una posición privilegiada o prominente y aprovecharon su posición para abusar de ellas, para vejarlas, para silenciarlas...</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Lo mollar del asunto es que el feminismo nos ha zarandeado a todos en estos últimos años, y muy especialmente en estos días convulsos, por un beso no consentido. Hacía falta que viésemos dónde radica la gasolina del patriarcado más rancio y conservador. El «piquito» sin importancia va a suponer un antes y un después, y más aún viendo la repercusión mediática y el apoyo que ha tenido en todo el mundo sin paliativo alguno. Un gesto que empezó de una manera singular y sin aparente importancia, como ocupar un asiento reservado para blancos, como abarcar el espacio de una habitación propia donde ejercer el feminismo con libertad.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div><div style="text-align: justify;">Hasta la semana pasada, la mujer protagonista en la literatura masculina es la que ganaba mundiales y su heroicidad quedaba fuera de toda duda. Pero en la vida real los logros quedan supeditados SIEMPRE al ninguneo de los que MINIMIZAN cualquier victoria que sea capaz de conseguir la Mujer, ese asiento en el autobús que hasta las mismas mujeres recriminan que otra de su género utilice porque (todavía hoy) creen que pertenece a ellos. Es un «piquito» sin importancia... que va a ocupar otra habitación más en este edificio que habitamos y que gobiernan (todavía) ellos. En el terreno de la literatura ellas tienen la mayor importancia, en la práctica ya vemos que todavía hay mucho por qué luchar. </div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9UW5TVsRSMIbtNFCX3b9V1221PVzPRQxsRSrNkQOVMDV4QAqettSt2QscGNX-vFnkrqni0kNuxKalhyphenhyphenTg0l_Q9YN-kfBEPeXso3LhBc3wfe1asQl26jgwIthoGls1dRQg5tp8TI6pcc4/s1600/Firma+DM.png" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="80" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9UW5TVsRSMIbtNFCX3b9V1221PVzPRQxsRSrNkQOVMDV4QAqettSt2QscGNX-vFnkrqni0kNuxKalhyphenhyphenTg0l_Q9YN-kfBEPeXso3LhBc3wfe1asQl26jgwIthoGls1dRQg5tp8TI6pcc4/s200/Firma+DM.png" width="140" /></a>
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<a href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/" rel="license"><img alt="Licencia Creative Commons" src="https://i.creativecommons.org/l/by-nc-nd/4.0/88x31.png" style="border-width: 0px;" /></a>
<div style="text-align: left;">
<span style="font-size: x-small;">© Daniel Moscugat, 2023.</span></div>
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<span style="font-size: x-small;">® Texto protegido por la propiedad intelectual. </span></div></div>Daniel Moscugathttp://www.blogger.com/profile/14653924260243912831noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-5160534885780077226.post-51660289431983725252023-08-24T00:12:00.022+02:002023-08-25T09:54:41.043+02:00Somos campeonas del mundo<div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><span style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtZhdmHw4wyEBnNHi0RavnojVPyQryzw4_XQRDFAJIfiEutiaWZ0dANSsAgmvDq5szimMczaaeN3vVxe5nVfA6oTXTSNAgnDY5oVwEqNLSDSaJPNUKL7nnL7mjyv2Ps4KYAcUVKOfsIa6r5UU9OEBPxhuABS9Iq_o2gwHr0iiMEE1VK_FLQgIapKIEjLM/s717/Polish_20230822_183542076.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="717" data-original-width="625" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtZhdmHw4wyEBnNHi0RavnojVPyQryzw4_XQRDFAJIfiEutiaWZ0dANSsAgmvDq5szimMczaaeN3vVxe5nVfA6oTXTSNAgnDY5oVwEqNLSDSaJPNUKL7nnL7mjyv2Ps4KYAcUVKOfsIa6r5UU9OEBPxhuABS9Iq_o2gwHr0iiMEE1VK_FLQgIapKIEjLM/w278-h320/Polish_20230822_183542076.jpg" width="278" /></a></div><div style="text-align: justify;">Antes o después de lanzarse a leer esta propuesta, le recomendaría ver la pelicula <i><a href="https://www.filmaffinity.com/es/film284488.html" target="_blank">Quiero ser como Beckham</a> </i>(Gurinder Chadha, 2002). Si hay algo que nos enseña esta cinta es la dificultad y los muros que han tenido que derribar, y aun hoy siguen derribando, las mujeres en el deporte que se presupone masculino. Para mí, además, el fútbol siempre ha tenido un sentido filosófico e intelectual: es una metáfora de la propia vida, dijo Jean Paul Sartre. Lo ha matizado y reflexionado muchos sabios, a pesar de que lo han convertido en un holding orientado a hacer caja, <i>showbiz</i> (como todo lo que genera dinero). Aun así, mueve sentimientos arraigados en lo más profundo que carecen de fundamentos racionales, solo el que comprende las reglas del juego puede entenderlo. Como la vida...</div></span></div></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Sepamos de fútbol o no, hay que congratularse por la victoria de la selección española de fútbol femenino en el mundial. Ya tienen, como los masculinos, una estrella en el pecho. En cambio, han salido a flote algunos detalles a considerar. Sobre todo por el carácter integrador que un logro de este calibre tiene de repercusión en la sociedad, mal que les pese a algunos que les gustaría que quedasen para criar niños y fregar y, por otro lado, una cascada de desencuentros, prejuicios y actitudes añejas han caído como un velo para dejarnos ver el verdadero rostro de las cosas que nos quedan por afrontar. Y seré breve porque no merece la pena más que comentarlo de pasada y seguir disfrutando del mundial, sobre todo de las barreras que a buen seguro han logrado derribar las chicas y las puertas que han abierto de par en par.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En primer lugar, reseñar lo que significa que estas mujeres hayan ganado el torneo: ellos lo hicieron con todo a favor, con una cobertura mediática total, con dinero para pagarles mil homenajes hasta el infinito y más allá, y han necesitado más de un centenar de años con todas estas ventajas hasta lograrlo; ellas lo han hecho con apenas una cobertura mediática mínima o secundaria, sin apenas viruta, y han necesitado poco más de un par de décadas, incluyendo una huelga porque sus sueldos no estaban ni siquiera equiparados al de sus compañeras de otros países, no digamos ya al de los compañeros de aquí (que aún no lo están ni de lejos). Han tenido que luchar y trabajar con mucho más ahínco que ellos, que llaman presión a no cobrar los bonus de sus supercontratos porque las exigencias de las competiciones son extremas; y presión en realidad es la que padecen ellas, porque en muchos casos han tenido que compaginar trabajo y entrenamientos y partidos durante años para llevar un trozo de pan a casa...</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Por otro lado nos hemos encontrado con una banda de hooligans incontrolados (los lobotomizados de siempre, zombis con ganas desgarrar a mordiscos cualquier carnaza que caiga a su alcance) que comparaba el logro femenino con el asunto Amaral (ya le conté todo lo que hay al respecto en un post anterior): «campeonas del mundo sin necesidad de enseñar las tetas». Está claro que necesitan lectura intensiva (Foucault, Umberto Eco y cosas así, porque si les decimos que lean los clásicos grecorromanos lo mismo les estalla la cabeza) y menos redes sociales y televisión. Y, peor aún, no podían faltar los señoros de turno con aspecto de marqués intelectual que juegan a ser ideólogos del neofascismo negacionista de la mujer, declamando y reclamando que se dice campeones y no campeonas, porque el que entrena es un hombre... La simple explicación ya denota un tufo y desparpajo bastardo a aspirar a sillón de la academia de la lengua. Cosa que no solo les queda grande, también grotesco; y a lo más que llegan es a recibir aplausos de los ultras y verse obligado a pagar multas por imperativo legal por generar odio en sus columnas.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Hay otra tanda de mamporreros aprovechados, esos que a poco que surge una Rigoberta o una Amaral cualquiera a quien apalizar al estilo Hipatia, con su cobardía mediocre tras la pantalla de su móvil y su cuenta falsa, ni siquiera pueden celebrarlo porque resulta que el equipo español es el más fiel reflejo de la sociedad española actual: inmigrantes, gitanas, chicas de barrio, lesbianas, catalanas... un conglomerado de todas esas culturas en general de las que se llenan la boca en declarar <i>incompatibles</i> con la cultura española, y que atentan contra la soberanía del estado. A título particular, no entiendo cómo al decir semejantes exabruptos no revientan descosidos en mil pedazos...</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Una mención especial merece la prensa deportiva que ahora se sube al carro (con la boca pequeña), pero que hasta hace cuatro días (casi literalmente) el deporte femenino en general, y el fútbol en particular, merecen el vigésimo puesto en el escalafón de preferencias. Por poner un solo ejemplo, en uno de los diarios que cuenta con más lectores, los marcadores de los resultados femeninos de fútbol está a la cola de todos los demás, incluidos los del golf... que practican ellos, claro está; porque el resto de los deportes que practican ellas solo aparecen cuando se cuelgan alguna medalla o logran algún objetivo. Ahora toca subirse al barco porque hay viento a favor.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Y ni que decir tiene el tremendo charco en el que se ha metido el presidente de la federación, Luis Rubiales (voy a eludir mencionar nada de los tejemanejes que tuvo entre manos —más bien poco transparentes— para llevarse la Supercopa española a Arabia, sus escapaditas con amiguitas al otro lado del Atlántico, y el asunto de las quince que renunciaron a la selección y que ni siquiera investigó, porque todo esto da para un serial de los de HBO). Para los que piensan que es solo un <i>piquito</i>, y seguro sabe ya a lo que me refiero, decirles que no. El máximo representante del fútbol español no puede permitirse ese lujo de <i>obligar</i> a que una jugadora le de un <i>piquito</i> por mucha efusión que haya en el momento si ella no consiente ni quiere, como dejó patente y reconoció instantes después, y sobre todo desde su posición dominante y jerárquica que es un atenuante más que significativo de presión. ¿Acaso se pasó de rosca con los chicos que ganaron la Nations Ligue hace unos meses? Tampoco es de recibo masajearse la entrepierna en la celebración de la victoria en el palco de autoridades junto a S.M. la reina Leticia; un tipo de su posición y representando al máximo organismo del fútbol de su país no puede mostrarse al mundo como un <i>hooligan</i> grosero, maleducado y en las antípodas del respeto debido a las autoridades allí presentes, sobre todo a las del equipo contrario. Y no vale la excusa de «la emoción del momento», porque en cuanto el prototipo de hombre del siglo XX supo de las críticas que le caían por el beso de la discordia, ya más calmado y fuera de toda efusividad y emoción del momento, ni corto ni perezoso calificó a sus críticos de «idiotas, estúpidos, gilipollas y tontos del culo»; poco arrepentimiento veo ahí después del «calentón» de la euforia, me temo. Que se haya disculpado, no cambia nada; porque su disculpa fue más bien un condicionante «hacia quien se haya molestado», lo cual denota que ni sabe por qué ha de arrepentirse, ni siquiera creo que acepte que deba hacerlo. En tan solo unas horas de <i>descontrol</i> ha dejado patente que es un prototipo machista del siglo pasado. Lleva acumulando incendios desde los inicios de su mandato y en un país civilizado <i>lo habrían dimitido</i> de su cargo ya, pero está claro que en este país lo de dimitir es un nombre ruso y hay más miedo que vergüenza, o más machismo del que creemos desterrado (si no, tampoco se entiende tanto voto a la ultraderecha). Pero no se preocupe, que los mismos que justifican y disculpan a Motos en el Hormiguero, ya han salido a la palestra disculpando a Rubiales y en pleno directo a la voz de «los que se cabrean es porque no les ha dado un beso a ellos»... y de aquellos hormigueros estas consecuencias... Y es que aun después de dimitir, si al final lo hacen dimitir que es lo que se producirá (porque el ínclito sujeto no lo hará de motu proprio y si lo hace es porque lo han empujado a ello) el problema seguirá existiendo. No hay más que ver el titular de la prensa deportiva culpabilizando de su caída a quien sufrió la agresión. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Como anécdota, me gustaría recordarle también al ínclito presidente de la federación española de fútbol que no debería sacar tanto pecho de su gestión, porque hace unos meses, tan solo unos meses y por poner uno de los muchos ejemplos que puede encontrar en la hemeroteca, las jugadoras del F. C. Barcelona tuvieron que recoger y colgarse ellas mismas las medallas por su triunfo de la Supercopa española, medallas que las esperaban sobre una mesa cutre medio escondida en una banda del terreno de juego, en total ausencia de un protocolo digno que merecía la ocasión, y con el propio protagonista en la grada a sonrisa batiente como si la cosa no fuese con él. Menos sacar pecho y más y mejores tratamientos para el fútbol femenino, que por desgracia seguirá arrinconado en una esquinita donde no moleste en los diarios deportivos, que también, para no dejar en mal lugar a la federación, sacan pecho solo cuando ven que van a copar titulares que les van a reportar clics en sus webs, es decir, <i>cash</i>. En unas pocas semanas el fútbol femenino volverá a un vigésimo plano, ya lo verá, es cuestión de tiempo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Esto no es todo lo que ha dado de sí el mundialazo que han conseguido las nuestras, (y no ha acabado, porque los ecos de este bombazo todavía tiene recorrido, para lo bueno y lo malo), todavía va a dar más que hablar porque lo han ganado ellas y de algún modo hay que ningunearlas, es la costumbre: se va a hablar más de las consecuencias que de la gesta en sí. Pero, al margen de todos los líos y carencias que aún tiene y seguirá teniendo el fútbol femenino, el trasfondo del asunto, y lo que realmente se está viendo y reivindicando, es que este logro se ha producido gracias a todas esas niñas que jugaban al fútbol a escondidas de sus padres; a todas esas que sufrían vejaciones, desprecios y groserías por intentarlo en esa época a la que algunos quieren devolvernos; a todas esas que sufrían (y sufren) desde la banda que las manden a fregar; a todas esas que tienen que escuchar comentarios del tipo «tortilleras» por el simple hecho de darle patadas a un balón; a todas esas que todavía juegan sin público en los campos de fútbol; a todas esas que rompen barreras de etnias, condición y raza para soñar con ser las parralluelos, las carmonas, las paredes o redondos de hoy...; a todas esas a las que ningunearon llamándolas «marimachos» en el colegio (incluidos profesores); a todas esas a las que decían «no sabes jugar porque corres como una niña»; a todas esas que tuvieron que sufrir a los profesores de educación física que las mandaban a hacer aerobic en vez de poder jugar al fútbol con sus compañeros de clase, que era lo que en realidad querían, porque los molestaban; a todas esas que nunca se rindieron y compaginaron (y siguen compaginando) trabajo, hogar y deporte para lograr lo que han logrado estas chicas: ser CAMPEONAS del mundo... todas ellas son CAMPEONAS DEL MUNDO... y gracias a ellas SOMOS CAMPEONAS DEL MUNDO. Qué tristeza produce que se hable hasta la saciedad de todo lo que ha dado de sí lo extradeportivo y apenas de este título conseguido por las chicas. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Como la vida misma... una metáfora más en detrimento del género femenino.</div><div><br /></div>
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<span style="font-size: x-small;">© Daniel Moscugat, 2023.</span></div>
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<span style="font-size: x-small;">® Texto protegido por la propiedad intelectual. </span></div>Daniel Moscugathttp://www.blogger.com/profile/14653924260243912831noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-5160534885780077226.post-40886537185544551992023-08-17T12:16:00.004+02:002023-08-17T15:20:42.687+02:00Senos <p dir="ltr" style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgx75g-eK70HTa48wSnskoPpjQlla53NgWVvjreqqtVbjpFwJiGo3rhHxofYdJ61M9gaoSCIvUO7Utv1eBfGvla5jQ6AGTFNtFK3VkT2r-UZbI62Hxz-Jer5aHKtYFZ9xIZtskG-qBxGDNHdhKcHYHP22MurVuzu944ilWiWUVY-swhjHHeuqxtyngcQZI/s1765/Polish_20230814_203511374.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1765" data-original-width="1536" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgx75g-eK70HTa48wSnskoPpjQlla53NgWVvjreqqtVbjpFwJiGo3rhHxofYdJ61M9gaoSCIvUO7Utv1eBfGvla5jQ6AGTFNtFK3VkT2r-UZbI62Hxz-Jer5aHKtYFZ9xIZtskG-qBxGDNHdhKcHYHP22MurVuzu944ilWiWUVY-swhjHHeuqxtyngcQZI/s320/Polish_20230814_203511374.jpg" width="278" /></a></div><div style="text-align: justify;"><i><a href="https://www.agapea.com/libros/Senos-Ramon-Gomez-de-la-Serna-9788497424608-i.htm" target="_blank">Senos</a></i> es un libro de Ramón Gómez de la Serna. Una miscelánea erótica indispensable para comprender esa España en general que no se ve; la España idealizada de <i>infinitérrimos</i> mitos eróticos; la que grita un secreto a viva voz mostrando el canalillo del escote u ocultándolo intermitentemente a golpe de abanico; la que lo dobla en un papelito y guarda entre el sostén y la carne; la que presume de tener más de lo que en realidad lleva; la que muestra todo su encanto sin ambages porque no tiene nada que esconder; la que se reserva para mejor momento; la que sabe cuándo vestir encajes íntimos según para quién... El símbolo de la maternidad y fertilidad desde el principio de los tiempos... No en vano el librico estuvo largamente censurado y prohíbido por la dictadura franquista.</div><p></p>
<p dir="ltr"></p><div style="text-align: justify;">A colación de la exhibición reivindicativa de Eva Amaral mostrando sus senos al público, hemos podido observar hasta qué punto llega la deriva retrogrado-fascista, secundada por todos sus mamporreros mediáticos y demás esquizoides lobotomizados, balando sin cesar en protesta del acto fisico de usar su libertad para denunciar la estigmatización de la mujer en forma de desigualdad al mostrar una parte de la anatomía del cuerpo humano, tan incisiva e infernal cuando se trata de ellas, aunque tan neutra y aceptable cuando se trata de ellos. Lejos de todo esto queda la realidad, el icono, el símbolo, la síntesis de un discurso, la representación de una idea. </div><p></p>
<p dir="ltr"></p><div style="text-align: justify;">En cualquier acto de reivindicación, en cualquier manifestación por causas humanitarias, en cualquier situación de lucha por orfandad o injusticia legislativa, vemos que van acompañados de símbolos que aglutinan un discurso, una idea, una causa que concentra todo su sentido, sin necesidad de explicaciones morfológicas, porque lo resumen todo, lo dicen todo. Un puño alzado, unos labios sellados por un aspa de cinta aislante negra, un minuto de silencio, una paloma blanca, una mano asiendo una rosa roja... simbología de diversa índole que no necesita desarrollo ni explicación. Apenas las he mencionado, usted ya sabe qué significan. Son <i>símbolos</i> que encuentran representación en quien cree en la causa que los representa o reivindican un acto de justicia.</div><p></p>
<p dir="ltr" style="text-align: justify;">En un manifiesto literario publicado en 1885, Jean Moréas definió la corriente socio-artística del simbolismo como «enemigo de la enseñanza, la declamación, la falsa sensibilidad y la descripción objetiva»<span style="font-size: xx-small;">1</span>. Con el simbolismo se apuntaba hacia la búsqueda de sosiego espiritual, se protestaba por cansancio y desidia hacia toda esa problemática imperante a finales del siglo XIX y primeros de siglo XX en los ámbitos sociales, económicos, políticos, intelectuales, morales... De modo que esa corriente artística surgió como tendencia (de protesta) a utilizar símbolos que pudiesen explicar por sí solos todo un conglomerado de circunstancias que imperaban en todos los ámbitos de la sociedad. Cabría reseñar como capítulo destacado a lo largo de toda la historia del arte las innumerables obras artísticas que mostraban a la mujer de manera natural con sus senos a la vista contemplativa de todo cristo... Y todo a pesar de la férrea censura eclesiástica y puritana durante siglos.</p>
<p dir="ltr"></p><div style="text-align: justify;">Podría decirse que esta es la realidad: el problema de reivindicar la libertad (una palabra mancillada hasta la saciedad por los mismos de siempre hasta denigrarla al punto de reducirla al <i>simbolismo</i> de disfrutar de una cañita de cerveza en cualquier bar a cualquier hora, cueste lo que cueste) siempre tiene su oposición con ELLAS, no con ellos. Esos comentarios siempre van a denigrarlas a ELLAS, a silenciarlas, a reprimirlas. Ha pasado siempre a lo largo de toda la historia de la humanidad y ahora, bajo esta ola de retroceso moral e intelectual en pleno siglo XXI, hay intención, ya explícita, de volver al Jurásico; la<span style="text-align: left;"> turba de enfervorizados integristas de las redes sociales necesitan una Hipatia para volver a más siglos de oscurantismo. Se sienten cómodos con la <i>simbología</i> intelectual de <i>hunga-hunga chaka-chaka, </i>embistiendo contra todo lo que no cabe en sus ignorantes y retrógrados cerebros primarios; ya lo dijo Machado, visionario donde los haya en estos contenidos.</span></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Es muy probable que todo esto tenga su origen en una «crisis de las ideologías y de los partidos: alguien ha dicho que estos últimos son ahora taxis a los que se suben un cabecilla o un capo mafioso que controlan votos, seleccionados con descaro según las oportunidades que ofrecen, y esto hace que la actitud hacia los tránsfugas sea incluso de comprensión y no ya de escándalo. No solo los individuos, sino la sociedad misma viven en un proceso continuo de precarización»<span style="font-size: xx-small;">2</span> (les suena, ¿verdad?); no le falta razón al bueno de Umberto Eco. Y cuán necesario es leer a esta gente que piensa y que nos ayudan a pensar, pero <i>La isla de las tentaciones</i> puede más que esto, pueden más dos tetas que dos carretas... para lo bueno y para lo malo. Es una lástima que para programas infames de televisión sí valgan las exhibiciones y para reivindicar derechos no. Como dice Umberto, la sociedad misma vive un proceso continuo de precarización en su origen político del matonismo y la deriva mafiosa que los sostiene.</div><p></p>
<p dir="ltr" style="text-align: justify;">Necesitamos rehumanizar y reivindicar un nuevo Renacimiento como símbolo intelectual, social y artístico para silenciar esa deriva fascista que está asolando la sociedad con su discurso retrógrado a volver a los valores de Teodosio. No es de extrañar que Ramón Gómez de la Serna reivindicara los senos y los elevara a categoría de arte, en una oda al simbolismo de todo lo que representaba: «opacidad convexa y muda parece siempre oponerse, desde luego, a la concavidad hospitalaria del sexo». Necesitamos más nacimientos de Venus, más tres gracias, más Venus de Urbino, más majas desnudas, más columnas rotas de Frida, más olympias... y más amarales, más rigobertas y más rocíos y más zaharas... Que se vea como lo que es: lo opuesto a la caverna integrista del machismo patriarcal que todo el infierno lo resume en <i>lo opuesto a la concavidad hospitalaria del sexo (aunque luego sean los más asiduos en los puticlubs)</i>. No entender el valor simbólico de enseñar las domingas en pleno concierto como reivindicación en un mundo hipersexualizado como el actual es de una estrechez mental digna de lo más casposo del medievo.</p>
<p dir="ltr"></p><div style="text-align: justify;">La canción de Eva Amaral en el momento de mostrarnos la opacidad convexa de sus senos dice: «Somos demasiados y no podrán pasar por encima de la vida que queremos heredar, donde no tenga miedo a decir lo que pienso». Es por eso que todo este panfleto, todo este desarrollo de reflexión, quedará siempre en agua de borrajas cada vez que con el solo gesto reivindicativo de todas las amarales del mundo decidan rebelarse contra la represión de tantos siglos en los que la Mujer tuvo que silenciar y ocultar y anular su ser, su existencia. Tiempos a donde unos pocos insisten en querer devolvernos, donde hasta las <i>hormigas</i> que hablan les rinde pleitesía. </div><p></p>
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9UW5TVsRSMIbtNFCX3b9V1221PVzPRQxsRSrNkQOVMDV4QAqettSt2QscGNX-vFnkrqni0kNuxKalhyphenhyphenTg0l_Q9YN-kfBEPeXso3LhBc3wfe1asQl26jgwIthoGls1dRQg5tp8TI6pcc4/s1600/Firma+DM.png" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="80" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9UW5TVsRSMIbtNFCX3b9V1221PVzPRQxsRSrNkQOVMDV4QAqettSt2QscGNX-vFnkrqni0kNuxKalhyphenhyphenTg0l_Q9YN-kfBEPeXso3LhBc3wfe1asQl26jgwIthoGls1dRQg5tp8TI6pcc4/s200/Firma+DM.png" width="140" /></a>
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<br /><a href="https://www.cervantesvirtual.com/obra/manifeste-du-symbolisme/" target="_blank"><span style="font-size: xx-small;">1) Manifest du Symbolisme, Jean Moréas. (1885).</span></a> <div><span style="font-size: xx-small;"><a href="https://www.agapea.com/Umberto-Eco/De-la-estupidez-a-la-locura-9788426424853-i.htm" target="_blank">2) De la estupidez a la locura, Umberto Eco (Lumen, 2022).</a></span><a href="https://www.cervantesvirtual.com/obra/manifeste-du-symbolisme/" target="_blank"><span style="font-size: xx-small;"><br /></span></a>
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<a href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/" rel="license"><img alt="Licencia Creative Commons" src="https://i.creativecommons.org/l/by-nc-nd/4.0/88x31.png" style="border-width: 0px;" /></a>
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<span style="font-size: x-small;">© Daniel Moscugat, 2023.</span></div>
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<span style="font-size: x-small;">® Texto protegido por la propiedad intelectual. </span></div></div>Daniel Moscugathttp://www.blogger.com/profile/14653924260243912831noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-5160534885780077226.post-24872468868395492023-08-11T11:25:00.001+02:002023-08-17T13:56:07.189+02:00La ola<div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj3drygrHXGISmyvKbs_smHtWg9gSp5eIhHl6TMcxGNWuKwz2PT6ngXrmJFOgflQOfnT0jdGRsGT2b7xTeE0wC4ba27N1PFhK80X_qTzPhzBqgCwopi34Tg7yZik6Mm6SCzG97x-1vBq-19DK5DmEQGs5zmBVR32dGBykxEGNOKY5KAwjbcyKvMSgYrr1Q/s1238/Polish_20230810_181509395.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1238" data-original-width="1080" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj3drygrHXGISmyvKbs_smHtWg9gSp5eIhHl6TMcxGNWuKwz2PT6ngXrmJFOgflQOfnT0jdGRsGT2b7xTeE0wC4ba27N1PFhK80X_qTzPhzBqgCwopi34Tg7yZik6Mm6SCzG97x-1vBq-19DK5DmEQGs5zmBVR32dGBykxEGNOKY5KAwjbcyKvMSgYrr1Q/w278-h320/Polish_20230810_181509395.jpg" width="278" /></a></div>Resulta difícil escribir después de tanto tiempo de retiro y reflexión. Sobre todo resulta triste intentar al menos esto último en los tiempos que corren. Dadas las circunstancias, en una sociedad que se mueve como pez en el agua sobre <i>la ola</i> de las noticias falsas, el adoctrinamiento canalla de las ideas sectarias sobre el concepto bastardo de «patria», y la connivencia de los afines a esa secta que manejan hilos importantes de los resortes de la cohésion y protección social, reflexionar y poner el dedo en la llaga te procura enemigos íntimos e insospechados; es un deporte de riesgo extremo la reflexión, puesto que ya no hay espacios para el debate, la aportación de datos objetivos y sobre todo alcanzar un punto intermedio de consenso.</div><div><br /></div><div>No sé si ha visto la película <a href="https://www.filmaffinity.com/es/film695239.html"><i>La ola </i>(Dennis Gansel, 2008)</a>, que narra la iniciativa de un profesor de instituto para llevar a cabo un experimento con el que sus alumnos entendiesen los fundamentos de los gobiernos totalitarios. Un proyecto que se inicia casi como un juego y que acaba de manera trágica, con la disciplina como premisa y el sentimiento <i>patriótico </i>que confunde a sus participantes en una comuna de ideas imaginarias que acaba convirtiéndose en un movimiento real dentro del mismo centro de estudios, e incluso fuera de él...</div><div><br /></div><div>Todo individuo que crea en la democracia debería revisar al menos esta cinta del director alemán Denis Gansel. Deja en evidencia el cómo y el porqué de la revolución fascista que sufre como una <i>ola</i>, no solo este país, también el resto de Europa.</div><div><br /></div><div>Es un hecho incuestionable que fascistas, filofascistas y demás lunas menguantes que los orbitan, y que a su vez giran en movimiento de revolucion alrededor del histórico sol nazi del pasado siglo XX, creen con tanto ímpetu, firmeza y denuedo sus propios delirios de falsedades que serían capaces de hacer girar la Tierra en sentido contrario al movimiento de rotación; Adolfo estuvo a punto de conseguirlo... De no ser por el infame asesino Stalin y su comunismo purgado de rabia, España sería hoy una provincia de Alemania. </div><div><br /></div><div>Esos adeptos, en su asunción de la ilusión como si de una realidad se tratase, creen los cuatro conceptos y medio por los que se desenvuelven a pie juntillas como si de una Biblia se tratase; porque en las tripas no hay verdad ni neuronas capaces de conectarse para descifrar un solo pensamiento razonado, consensuado o siquiera debatido; solo albergan un falaz e irracional falso sentimiento patriótico que lo justifica todo, esto es, escatología pura (entiéndaseme los dos sentidos de que dispone la etimología del palabro). La película que cité antes, lo describe así de manera contundente.</div><div><br /></div><div>Esa demagogia embebida por la discapacidad intelectual les hace ciertamente peligrosos, porque no hay nunca apelación más burda, primitiva e ignorante al sentido de la democracia que la causa se resuma en un golpe de colon... y al retrete (salvo cuando la democracia le es favorable para asir el bastón de mando y golpearnos con él a la inmensa mayoría que no sintamos la patria como ellos). Basan sus delirios de odio <i>democrático</i> en un hipotético régimen estatutario donde solo caben los proyectos que guardan en las tripas y gustan en defecar sobre todos y para todos por imperativo legal, como maná en el desierto intelectual por el que vagan desde allende el tiempo donde creó tormentas y deseos. Y solo los que anhelan la putrefacción de lo que despiden las tripas son los que acaban orbitando alrededor de esa idea de común denominador, hasta los habrá que se cansen de vagar por el paraíso de la honestidad y acaben por inmolarse en el espejismo de la falsedad en el desierto de la desigualdad autocrática.</div><div><br /></div><div>Y en ese sentido, querido ilustre ignorante como yo, el gran Antonio Machado se atrevió a sintetizar una de sus reflexiones más solemnes en torno a estas ideas en una sola frase: «El arma más destructiva que utiliza el fascismo es la mentira». Porque la mentira da una vuelta al mundo antes de que la verdad se ate los cordones, como dijo para la posteridad también Mark Twain; y si no, que se lo pregunten a MAR. Así funcionaba el rudimento de crear <i>sociedad</i> entre los alumnos del instituto de <i>La ola, </i>así funcionó la propagación del régimen Nazi en el siglo XX, y así funciona a las mil maravillas ahora, también y sobre todo en España.</div><div><br /></div><div>Y es que, querido ilustre, acopiamos pocos intelectuales en este país que sacudan el tarro de pensar (también para que sacudan el nuestro), y los pocos que quedan (como Emilio Lledó, por poner solo un nombre en la palestra) se van apagando poco a poco y prefieren el silencio a luchar contra los molinos, porque andamos todos ciertamente con la mierda al cuello y ellos ya tienen el cielo ganado y evitan complicarse la vida... Lo peor es que hasta los hay que disfrutan retozando en ella y aniquilan emocional, intelectual y profesionalmente sin ambages a todo el que amenace con desinfectar con lejía y zotal. </div><div><br /></div><div>Si añadimos a la fórmula la clase tan amplia de furcias mediáticas que copan el pseudoperiodismo que nos mean filofascismo a diario (y que nos quieren hacer creer que es el más dulce de los perfumes, e incluso es mayoría quien lo cree a pie juntillas) da como resultado una sociedad que va camino de la inutilidad más viciosa de toda la historia de la humanidad. En especial los que parecían honestos sucumbirán por treinta mondas de plata para disfrutar en ese espejismo de mentiras en pleno desierto de decencia y honestidad, falsedad y desigualdad autocrática. Mire donde mire, sea cual sea el país al que eche un vistazo, la cosa no pinta mejor que aquí.</div><div><br /></div><div>Espero no haber hecho mucho <i>spoiler</i> de la película, porque acabar pueden comprobar cómo acaba si le echa una visial, y la verdad es que da pavor...</div><div><br /></div><div>La verdad, con mi corazón en la mano, hacemos méritos más que sobrados para la extinción de nuestra especie... Nunca pensé que el ser humano abrazase la autodestrucción con tanto empeño como ahora desde que Hitler logró llegar al poder un 30 de enero de 1933. Ni cien años han pasado...</div><div><br /></div><div>Hala, y ahora unos churros con chocolate antes de que se acabe todo esto.<br />
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<a href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/" rel="license"><img alt="Licencia Creative Commons" src="https://i.creativecommons.org/l/by-nc-nd/4.0/88x31.png" style="border-width: 0px;" /></a>
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<span style="font-size: x-small;">© Daniel Moscugat, 2023.</span></div>
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<span style="font-size: x-small;">® Texto protegido por la propiedad intelectual. </span></div></div>Daniel Moscugathttp://www.blogger.com/profile/14653924260243912831noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-5160534885780077226.post-84361981466712320102023-01-08T23:58:00.009+01:002023-01-09T10:11:40.655+01:00Reivindicación del panettone <div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiPVcQSiVtb5QvlDobttm95eIc8Jd3cbygDFicyWPhzCh_w_R9bs9R1KV-PlxqQmPrOB7bu2jiLdauPPPpgQpZnIA0J2FA6FEqfS_6Aa1EtyXFcS2bSK_DDyOsZYCAg8mP37vgVbBaHPrRQ8pzlfqhgLzgi2J68B05k45Me7bvIGDLEdpjZS2RqMa7y/s1238/Polish_20230108_192642360.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1238" data-original-width="1080" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiPVcQSiVtb5QvlDobttm95eIc8Jd3cbygDFicyWPhzCh_w_R9bs9R1KV-PlxqQmPrOB7bu2jiLdauPPPpgQpZnIA0J2FA6FEqfS_6Aa1EtyXFcS2bSK_DDyOsZYCAg8mP37vgVbBaHPrRQ8pzlfqhgLzgi2J68B05k45Me7bvIGDLEdpjZS2RqMa7y/s320/Polish_20230108_192642360.jpg" width="279" /></a></div><div style="text-align: justify;">En los últimos tiempos una serie de protestas perpetradas por activistas reivindicaban una mayor acción sobre el cambio climático. El objetivo, al parecer, era llamar la atención de los mandatarios del mundo (los del <i>primer</i> mundo) para que pongan remedio a lo que ya difícilmente lo tiene. Todo muy loable, porque la causa lo merece y la historia del ser humano está escrita con protestas, huelgas y revoluciones; y las ha habido ingeniosas y extravagantes, también sangrientas y deplorables, pero luchar por preservar la vida del planeta destruyendo de las pocas cosas capaces de transformar la forma de pensar del ser humano, esto es, <i>el arte</i>, da claras muestras del escaso nivel de reflexion intelectual en el que nos ubicamos en el siglo XXI; mucho ruido, pocas nueces y menos sesera. Lo peligroso es que estas formas extrañas e incongruentes de reivindicarse corren el riesgo de convertirse en tradiciones, esa faceta tan eroticofestiva del ser humano que tan fácil asumimos y adaptamos a nuestras costumbres culturales. Y lo hacemos con tanta soltura y desparpajo que ya podríamos decir que nos hemos encontrado con una nueva tradición, ahora que ya acaba de terminar la Navidad, con sus espumillones, belenes y turrones. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">No hay centro comercial, panaderia, pasteleria, mercadillo o tienda de barrio que no tenga entre sus ofertas un buen panettone. Y desde luego, no ha habido mesa y mantel en estas fiestas pasadas que no haya contado con uno de esos riquísimos bizcochos de la gastronomía italiana. Ya los hay de chocolate, con miltifrutas escarchadas, y con toda suerte de rellenos y coberturas; como el roscón de Reyes, que a poco que continúe esa escalada lo veremos relleno de morcilla o crema se sobrasada (me consta que ya lo hacen de Lacasitos). En fin, lo dicho, que el panettone se asienta ya como parte de la tradición navideña española, e incluso europea. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Las tradiciones suelen llegar siempre del mismo modo: se halla un elemento social, gastronómico, literario o religioso o de cualquier índole humana que funciona como resorte y ayuda a percibir el concepto del mundo de manera cohesionada; en ultima instancia se crea en sí mismo momentos particulares y significativos en la vida social y ese elemento acaba funcionando como pegamento. Es así como se construyen sociedades y se crean identidades colectivas, que a su vez dan forma a las individuales, desde Mesopotamia hasta nuestros dias... y seguirá siendo así porque somos animales sociales y nos va la marcha.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Valorar si nos gustan más o menos, no tiene incidencia alguna, porque aquí lo que prima es el colectivo social, moral y espiritual del grupo. Y del mismo modo como llegan y nos cohesionan se van, porque su función de adherencia, de pegamento, desaparece o es prescindible. De ahí que las tradiciones que tienen como epicentro festejar la crueldad animal estén en vías de desparecer (entre otras cosas, porque la educación en transmitir valores a las generaciones venideras que se basan en el respeto a nuestro entorno es una premisa que une nuestra conciencia social colectiva), o quién recuerda ya el famoso aguinaldo del que apenas ni se habla siquiera en los medios de comunicación como algo anecdótico...</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Todo cuanto hacemos tiene intrínsecamente un componente ritual que se basa en una costumbre. Y, del mismo modo en que nosotros tenemos costumbres que exportamos a otros países (la siesta, tapear, nuestros dulces navideños, la tortilla de patatas...), así de absorbentes somos a la hora de acoger y aceptar tradiciones de fuera: los belenes en navidad (de origen italiano), Halloween (de origen irlandés), San Juan (que antes de ser tradicion religiosa era festividad pagana e incluía sacrificios humanos en la hoguera), el árbol de navidad (de origen escandinavo), los carnavales (relacionados con las Saturnales en el Imperio Romano, y a posteriori en la <i>carnem levar,</i> festividad originaria de Venecia)...</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La RAE define <i>tradición</i> como «Transmisión de noticias, composiciones literarias, doctrinas, ritos, costumbres, etc., hecha de generación en generación». Y por ello reivindico el pantone como dulce tradicional navideño. Porque cumple con su función: es un «pegamento» social y ayuda a percibir el concepto del mundo de manera cohesionada en el grupo; la universalidad mediterránea en un trozo de bizcocho esponjoso. Da pie, como excusa, a crear momentos particulares y significativos en la vida social y familiar. Y, ¡qué demonios!, porque está increíblemente riquísimo y, ademas, es una autentica <i>obra de arte</i> culinaria. Una belleza emocional de la que espero no existan reivindicaciones grotescas capaces de devorar el significado intrínseco que ya posee como toda tradición que se precie: celebrar la vida de generación en generación.</div>
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<a href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/" rel="license"><img alt="Licencia Creative Commons" src="https://i.creativecommons.org/l/by-nc-nd/4.0/88x31.png" style="border-width: 0px;" /></a>
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<span style="font-size: x-small;">© Daniel Moscugat, 2023.</span></div>
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<span style="font-size: x-small;">® Texto protegido por la propiedad intelectual. </span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><br />Daniel Moscugathttp://www.blogger.com/profile/14653924260243912831noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-5160534885780077226.post-84456690777536055412022-02-06T12:37:00.005+01:002022-02-06T18:45:40.145+01:00Antes que ganar hay que saber perder<div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiMd_zUvXari6kbsfOb1LwsZaQQQ-tSViDget1BMdf85vOIFnQOglfGv4SonCacanVxT9IVQtIZqzNBBh6gJ4G1TwUuqjZT02gxK4jd4Of3oyvw9YZ5Lnidrpm5dzBXo6Rj9ehQ695Q9P0cg0xquJAxxU_9dB2aKCAHv6Xg-OTW5pQWs5lFQxDogLDf=s2660" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2660" data-original-width="2306" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiMd_zUvXari6kbsfOb1LwsZaQQQ-tSViDget1BMdf85vOIFnQOglfGv4SonCacanVxT9IVQtIZqzNBBh6gJ4G1TwUuqjZT02gxK4jd4Of3oyvw9YZ5Lnidrpm5dzBXo6Rj9ehQ695Q9P0cg0xquJAxxU_9dB2aKCAHv6Xg-OTW5pQWs5lFQxDogLDf=s320" width="277" /></a></div><br />Está de moda el negacionismo. Hasta lo que tenga que pasar por un consenso y se base en acuerdos o esté sometido a unas reglas es motivo de discordia. Nadie es capaz de aceptar una demostración empírica o científica, ni siquiera un resultado, sea cual sea este, por más elocuente que resulte. Es una moda a la que sucumbe hasta ciertos premios Nobel: «Lo importante en una democracia no es la libertad, sino votar bien». Huelga decir tanto con tan pocas palabras. «En España de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa». Machado no concretaba, solo auguraba lo que somos y seremos siempre, «porque si cada español hablase de lo que sabe, se produciría un silencio que bien podríamos aprovechar para el estudio*»...</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Desde hace una década, poco más o menos, el abajo firmante siente hastío de ver y escuchar cómo se lanzan sombras de sospecha sobre todo lo que tenga que tenga que ver con elecciones, consensos, decisiones, o fallos de jurado. Un ejercicio pseudointelectual con cimientos de humo que se propaga, cada vez con más asiduidad, por la red de redes; esa misma de la que Umberto Eco vaticinara otorgarle más poder al tonto del pueblo que a un premio nobel: en aras de proclamarse liberal o independiente, resultaría difícil discernir quién es quién; me refiero a quién es el tonto y quién el premio Nobel.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Nos aplasta una pandemia y expertos virológos brotan como champiñones desde las catacumbas más sombrías del planeta, proponiendo todo tipo de conjuros y diagnosticando hipnosis colectiva con millones de nanobots que inocularán con las vacunas (si Ray Bradbury levantase la cabeza...). Se avecinan elecciones y millones de analistas y politólogos salen de todos rincones insospechados como hienas defendiendo su opción al más puro estilo de hooligans zelotes inventando historias que otras hienas propagan sin contrastar. Nos jugamos algo importante en un partido de fútbol y brota, cual fructífero césped por todo terrizo fértil, kilómetros de alfombra verde en forma de expertos técnicos del balompié que lo más cerca que han visto un campo de fútbol es el mando a distancia con el que cambian de canal desde el sofá. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Y ya habrán visto lo que ocurre cuando hay que elegir para que nos representen en Eurovisión, ese festival que a la mayoría del populacho le ha importado siempre un pimiento frito hasta la llegada del día D. ¿Que llevamos candidatos que salen de otro concurso?: tongo; ¿llevamos cómicos que interpretan un papel parodiando a un músico reguetonero y son elegidos por el público?: cacicada; ¿llevamos candidatos elegidos por la cadena de televisión pública?: pucherazo; ¿y si elegimos a quien resulte ganadora en un festival de música?: lo convertimos en cuestión de estado... literalmente. Partidos presuntamente democráticos, bajando al barro de las <i>fake news</i> y los tongos, se rebozan con el espíritu de Trump a voz en grito. Todos ellos, en resumidas cuentas, expertos musicólogos incapaces de diferenciar en un pentagrama una clave de sol de una fa... Nada peor que no saber perder.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Cualquier cosa que esté contra nuestro modo de pensar y sentir es falso o es tongo. Queremos que todo sea democrático, elecciones por votación popular, que nos lleven a las urnas hasta para decidir si se puede o no defecar después de la medianoche; no vayamos a molestar al vecino que duerme tras tirar de la cadena. Exigimos votar, pero refrendamos el resultado si coincide con nuestro voto. Nadie se conforma con los resultados de lo que se tercie... Es lo que suele esgrimir siempre el mal perdedor, el envidioso y maleducado, que reclama el premio como suyo vistiéndose con las mismas palabras: tongo, fake, robo, pucherazo, cacicada, etc. Se nota bastante en estas actitudes la siembra de la oposición política en la opinión pública con esa cantinela de no cansarse en catalogar al gobierno actual «socialcomunista filoterrorista» de «ocupa», «ilegal» y «dictatorial», cuyo único argumento de peso es que no le gusta lo que han votado sus conciudadanos. Es un tongo y hay que revertir el voto porque no gusta. Es el nuevo negacionismo, el institucional. ¡Cuanto daño ha hecho en el subconsciente colectivo aquel mítico exabrupto del precursor!: «La calle es mía».</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Acabamos de vivir un episodio que ejemplifica y resume todo: votación a la propuesta de reforma laboral sobre la reforma laboral. El error de un voto ha dado vía libre a aprobarla y, de camino, ha destrozado la intentona de un nuevo tamayazo. Cuando no gusta el resultado el mal perdedor se parapeta siempre en los mismos mantras: tongo, pucherazo, robo, cacicada... Nunca antes unas palabras tan sectarias habían supuesto para una sociedad una auténtica profecía kármica: «Lo importante en una democracia no es la libertad, sino votar bien». Desde luego que sí; y más importante que ganar es saber perder.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">*<span style="font-size: x-small;">Cita atribuida a Manuel Azaña.</span></div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9UW5TVsRSMIbtNFCX3b9V1221PVzPRQxsRSrNkQOVMDV4QAqettSt2QscGNX-vFnkrqni0kNuxKalhyphenhyphenTg0l_Q9YN-kfBEPeXso3LhBc3wfe1asQl26jgwIthoGls1dRQg5tp8TI6pcc4/s1600/Firma+DM.png" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="80" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9UW5TVsRSMIbtNFCX3b9V1221PVzPRQxsRSrNkQOVMDV4QAqettSt2QscGNX-vFnkrqni0kNuxKalhyphenhyphenTg0l_Q9YN-kfBEPeXso3LhBc3wfe1asQl26jgwIthoGls1dRQg5tp8TI6pcc4/s200/Firma+DM.png" width="140" /></a>
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<a href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/" rel="license"><img alt="Licencia Creative Commons" src="https://i.creativecommons.org/l/by-nc-nd/4.0/88x31.png" style="border-width: 0px;" /></a>
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<span style="font-size: x-small;">© Daniel Moscugat, 2022.</span></div>
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<span style="font-size: x-small;">® Texto protegido por la propiedad intelectual. </span></div>Daniel Moscugathttp://www.blogger.com/profile/14653924260243912831noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-5160534885780077226.post-48657811330698929412022-01-28T15:34:00.002+01:002022-02-24T10:14:55.467+01:00Dos no se pelean si uno no quiere<p dir="ltr"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgSmRqfPuc6zDccnFhC-Cmw5nwMPNC-cM_VJle6sYBsok-mfz_6aaOTc8X2LiHYCTvDq7J5oJurQshHIGTI1PkVcQ2aYuFhBVDe6xVavevcsyN2bYpH2iYJXb6fMj3FkvYau2F3NSM0YA0Dk0LbPU11hYhx2tvq-M15X1cRbSPtr9RpTdyTI7RWuRfB=s299" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="299" data-original-width="261" height="299" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgSmRqfPuc6zDccnFhC-Cmw5nwMPNC-cM_VJle6sYBsok-mfz_6aaOTc8X2LiHYCTvDq7J5oJurQshHIGTI1PkVcQ2aYuFhBVDe6xVavevcsyN2bYpH2iYJXb6fMj3FkvYau2F3NSM0YA0Dk0LbPU11hYhx2tvq-M15X1cRbSPtr9RpTdyTI7RWuRfB" width="261" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;">Estimados amigos... otra vez por aquí. Llevaba desde el año pasado sin escribir una sola letra y me he animado, dadas las circunstancias. Dicen que, al parecer, tenemos guerra a la vista. Y dicen que dos no se pelean si uno no quiere. Sin embargo, en este conflicto ucraniano-ruso hay muchos actores condicionantes y, aunque uno de los actores no quiera, el resto parece que entran o quieren entrar al trapo.</div><p></p>
<p dir="ltr" style="text-align: justify;">Como siempre, la memoria cortoplacista de la política, sumada a la amnesia permanente del ser humano, está animando a todo el mundo a tirarse de los pelos (el que los tenga, claro), y a gritar por las esquinas el famoso NO A LA GUERRA que vino dada de raíz por la semilla de una <i>fake new</i> propulsada por varios incautos, con la prosopopeya de un bigote añadido. Al parecer, en estos momentos, Europa y EE. UU. se rasgan las vestiduras por la amenaza de Rusia de invadir el este de Ucrania. El nuevo Soviet fascista no quiere que se su vecino se adhiera a la OTAN, incluso exige que otros países del este, ya inscritos, se desvinculen. Dicho sea de paso, a los iuesei le importa un huevo de pato y otro de codorniz si Ucrania se adhiere a la OTAN o no, es pura estrategia de contención. De ahí que Putin se le suba a las barbas a toda una potencia económica como Europa y que los vaqueros se suban a los caballos para acudir en ayuda del amigo vaquero de la vieja guardia; quien, poe cierto, miró para otro lado y sin pestañear cuando el hijo de la gran Rusia se anexionó la península de Crimea: ni siquiera una reprimenda al matón de la clase, oiga.</p>
<p dir="ltr" style="text-align: justify;">También es verdad que la realidad de Europa es distinta a la percepción generalista y cortoplacista del populismo militante de este viejo continente tan proclive a adorar las <i>fake news</i>, que en buena medida provienen de los herederos militares, tecnológicos y cibernéticos del viejo Soviet, y en lanzar las campanas al vuelo cada vez que le entra una chinita en el zapato: siempre amenaza, pero nunca actúa. En fin, si no me creen por lo de las <i>fake news</i>, visiten esta página <a href="https://euvsdisinfo.eu/es">https://euvsdisinfo.eu/es</a>/ y abran bien los ojos.</p><p dir="ltr" style="text-align: justify;">La incidencia de Rusia en los conflictos políticos y debates públicos del mundo es abrumador, llegando incluso a influir en unas elecciones de EE. UU. que aupó al demente Donald a alzarse con la presidencia; hasta tuvo sus más que notables escarceos en el <i>proces </i>independentista catalán, así como también los tuvo en el brexit, y sobre todo la apabullante connivencia con la ilógica ultraconservadora de los partidos neofascistas que pueblan europa. Entender esto y asumirlo como una dolorosa realidad es primordial y para ello creo necesario hacer mas pedagogía de política internacional en los medios para poder entender conflictos como el de Ucrania. Pero claro, aquí más que pedagogía se hace apología del acoso y derribo al contrario porque piensa distinto... y así nos va. Si no se ayuda a la ciudadanía con pedagogía de la realidad, nunca podrá entender lo que ocurre fuera de nuestras fronteras.</p>
<p dir="ltr" style="text-align: justify;">Putin no responde ni responderá nunca a ningún criterio democrático, porque es un oligarca con ínfulas dictatoriales. En su afán de emular a la gran Rusia de la Segunda Guerra Mundial, pretende resucitar el viejo Soviet del telón de acero y la guerra fría a base de perseguir periodistas críticos, encarcelar y asesinar opositores, anexionarse territorios, y utilizar la mejor herramienta de todas para producir conflictos, aprovecharse de ellos y salir airoso: las <i>fake news </i>que propaga por las redes sociales<i>. </i>La única diferencia entre la CCCP y este Soviet es el business, el resto es todo lo mismo con distinto collar.</p>
<p dir="ltr" style="text-align: justify;">Si entre los países de europa encontramos unidad de acción, por estos lares encontramos, a la chita callando, la nota discordante en forma de grito a cielo abierto, un acto de bajeza moral reprochable. El líder de la oposición, que debería arrimar el hombro sin condiciones ante un clima prebélico como el que nos ocupa —y alardear así de ese patriotismo del que sólo hace gala con banderitas y fanfarrias en campaña electoral—, se atreve a decir que España no tiene un papel relevante a nivel internacional por culpa de este gobierno socialcomunista. Voy a desempolvar la memoria más reciente en forma de mínimos ejemplos a modo de zascas infames: en el desalojo de Afganistán, hace unos meses, Ursula von der Layen dijo de España que 'era el alma de europa'; se celebró aquí, en plena pandemia, la cumbre del clima; organizaremos el próximo congreso de la OTAN, en junio, donde se deliberará las nuevas líneas políticas a seguir por los miembros del tratado; junto a francia; España LIDERÓ (suena raro, pero es la verdad) el impulso de los fondos europeos para la recuperación económica de Europa (en las antípodas de la bajada de pantalones de un tal eme punto Rajoy y su elenco de mirlos con el vientre suelto durante la crisis económica, que aún hoy seguimos pagando); a niveles diplomáticos, se ha conseguido restañar un tanto, con paciencia y soportando una torrencial lluvia de insultos infames, la imposición de un relato mitigador del independentismo, cosa que ni siquiera a niveles políticos el anterior gobierno fue capaz de liderar o imponer un relato político de soberanía nacional sobre el conflicto independentista; más bien, como no podría ser de otro modo, su metodología consistió en empujar por la fuerza y atropellar a sus impulsores y a la ciudadanía, como un Putin cualquiera con Krimea; y voy a aparcar el ridículo persistente de Casado y sus acólitos espantajos sin personalidad de utilizar <i>fake news</i> en Europa para desestabilizar la llegada de los fondos de recuperación a su propio país. Una cerilla mal prendida puede hacer saltar por los aires todo el arsenal que se está acumulando en la zona de conflicto ucraniano-ruso, y aquí cada cual a lo suyo, intentwndo sacar rédito electoral.</p>
<p dir="ltr" style="text-align: justify;">Conclusión: a pesar de todo, por muy turbia que parezca la cosa, no habrá guerra. Porque la inflación en Rusia está disparada en estos momentos, el rublo vale la mitad que hace ocho años, su economia se ve debilitada por las sanciones, es el PIB once en el mundo y el sesenta y cinco per capita (lo que habla de las profundas desigualdades que vive su ciudadanía), con la amenaza en la sombra sobre sus cabezas de que su mejor cliente (Europa) vaya a comprarle a Arabia el gas natural, y el cálculo, groso modo, del gasto militar por un conflicto de semejantes características haría desplomar sus indicadores económicos e incrementaría su deuda entorno al 10%... todo esto es una muestra de lo que en realidad hay detrás: una oportunidad para EE. UU de endosar unas decenas de miles de millones en armamento, a cobrar a medio plazo y con intereses.</p>
<p dir="ltr" style="text-align: justify;">Y Europa tampoco irá a la guerra porque Francia y Portugal tienen elecciones a la vuelta de la esquina; Italia continúa en el bucle convulso de su política doméstica; Alemania, Holanda y Bélgica andan temblando por el probable cierre del grifo del gas y hasta la llegada de los Reyes Magos de oriente pasarían el invierno por hielo; Reino Unido aún se debate entre las fiestas de su jefe del estado en plena pandemia y la enconada inoperancia para hacer frente al brexit; y en España vamos a lo nuestro: arrojando piedras contra nuestro tejado y poniendo palos en las ruedas con los enésimos actos cainitas con fines partidistas: que te quites tú para ponerme yo; que cuanto peor, mejor, «ya levantaremos nosotros España a nuestra manera». Dicen que dos no se pelean si uno no quiere, el problema es que aquí a pesar de que una parte ni busca ni quiere pelea, sus contrincantes apuestan por la confrontación, <i>porque es su obligación </i>mostrar el arsenal de campaña electoral permanentemente: ni Putin, con toda su artillería mediática y militar, es tan persistente y metódico. Sin embargo, hay una incógnita en la ecuación que sobrevuela sobre nuestras cabezas como la hoja de una guillotina. Una incógnita que hace siempre estallar en mil pedazos cualquier previsión lógica: la locura. Sólo un loco se dispararía en el pie para tratar de hacer daño a terceros... y en eso la Historia nos ha dado maestros.</p>
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<span style="font-size: x-small;">© Daniel Moscugat, 2022.</span></div>
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<span style="font-size: x-small;">® Texto protegido por la propiedad intelectual. </span></div>Daniel Moscugathttp://www.blogger.com/profile/14653924260243912831noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-5160534885780077226.post-35598379144612248492021-12-01T10:17:00.001+01:002021-12-01T10:23:13.758+01:00Estética sin ética<div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiUjyfk8ugFuzKQ8Ce4XG1tPKxX_tqA8gvuPd48b9DsPwkyWLl5y45yCrjQTrS13tILuCBaTYkSYT3imPbPpNjJXCRyqcepUU8GkyD9_cJHMRk54EgeBswjYeBy5fAjRx4Kcn3ylecA9nU/s273/blog.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="238" data-original-width="273" height="238" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiUjyfk8ugFuzKQ8Ce4XG1tPKxX_tqA8gvuPd48b9DsPwkyWLl5y45yCrjQTrS13tILuCBaTYkSYT3imPbPpNjJXCRyqcepUU8GkyD9_cJHMRk54EgeBswjYeBy5fAjRx4Kcn3ylecA9nU/s0/blog.jpg" width="273" /></a></div><br />«Yo soy una mentira que dice la verdad», llegó a confesar Jean Cocteau. Y no lo dijo en sentido literal. En esa línea escribió Pessoa: «El poeta es un fingidor. / Finge tan completamente / que hasta finge que es dolor / el dolor que en verdad siente». Traducido en cristiano: el razonamiento tiene un límite que no trasciende como sí lo hace el devenir de un pensamiento que está hecho de artefactos tan dispersos como las emociones, el intelecto, la lógica, la reflexión... Esa argamasa de la que está hecha los poemas tiene la peculiaridad de trascender más allá de lo que puede hacerlo una idea racional, que quizá nos representa como ser vivo, pero no siempre sucede esto con un poema.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div><div style="text-align: justify;">Félix Ovejero escribió el ensayo «El compromiso del creador. Ética de la estética» (Galaxia Gutemberg, 2014), que ayuda a comprender, y a dónde situar, el verdadero arte contemporáneo. Reflexiona sobre tomar, como punto de partida, la seriedad del creador a la hora de afrontar su trabajo, su relación con el medio y su contemporaneidad, la razón de ser del arte. Bien es cierto que no todo lo que se escribe es arte lírico, por lo que seria sensato acostumbrarse a hacer autocrítica. Pongamos un ejemplo para comprender que no todo lenguaje escrito es poesía, y aún menos todo poema premiado por la buenaventura es lírica. Supongamos que hemos quedado con unos amigos para jugar un partido de fútbol, o hemos adquirido un kit para sembrar tomates en un rinconcito de nuestro lavadero. Practicar un deporte con nuestros amigos vistiendo la indumentaria oficial de nuestro equipo favorito, o conseguir los primeros tallos de una tomatera, no hacen de nosotros deportistas profesionales o agricultores. La autocrítica, afrontar ese trabajo lírico ‘en relación con el medio y su contemporaneidad' es la razón de ser de todo autor que se precie. </div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Quizá sea ese fundamento, desconocido para la gran mayoría de «profesionales» del verso, es el que acongoja a toda esa mafia cultural que denosta a todo el que no está protegido bajo las alas de su mediocridad; que acostumbra a despreciar «ese tsunami lírico que ha aflorado, aquí y allá, con lecturas, presentaciones y disímiles logias del verso, y del ripio intrascendente». Palabras como estas no es más que miedo a lo criticado, porque desconocen, no pueden controlar o no entran en sus cánones estetico-técnicos. Y, como buenos adalides del pensamiento único, condenan a vagar cuarenta años por el desierto todo lo que contradiga sus mandamientos.</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Gombrovicz veía que la lírica se deslizaba hacia un abismo sin fin, por defectos de forma: ripios intrascendentemente recamados y porque andaba sometida al control de individuos de semejante calaña. Y es que, aunque el espejismo de esa floración anormalmente prolija y medrada en inviernos cálidos; desaparecida la tradición y sus reglas; casi en barbecho las reflexiones éticas y estéticas; la lírica necesita con urgencia una brújula, porque la obviedad que queda al alcance de cualquiera es flagrante, y la vanidad que se respira entre bambalinas más que concluyente. La poesía anda sometida a un régimen endogámico (cuyos preceptos bien podrían datar del oscurantismo), que acoge premisas como lealtad y traición que son determinantes fatídicos usados con frecuencia como armas éticas para cercenar las cabezas de cualquiera que pretenda siquiera militar en sus logias y disienta de sus preceptos.</div></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Si hay algo que no pueden controlar esos claustros del verso bastardo son los lectores. Y, como dije al principio, la argamasa de la que está hecha la poesía también la perciben del mismo modo los lectores, que son quienes llevan lo que leen a lugares de sí mismos que ni conocen ni reconocen. Eso es tan pavoroso para los obispos ecuménicos del lirismo, que en ocasiones hasta envidian los ripios superventas de esos incautos que denostaron en su momento y ahora han de aceptar a regañadientes en sus conciliábulos infames. La esencia poética, según Aristóteles (Poética), se origina porque el hombre imita la realidad y, también, por la existencia del ritmo y de la armonía de la naturaleza. Algo tan inasible que los caudillos de esas logias no pueden, ni podrán, controlar jamás, aunque destierren al ostracismo a quienes no acepten sus preceptos.</div><div><br /></div><div>(Artículo aparecido en la revista digital <a href="https://drive.google.com/file/d/1V0WEtChJTdMBGXM90oiGLKHALtCOw1OS/view?fbclid=IwAR3lGRvoqJxGcLH0lW7rPfYBcXuCcrDV1Zt9mNnmAXCyGGNa8JuAgMtBpG8" target="_blank"><i>El victorino</i>, N.⁰ 2</a>).<br />
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9UW5TVsRSMIbtNFCX3b9V1221PVzPRQxsRSrNkQOVMDV4QAqettSt2QscGNX-vFnkrqni0kNuxKalhyphenhyphenTg0l_Q9YN-kfBEPeXso3LhBc3wfe1asQl26jgwIthoGls1dRQg5tp8TI6pcc4/s1600/Firma+DM.png" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="80" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9UW5TVsRSMIbtNFCX3b9V1221PVzPRQxsRSrNkQOVMDV4QAqettSt2QscGNX-vFnkrqni0kNuxKalhyphenhyphenTg0l_Q9YN-kfBEPeXso3LhBc3wfe1asQl26jgwIthoGls1dRQg5tp8TI6pcc4/s200/Firma+DM.png" width="140" /></a>
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<span style="font-size: x-small;">© Daniel Moscugat, 2021.</span></div>
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<span style="font-size: x-small;">® Texto protegido por la propiedad intelectual. </span></div></div>Daniel Moscugathttp://www.blogger.com/profile/14653924260243912831noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-5160534885780077226.post-85302154170055946062021-10-26T11:07:00.001+02:002021-10-26T14:00:39.870+02:00Ande yo caliente...<div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZ_Gr8na2JgR6zBq4LmDrjT8sxi_D7DOHlEMczlGeziMWJaeq54eDXg70mnf1WeMJnI3t5aA9iP2NuUeEzJxo265kk0K6MD9P4cZ3eaBgHqbcEJ0rzpTMlAHxQNukBbulCIAVkpR_tv3s/s273/abrigo.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="273" data-original-width="238" height="273" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZ_Gr8na2JgR6zBq4LmDrjT8sxi_D7DOHlEMczlGeziMWJaeq54eDXg70mnf1WeMJnI3t5aA9iP2NuUeEzJxo265kk0K6MD9P4cZ3eaBgHqbcEJ0rzpTMlAHxQNukBbulCIAVkpR_tv3s/s0/abrigo.jpg" width="238" /></a></div><br />«La hormiga es un animal colectivamente inteligente e individualmente tonto; el hombre es lo contrario». La memoria me trajo esas palabras de Karl von Frisch mientras observaba por enésima vez la actitud del conglomerado humano que aparece por el supermercado español y mucho español donde acudo a comprar habitualmente. Entrar al recinto me produce siempre un deje de aprehensión, que suele ir empañada de indignación, al ver cómo la gente abandona los carritos en el fondo del aparcamiento. Un flagrante pecado capital de absoluta pereza por ahorrarse la barbaridad de caminata de apenas veinte pasos para devolverlos al lugar que le corresponde. La dirección del supermercado decidió habilitar, en ese espacio huérfano, un receptáculo donde ubicar los carritos con el fin de invitar a los usuarios al orden. Y he aquí mi sorpresa: primero, premio para la pereza; segundo, porque el problema, lejos de solucionarse, continúa reproduciéndose del mismo modo, esto es, los carritos se amontonan de mala manera fuera de esa nueva ubicación... y también de las de siempre.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Podría ser este uno de los miles ejemplos que hablan socialmente de la raza humana, que tiene como especie la excepcionalidad de ser inteligente como individuo, pero eminentemente torpe y falto de escrúpulos como colectivo. No es de extrañar que nuestro cerebro haya menguado desde el pleistoceno. Al comparar la evolución de nuestra sociedad con respecto a la de las hormigas, según un <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fevo.2021.742639/full" target="_blank">estudio reciente</a>, al parecer la adaptabilidad del tamaño del cerebro humano es proporcional a la eficiencia de este, y por eso su evolución natural es disminuir de tamaño para aumentar la eficiencia personal. Nuestra masa gris tiene vida propia y, según la información recibida, reflexiona por su cuenta y piensa: ¿para que necesito toda esta información que no necesito si no voy a comprenderlo ni memorizarlo todo y en nada me beneficia? De ahí que la falta de uso y trabajo, esa pereza extraña de rehusar lo que no nos sirve para el día a día aun siendo útil pars el colectivo, va minando nuestra capacidad colectiva de hacernos fuertes evolutivamente. Es algo que dejamos como legado a las generaciones postreras.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Las hormigas comparten con nosotros muchísimos aspectos de la vida social y laboral, aunque como sociedad nos saca ventaja. Sirva como ejemplo que, a pesar de que algunos individuos, y a riesgo de ser excluidos por su entorno social, cumplen religiosamente con su parte del trabajo (colocar las cosas en su sitio, respetar las normas de circulación, salir a la calle con mascarilla durante los meses mas duros y aún sin vacunar...), como colectivo somos un desastre: si no fuese así, quizá no estuviera amenazada nuestra existencia por el cambio climático. Que sí, que individualmente procedemos a aportar con nuestro granito de arena siempre y cuando no nos cueste perder la chaqueta con la llegada del invierno, pero apenas vemos que alguno que otro se saltan la norma y no percibimos que no arriesga a pasar frío por sus vecinos, procedemos a abrigarnos y a los demás que los jodan. No queremos que nos tomen por tonto... Sería inimaginable este comportamiento entre las hormigas y verlas destruir su hábitat con tal de sacar rentabilidad individual. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Así que nuestro cerebro ha menguado desde el pleistoceno porque nos adaptamos... a lo cómodo, que es como decir a limitar nuestro conocimiento con lo que nos es útil para desarrollarnos como individuo. Quizás aún deberíamos aprender como colectivo lo que significa trabajar en equipo confiando plenamente unos en otros; en actitud abierta, sean de mayor tamaño, distinto color, forma o actitud individual; abiertos a todo el mundo y a adaptarnos a cualquier circunstancia en grupo; diligentes; y con capacidad de reagruparse sin un ápice de dudas cuando las circunstancias lo requieren... tal y como hacer las hormigas. De trabajar así durante la pandemia habríamos mitigado su azote mucho antes... y los carritos de la compra seguro aguardarían siempre en su lugar sin que nadie tenga que perseguirlos por doquier para ubicarlos donde le corresponden. Pero, la pereza nos puede, y la estupidez del individuo prevalece siempre por encima del colectivo en aras de su propio beneficio. Ande yo caliente... </div>
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<a href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/" rel="license"><img alt="Licencia Creative Commons" src="https://i.creativecommons.org/l/by-nc-nd/4.0/88x31.png" style="border-width: 0px;" /></a>
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<span style="font-size: x-small;">© Daniel Moscugat, 2021.</span></div>
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<span style="font-size: x-small;">® Texto protegido por la propiedad intelectual. </span></div>Daniel Moscugathttp://www.blogger.com/profile/14653924260243912831noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-5160534885780077226.post-89358793505703675102021-10-11T16:11:00.008+02:002021-10-13T08:54:07.385+02:00¿Os acordáis cuando las noticias eran aburridas? (y II)<div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgo85sSIBWOD2Wo-5nNCWOVz2_hl7cEy_bCtec4eO8D2ZMu9VydcHtQPnR8J-N0IEbjg3yRIMmySsEzHO9KZHXZH2QCzL5cqyzWr1GOcJJhhSONDYaO5OJuuJYxwUkJ-Pc8wRatf-rfm8w/s273/news.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="273" data-original-width="238" height="273" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgo85sSIBWOD2Wo-5nNCWOVz2_hl7cEy_bCtec4eO8D2ZMu9VydcHtQPnR8J-N0IEbjg3yRIMmySsEzHO9KZHXZH2QCzL5cqyzWr1GOcJJhhSONDYaO5OJuuJYxwUkJ-Pc8wRatf-rfm8w/s0/news.jpg" width="238" /></a></div><br />Entretenimiento. La plebe quiere entretenimiento para escapar de la realidad cotidiana. Las noticias son hoy un entretenimiento más. Poco importa si son veraces o no. Si son de interés o no... Hasta las reproducciones de los vídeos virales de personajes mediáticos se convierten en primera plana de los medios de comunicación nacionales. Lo que importa es que dé juego, que se oriente hacia el interés frívolo de la expectación, que resulte espectacular, entretenido, y lo mismo sirva para conversaciones de taberna que para sazonar las reuniones familiares, que propugnen debates insustanciales. A menudo esto provoca que las mentiras se tapen con mentiras. Y para los mentores o creadores de expectativas y noticias su único bastión es el rendimiento económico: los «likes», los «retweets», los «clics», cualquier cosa que monetice el titular, por falso o torticero que sea. Vende más el dolor que la alegría, el escándalo que la honestidad, la mentira que la verdad. <i>«No dejes que una buena noticia te estropee un titular».</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Lo que menos podría imaginar es que, avanzado el siglo XXI, este período de asueto estival que ya nos dejó ha puesto de manifiesto que tengamos que estar defendiendo derechos logrados tras siglos de lucha, conquistas y democratización de la sociedad. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La peor manifestación de la violencia machista, que tiene innumerables y macabros rostros, viene de la mano de la violencia vicaria: la de un monstruo que algunos nostálgicos (y sus hooligans acólitos) de otros tiempos, en los que se permitía y se premiaban actitudes de este calibre, siguen negando con una caspa y pasmosa locuacidad que produce hasta pavor. Ese discurso «intrafamiliar» de odio y desprecio hacia la mujer ha permeado en la finísima piel de quienes tienen por orgullo la bandera rojigualda, pero que con sus actitudes y su ignorancia vilipendian y demonizan la democracia, y por ende la Carta Magna. El ruido mediático de las niñas asesinadas quedó tristemente ensombrecido por el debate público de quienes siempre anduvieron de pella en pella faltando a clase de ética, moral y democracia. Insisten, con la venda rojigualda en los ojos, en negar la realidad e intentar imponer criterios ideológicos afortunadamente sepultados en Mingorrubio. Al final, apenas rompió la ola sobre la orilla del verano y desapareció sobre la arena, las aguas del circo mediático pronto desterraron la macabra ejecución de un monstruo, indigno de llamarse humano, del panorama mediático y del espectro político: ni siquiera los del ático se molestaron en insistir para procurar el descanso de una madre que nunca lo hará mientras su pequeña continúe en el fondo del mar. Apenas el conjunto de la sociedad terminó por aburrirse de manosear el espectáculo dantesco, pasó a otro tema en lo que se tarda de cambiar de canal..., de muro, o de perfil.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Precisamente del fondo inescrutable del mar económico siguen saliendo cuentas y más cuentas del Rey emérito. Esa presunción solapada de acumular riquezas que nunca podrá gastar en vida, y que ni siquiera sus herederos quieren tocar por su origen dudoso, entristece sobremanera. De nada le ha servido el largo currículum de valiosísimos servicios ofrecidos a la patria, si al final de sus días el mar, en esa muestra honrosa de la que hace gala, saca a la luz desde las profundidades ese polémico afán por acumular riquezas de manera ilícita, en vez de hacer acopio del cariño de todos sus conciudadanos. Triste final para el jefe del estado de la transición, a quien se le reconocerá por sus incalculables trapicheos en vez de por sus impagables servicios al estado... quizá malentendió que merecía rentabilizarlos y de ahí su meticulosidad para ocultarlo todo en la patria de bob esponja.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Triste final tendrá nuestro patio de vecinos cuando se es capaz de liquidar la vida de un muchacho que apenas comienza a vivir al grito de «puto maricón», «mereces morir, maricón» o «te voy a matar, maricón». Siempre son la misma calaña cobarde que se sienten «hombres» apalizando en manada a su víctima. Animales salvajes que se amparan en los resquicios de la ley para campar a sus anchas y destrozar todo lo que le moleste de la comunidad. Y el vecino del tercero derecha que siempre sale a interpelar a gritos para defender esas conductas y justificarlas con la biblia en la mano derecha y la patria con la siniestra. Así emulan a los enemigos integristas del otro lado del planeta que actúan con idéntico <i>modus operandi,</i> aunque con el escudo del Corán para justificar lo injustificable. En definitiva, el derecho a la libertad constitucional y democrática a ser como uno quiera, amar a quien quiera, vestir como quiera y pensar como quiera está cada vez más en tela de juicio. Y así, poco a poco, tacita a tacita, manifestación tras manifestación, jugosos titulares de prensa tras jugosos titulares de prensa, los índices de delitos de odio van en aumento mes tras mes, año tras año... y más pobres Samueles irán desfilando hacia el camposanto porque unos matones del tres al cuarto se reúnen valientemente en grupo para ajusticiar a los que no piensan como ellos, no visten como ellos, o no tienen sus mismos gustos, y además se sienten respaldados por el afán de los medios a publicar titulares grandilocuentes, alarmantes y provocadores que les reportan pingües beneficios... Todo un ejemplo de respeto, educación y democracia.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Una reflexión breve: que la sociedad islámica asuma los valores de occidente es algo que, por muchas insistencias invasoras que valgan, será inasumible siempre, pero que occidente asuma los valores islámicos radicales es, a todas luces, un hecho incontestable; los del tercero derecha, muy dados al matonismo chabacano y casposo de glorias enmohecidas de fascismo, ha asumido ese papel integrista radical que asume con un libro sagrado en la mano y con la otra saludando en alto al grito de <i>«seig, heil»</i>. Dicho lo cual, creo que pocos análisis más pueden hacerse respecto de la «reconquista» islámica de Afganistán. Un drama humanitario y geopolítico del que aún no somos conscientes de sus consecuencias, pero que antes o después vamos a lamentar. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Ese integrismo insurgente casero, que copia su proceder de los talibán, se inmiscuye y apropia de todo, o al menos lo intenta; hasta de los logros humanos de los Juegos Olímpicos. Señalan con el dedo a quienes critican su intolerancia y antidemocracia, o simplemente son críticos con sus discursos que no caben, por lo inflado que es siempre el helio populista, dentro del patio común de vecinos: el racismo, la homofobia, la xenofobia, el machismo y la intolerancia generalizada a todo aquello que sea contrario a sus versículos. Los Juegos Olímpicos nos dejan siempre éxitos y fracasos. Esta vez pareciese que sólo fueron éxitos a medias. Los decibelios y el ruido mediático de los titulares que buscan el morbo fácil, el escarnio y sobre todo la rentabilidad de los clics tapan la realidad y el sentido del deporte: la superación, el logro, el esfuerzo..., la confraternidad.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Sin habernos percatado, hemos sido testigos del peor verano de la historia, y a su vez el preludio de que todavía pueden llegar otros peores que este. Me gustaría ser optimista, pero cuando lo procuro la ciencia echa por tierra toda mi positividad: desde que se tienen registros, nunca antes el ser humano ha sido azotado por un verano tan singular y con tantísimos desastres naturales por fenómenos metereológicos. Hasta la corriente atlántica parece acercarse a un umbral crítico que provocará un desastre generalizado en la comunidad de vecinos, que nos abocará a cada uno a salir por piernas a ninguna parte, y todo ello desembocará en una ristra de consecuencias catastróficas que caerán una tras otra como fichas de dominó.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Me dejo para el final la aluminosis que padece el edificio de esta comunidad. Su estructura empieza a tener algunos visos serios de venirse abajo a poco que el integrismo vea oportunidad de meter cuñas en las areniscas de lo que fue en otro tiempo sólido hormigón. Van a hacerse una idea del histrionismo y esquizofrenia cuando vea cómo el máximo organismo que vela por los estatutos de la comunidad condena su propio estatuto de ilegal, e incluso los mecanismos de defensa creados por el propio estatuto los considera inconstitucional... El edificio se viene abajo en el tiempo de un parpadeo y no hay manera de encontrar un porqué: el vecino que pidió que se suspendieran los plenos de la comunidad de vecinos, por la llegada de los caminantes blancos, recurrió contra esa misma decisión al mismo tribunal, que a su vez suspendió los plazos de sus decisiones, que no se podía suspender los plenos, aunque en realidad ni se suspendieron, sino que se aplazaron, nunca se suspendieron (sólo los plazos de enmienda). O sea, que si la horda de caminantes blancos vienen a invadir la comunidad y se decreta un estado de alarma para evitar que entren en el edificio, aunque eso supusiese sacrificar derechos básicos, hay que ser muy Lannister para negar los hechos y sentenciar a favor de dispararse en el pie. Y la justicia, que mana del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, anda enfrascada en los tejemanejes que se tienen entre manos los del ático y el quinto derecha, y al resto de vecinos que nos den. Esta comunidad es la única en el planeta que ha decidido autoliquidar el estado de derecho por haber tomado las mismas medidas que otras comunidades contra los caminantes blancos, como la <i>Guardia de la noche</i> que liquidó a su lord comandante por salvar a sus enemigos de los caminantes blancos. Es que somos muy de la casa Lannister...</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Pues sí, todo es consecuencia de que nos hemos hecho a la idea, y asumimos como algo habitual y cotidiano, premiar la irreverencia, la mezquindad, la pillería, la falta de decoro, el insulto fácil y los zascas, el déficit educacional, el «bulling» contra el débil... Todo sea siempre por premiar nuestro bando, y liquidar el contrario. En vez de observar las cosas desde todos los prismas posibles, calzarse los zapatos de los demás antes de alzar la voz, preferirnos dispararnos en el pie. A quién le importa las buenas noticias, las saludables, esas noticias que provocan sosiego y bienestar... esa basura no produce nada. Lo que provoca reacción visceral es que, sean falsas o malintencionadas, vayan cargadas de rédito económico potencial. Lo importante es que los titulares sean llamativos, que entretengan y saquen del sopor al populacho. ¿,Os acordáis cuando las noticias eran aburridas?... Las echo mucho de menos, porque al menos eran veraces. Aquello era saludable. </div>
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<span style="font-size: x-small;">© Daniel Moscugat, 2021.</span></div>
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<span style="font-size: x-small;">® Texto protegido por la propiedad intelectual. </span></div>Daniel Moscugathttp://www.blogger.com/profile/14653924260243912831noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-5160534885780077226.post-12544346463512309462021-10-04T11:25:00.008+02:002021-10-11T16:43:03.246+02:00¿Os acordáis cuando las noticias eran aburridas? (I)<br />
<div><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiE41rPHExWwiymgUrpxPR0sTsIX1F-Pr6HjjA1-kFyFEa1JQcd73dOWPgjSwL2PZN6Beclx3eKaDdvKxnKuV_NL_4mT_YkSR-D47dU4DaMGGEYhAD7LRufKgrxVgSPjH2R8I6pSylGZQ0/s273/news.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="273" data-original-width="238" height="273" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiE41rPHExWwiymgUrpxPR0sTsIX1F-Pr6HjjA1-kFyFEa1JQcd73dOWPgjSwL2PZN6Beclx3eKaDdvKxnKuV_NL_4mT_YkSR-D47dU4DaMGGEYhAD7LRufKgrxVgSPjH2R8I6pSylGZQ0/s0/news.jpg" width="238" /></a><div style="text-align: justify;">Vivimos en una aldea globalizada (que no global) donde se premia con demasiada frecuencia la irreverencia, la mezquindad, la pillería, la falta de decoro, el insulto fácil y los zascas, el déficit educacional, el <i>bulling </i>al débil... Se premia la poca vergüenza y el sinvergonzerío, la falta de respeto y la humillación. El auge de partidos políticos homófobos, racistas, clasistas, machistas, e incluso negacionistas de la existencia de las obviedades más sublimes de la historia de la humanidad es patente gracias, en muy buena parte, a esa tendencia. Algo que parecía encaminado a un destierro definitivo ha encontrado su sitio en nuestra comunidad con aspecto de moda más que peligrosa. </div></div></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Todo un verano sin aparecer por este blog ha dado para mucho, sobre todo para poner el foco en todo lo que dije antes en forma de actualidad noticiera. Reflexionando de manera global, eso me trajo a la memoria una frase que en su momento me dejó estupefacto, por la cantidad de cosas que sugiere, y traigo aquí a colación de lo susodicho. El actor Russel Tovey, en la serie Years & Years, da vida a un funcionario de la vivienda en Manchester y frente a la demanda y progresión populista de noticias falsas que desparramaban las redes sociales, y en especial la televisión, hace una pregunta retórica al resto de su familia: «¿os acordáis cuando las noticias eran aburridas?».</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La serie se centra en especial en desentrañar los mecanismos del populismo fascistoide, tan en auge ahora, bajo el paraguas de un humor ácido y muy británico. Es tan elocuente que deja en evidencia la originalidad y el ingenio político de quien logró convencer a los vecinos de la comunidad de la llegada del ogro comunista. Es, sin lugar a dudas, la evidencia que mejor demuestra que una sociedad mal informada es una sociedad manipulable. Puede que hasta usted visualice a un director de campaña electoral haciéndose valer como el MAR más original de la década, que a todas luces parece haber encontrado un filón en los guionistas de la serie, pues sigue a pies juntillas cada uno de los pasos y metodología discursiva de Vivienne Rock (que encarna una inconmensurable Enma Thompson emulando cualitativamente a Trump, con tintes coloridos del movimiento cinco estrellas de Berlusconi). No estaría mal enviar a los escritores de la serie una caja de bombones y una botellita de champán por el ingenio prestado.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En definitiva, su éxito se basa en lo grandilocuentes que sean los titulares, en inflar el globo del populismo de helio. Poco importa que las noticias sean falsas o malintencionadas. Lo importante es que los titulares sean llamativos, que aquéllas no sean aburridas, que den juego y apele al sentimentalismo gastrointestinal. Sirva como ejemplo elocuente que si hay capacidad de hacer creer y convencer a los vecinos de la comunidad que un barracón de mala muerte es un hospital de pandemias, la cosa hay que tomársela en serio. Es una especie de globo aerostático donde la falta de respeto, las mentiras y las medias verdades son un modelo de convivencia, capaz de intoxicar el debate público con chascarrillos de caverna y vino rancio, y acudir al insulto como bandera para echar a volar.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El prólogo de un verano sin igual comenzó con altas temperaturas. El poder de las noticias se encamina hoy al puro entretenimiento, a indagar en el ánimo de los lectores y azuzarlos, y en gran medida a obligar al personal a que piense con las tripas. Y, ¿por qué no? Crear competencia para el Instituto Cervantes con el fin de regalarle el chiringuito a quien no sabe qué hacer con su vida, porque los escenarios le quedan grandes y muy lejanos, pero le sienta como a los ángeles eso de poner mojitos con ñ y sombrillitas de colores para refrescar el cotarro vecinal. Son las ventajas de ser hooligan acólito, un refrigerio para un verano árido y soso.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Nada mejor para demostrar que no se ha aprendido nada durante el curso escolar es el período estival. Parece que a más de uno y de dos le regalaron los créditos en la universidad, el beneplácito de un título o incluso sacarse un máster desde casa. Es lo que pasa cuando uno se esfuerza en copar titulares de prensa que no se llegaría a vacunar al 70% de la población hasta dentro de cuatro años, que llega el final del verano y el sonado bofetón sanitario parece que se ha oído hasta en el parlamento europeo. O cuando uno quiere defender la libertad cubana para ser foco patriótico, pero eres el vehículo de creación de la legislación que encarcela en tu cortijo a cientos de animales por opiniones menos incendiarias que las que algunos terroristas que se hacen pasar por periodistas estrellas, que parece que ni necesiten protector solar bajo un lorenzo de 40⁰ a la sombra. Luego, esos que faltaban a clase de convivencia y respeto, los que se saltaron las clases sobre todo de democracia, se quejan por las esquinas cada vez que hay rebelión en la granja.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La luz, ese bien energético disfrazado ahora de elitismo, que quiere imponer una inflación a la plebe digna de nobles y reyes, también hace su guerra en verano, en lucha abierta, descarada y declarada contra el imperio socialcomunista. Y lo peor es que los alumnos que hacían sus pellas durante el curso, y ahora exhiben con orgullo sus títulos de CCC y los regalados por la uni Juan Carlos I, exigen medidas para paliar contra las energéticas que luego denigran y votan en contra. Peor aún: abrazan y defienden a sus amigos los de la luz para que les ilumine cuando el chiringuito de la comunidad se agote y se vean abocados al recaudo de las velas para vender mojitos por las esquinas. Sacan la cara y los dientes por esos que son capaces de desaguar en pleno verano las presas para rentabilizar al máximo sus cuitas energéticas, haciendo padecer a los entornos rurales la pérdida del recurso más preciado que poseen para sus rebaños y sus regadíos: el agua. Lo hilarante del asunto es que esos mismos alumnos desaventajados gritan a pleno pulmón en protesta por la subida del precio de la carne, los quesos, la leche y las hortalizas... que ir al mercado es un lujo y no hacen nada para impedirlo: todo culpa de las hordas socialcomunistas que viven en el ático. Además, oiga, el populacho no tiene ni para comprar el hielo que refresque los cubatas con estos recibos desorbitados... Y así creen los de las pellas que van a convencer a los votantes de que van a defender los intereses de la comunidad de vecinos. Es muy probable que a sus <i>hooligas </i>acólitos sí, pero difícilmente al resto del vecindario.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Todo esto viene a ser como aquello de las etiquetas Nutri-Score, una especie de semáforo sobre lo que sí o lo que no deben comer los vecinos que van a comprar al súper. Cuando los del quinto derecha, los de las pellas en el cole, vivían en el ático lo promovieron. Y ahora los nuevos inquilinos, que van a dar luz verde a la implantación del semáforo nutricional, son traidores a la patria del patio de vecinos, de los cohabitantes del ascensor y de los que aguardan en el rellano a que escampe el temporal: odas y más odas a la incongruencia, que es el sino habitual de los del quinto derecha, el quiero y no quiero porque puedo y no puedo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Lo más consecuente que esos alumnos rezagados debieran preguntarse es qué quieren ser de mayor, porque esa determinación constante de contrariedad y crítica por el esfuerzo sólo transmite incertidumbre. Y lo que es peor es que la negación de la realidad les empuja, como dije al principio, a llamar la atención a base de pataletas altisonantes y grandilocuentes para que los titulares sean llamativos y que las noticias no sean aburridas, que den juego y apele al sentimentalismo gastrointestinal. Ese tono con ínfulas de intoxicación del debate público, limpio y respetuoso hace que los titulares den pingües beneficios a sus benefactores, y a ellos en forma de fama y gloria.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La política debería ser un motor generador de soluciones a los problemas de la comunidad, pero se ha convertido en un espacio generador de éstos, donde el respeto debería formar parte fundamental de un proyecto constitucional de convivencia, de un proyecto de país, que es en sí mismo el paladín de la democracia, su esencia. Sin embargo, nos encontramos un lenguaje cavernario y tabernario, donde el insulto y la descalificación está a la orden del día, y donde la única motivación de los señores diputados de participar de la democracia es soltar su <i>speech </i>electoral con el fin de acaparar <i>likes </i>en las redes sociales y aglutinar acólitos para la causa común: hay que intoxicar el agua del debate público con el fin expulsar al enemigo del ático... «¿Os acordáis cuando las noticias eran aburridas?».</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">CONTINÚA LA PRÓXIMA SEMANA...</div>
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<a href="https://danielmoscugat.blogspot.com/2021/10/os-acordais-cuando-las-noticias-eran_11.html"><input name="button" style="background-color: red; color: white;" type="submit" value="SIGUIENTE" /></a>
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<span style="font-size: x-small;">© Daniel Moscugat, 2021.</span></div>
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<span style="font-size: x-small;">® Texto protegido por la propiedad intelectual. </span></div>Daniel Moscugathttp://www.blogger.com/profile/14653924260243912831noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-5160534885780077226.post-67675273702706980282021-06-14T11:57:00.001+02:002021-06-14T11:57:30.650+02:00Crónicas Marcianas<div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhFnt6zRjOFWaf4EUWm4f6T7koHpN2kpRCrzb4UP9QoNGT9DWoun6g6tIMAS6eAy2JcnQ24RWVNaxRVABCmWa1KV2xOk8luIOEhzy72qO12XTg96OGcd8VtsmXBSty7EAC433g4riXGAgk/s273/cronicas+marcianas.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="273" data-original-width="238" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhFnt6zRjOFWaf4EUWm4f6T7koHpN2kpRCrzb4UP9QoNGT9DWoun6g6tIMAS6eAy2JcnQ24RWVNaxRVABCmWa1KV2xOk8luIOEhzy72qO12XTg96OGcd8VtsmXBSty7EAC433g4riXGAgk/s0/cronicas+marcianas.jpg" /></a></div><br />Cada poco tiempo, más bien cada año por estas fechas de asueto preveraniego, vuelvo a los clásicos de la literatura universal, según lo que haya deparado la temporada. Aprovecho para dedicarles tiempo y rescatarlos del tan temido olvido. Y en ello me hallo ya en estas fechas, adelantándome a la costumbre que acabo de inaugurar con las <i>Crónicas marcianas</i> de Ray Bradbury. Poco tengo que comentar de una obra que me produce, como el primer día que la leí, una especie de efecto espejo que me deja siempre en un estado de melancolía embargado por ciertos tintes de tristeza. Me reconforta nada de lo que hallo de confort en las reflexiones maestras del poeta de la ciencia ficción.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Ray Bradbury declama, en esta compilación de relatos, a cual más hilarante y mordaz, una fotografía que se me antoja más de actualidad que nunca. Sin necesidad de mirar al imperio globalizador de esta sociedad que hemos construido para autodestruirnos, voy a desgranar una sarta de absurdeces que, sin necesidad de salir de nuestras fronteras (y fuera no digamos), ya predijo el escritor estadounidense. Sírvanse ustedes mismos, según sus partidistas y sectarias orografías políticas y vitales, cómo encajar las piezas con lo que hacemos contra nosotros mismos con el fin único de imponer nuestro criterio a los demás, someterles para que obedezcan nuestra voluntad, o simplemente aniquilarles para allanar nuestro camino (es tan difícil en el fondo ser demócrata y practicante...).</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Crónicas marcianas presenta a una raza humana desesperada por explorar otros mundos con el fin de salvarse de la decadencia y la problemática vital de continuar habitando el planeta con mínimas garantías. Llegados al planeta rojo, a grandes rasgos, hay ciertos escollos que ven difíciles de aceptar del ciudadano autóctono: el color de la piel y de los ojos, el enrarecido aire polvoriento y seco, una cultura y mentalidad diferentes, una filosofía de vida difícil de asimilar («Los hombres de Marte comprendieron que si querían sobrevivir tenían que dejar de preguntarse de una vez por todas: «¿Para qué vivir?» La respuesta era la vida misma»). Por lo que el único medio posible de poder habitar (y no cohabitar) en el planeta rojo era someter o aniquilar a sus habitantes. Sin embargo, los marcianos consiguen, en primera instancia, a través del engaño o la violencia, rechazar los primeros envites de los terrícolas. Hasta que las propias bacterias y virus varios comunes entre los humanos acaban con ellos en poco tiempo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El tsunami imparable de la raza humana empuja a despreciar tanto la cultura como el modo de vida marciano, aunque al igual que en cualquier expolio habido y por haber en nuestra Historia, un integrante de las muchas expediciones (Spender), queda tan impresionado ante tanta belleza, que siente la necesidad de defender el bastión rojo aunque costase la vida de sus correligionarios, algo así como un teniente John Dumbar en defensa de los sioux. Pero nada parará al ser humano y la colonización acaba siendo un hecho y se deja notar en todo el planeta rojo, cuyo parecido con la ancestral y natural civilización es puro cuento chino, convirtiéndose en una réplica de la vida en la Tierra.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Los afroamericanos, por su parte (si escribo negro puede que me tachéis de racista), pretenden desplazarse por millares a la tierra roja prometida, pero un supremacista blanco, cuya existencia ha sido un dechado de sufrimiento infernal para los descendientes del hombre de Grimaldi, ve que corre el riesgo de quedar sin sentido su existencia y luchará por evitar ese éxodo para así poder seguir infligiendo su decálogo supremacista contra los negroides.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El ser humano, asentado ya en Marte, ha prohibido cualquier manifestación fantástica, terrorífica o que incite o manipule el psique del prójimo, como hacían los predecesores del planeta colonizado, convirtiendo en gilipollez las relaciones humanas, cuidándose siempre de lo que decir, de cómo decirlo y de qué manera decirlo. Hasta unos misioneros llegados a Marte se cuestionaban si encontrarían nuevos pecados jamás antes conocidos en la Tierra. Lo que encuentran son marcianos que les invitarán a conocer un nuevo estado de gracia.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El punto de inflexión en todos los relatos se dirime en la exploración de las dos facetas que conviven simultáneamente en el corazón de nuestra especie, nuestros logros y fracasos, nuestras glorias y tragedias, virtudes y defectos; si bien es cierto que éstos últimos reciben más atenciones («¿Puedes reconocer lo humano en lo inhumano?» ─y el otro responde─ «Preferiría reconocer lo inhumano en lo humano»). Porque la principal diferencia de los marcianos con los terrícolas está en lo que han llegado a ser: todo aquello a lo que deberíamos aspirar («Renunciaron a empeñarse en destruirlo todo, humillarlo todo. Combinaron religión, arte y ciencia, pues en verdad la ciencia no es más que la investigación de un milagro inexplicable, y el arte, la interpretación de ese milagro»).</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Todos estos cuentos tienen un trasfondo humanista, cincelado por un desarrollo poético narrativo, más preocupado por lo emocional que por la realidad marciana: su aire irrespirable, el entorno árido y extremo, la civilización ancestral... Ray Bradbury presenta a la raza humana como colonizadores orgullosos, arrogantes, maleducados, egocéntricos e irrespetuosos con la cultura nativa, con la cultura «diferente». Insatisfechos por la conquista, sometimiento y en ultima instancia aniquilación, se sirven de las huellas de su civilización para practicar puntería y hasta usan canales de agua como vertederos. Encontraremos, además, un espectro pesimista que nunca logra redimirse y cierra cualquier puerta a la esperanza. La tendencia autodestructiva del ser humano se filtra por las rendijas de cada línea («Nosotros los terrestres tenemos un talento para estropear las cosas grandes y bonitas»).</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Podría seguir desgranando lo que significa el ser humano según las siempre, y sin embargo nada proféticas palabras de Bradbury. Pero sería una redundancia tan aburrida y cíclica como la realidad que nos toca vivir de Casados y Abascales, de Arrimadas y Sánchez, de indultos y violencias machistas, de Orbans y Merkels, de palestinos e israelíes, de blancos y negros, de orientales y occidentales, de Trumps y Putins, de guerrilleros y oenegés... Porque esta historia que hoy escribe el ser humano ya la escribieron hace muchos siglos, sin tecnología punta de por medio, los primeros ancestros que habitaron el planeta. Y a fuerza de autodestruirnos una y otra vez hemos llegado hasta aquí, a este siglo XXI, imponiendo autoridad y sometiéndonos unos a otros hasta llegar a un límite que no está muy lejos de desbordarse por el abismo de la nada y autoeliminarnos, en última instancia, de la ecuación de la vida en el planeta tierra y no tenemos atisbos de poder habitar Marte ni ningún Marte que valga.</div>
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Así es el pasado, así es el karma y así es el universo. Por cierto, hay una teoría física que explica los pormenores tras la gran explosión que dio lugar a éste, del que apenas conocemos una infinitésima parte. Tras el <i>Big Bang</i>, la densidad con la que se expande sobre la nada, como cualquier explosión, se frenará poco a poco hasta detenerse. Los elementos que lo componen comenzarán a comprimir la materia hasta colapsarse en un mismo punto, volviendo todo a su lugar. Quedan aún unos pocos milenios por delante hasta que el <i>Big Crunch</i>, que es como se conoce esta teoría, se produzca. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Ha decaído el estado de alarma y, tas ver la lamentable e irresponsable actitud social de una parte de la población de todo el país, me viene a la memoria aquellas semanas previas a la vuelta al cole en septiembre, hace apenas unos meses. Nos llevábamos las manos a la cabeza y creíamos que aquello iba a suponer una ciclogénesis explosiva de contagios, brotes y fallecidos por doquier. Que la irresponsabilidad del gobierno se iba a cebar contra todas las familias de este país de un modo u otro (como casi todo movimiento institucional a lo largo y ancho de este trance del que todavía sabemos apenas un huevo de pato). El tiempo ha dictaminado sentencia. Los niños han demostrado ser infinitamente más responsables que sus mayores, han aprobado su <i>via crucis</i> con matrícula, sin abordajes virales de ningún tipo y con apenas unos pocos brotes residuales que se han atajado de manera más o menos ejemplar por parte de toda la comunidad docente, a quien hay que otorgar medallas del tamaño y valor que los que merecen los sanitarios de este país. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Los niños han dado una lección de concienciación y de saber estar sin ser conscientes en realidad de la magnitud de todo lo ocurrido, más allá de lo que captaban en televisión o a través de lo que sus mayores les iban desgranando y a pesar, en gran medida, del mal ejemplo de éstos. Han visto el temor y el pánico transmitidos por los adultos y han reaccionado con extraordinaria disciplina a tenor de los hechos. Ellos responden siempre al ahora, porque, como lo dijo Gabriela Mistral, «no pueden esperar, porque (para ellos) ahora es el momento, (...) a él nosotros no podemos contestarle mañana, su nombre es hoy». Con ellos se puede reducir a la mínima expresión la complejidad de los matices de un porqué y son disciplinados sin rechistar. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En paralelo a esas circunstancias, existe un vaho maloliente y fétido que mana de la ciudadanía en general, y la prensa en particular, en forma de protesta contra las displicencias de los mandatarios. Un sentimiento generalizado porque les tratan, dicen, como a niños pequeños. Visto lo visto, acuden con ese espíritu, unos a las urnas y otros a escribir sus crónicas, titulares y noticias, como quien acude a las plazas de los pueblos y ciudades de España gritando libertad ante la caída del estado de alarma. Bomberos que se lanzan a la calle a quemar en la hoguera todo cuanto se ha escrito a 451º Fahrenheit. Todo cuanto ha sucedido. Nada importa. Así es la sociedad del «no pueden esperar, porque ahora es el momento».</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Que vivimos en una sociedad infantilizada, creo que a quien tiene dos dedos de luces no le cabe la menor duda. Se ha extendido como un mantra consignas como <i>«joven a los setenta»</i> o <i>«siempre niños»</i>. Que las estaciones vitales han de vivirse como un juego... vive el momento... <i>tempus fugit</i>... <i>carpe diem</i>. Le pedimos al sol que permanezca continuamente en el cenit para disfrutar de la misma hora de luz las veinticuatro horas del día, en un ejercicio terraplanista sin precedentes en nuestra breve historia. Llega unas elecciones y si hay algo que los niños tienen claro es la conciencia de lo que no les gusta. La línea difusa de lo que quieren se diluye porque su momento es el ahora, y el mañana... el mañana será otro momento, otro ahora (así de sencillo se explica el auge fascista en todo el planeta). Votan como lo que son en realidad, sabiendo lo que no quieren sin conciencia de lo que quieren para su futuro, porque su futuro es el ahora: les han vendido que tomarán el cielo en la terraza de cualquier bar, lejos del comunismo que desapareció ya hace décadas. La diversión es gracias a los buenos y las consecuencias perniciosas a los malos. Vaqueros contra indios. Policías contra ladrones. Azules contra rojos... Reducir a la mínima expresión la complejidad de matices de la democracia para que «los niños» lo entiendan, lo asuman y sean disciplinados sin rechistar.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El año pasado por estas fechas esos locos bajitos fueron los primeros que salieron como posesos a disfrutar de la libertad tras el confinamiento, con conciencia y respeto hacia lo que les había confinado. Y ahora que ya casi acaba el curso escolar han demostrado una madurez y un saber estar impropios, inherentes diría yo. Hoy los adultos han salido como posesos a disfrutar de la libertad, azuzados quizá por el grito moda de estos últimos tiempos que algunos esquizofrénicos han querido asemejar incluso a la caída del muro de Berlín: los idiotas solo pueden decir idioteces. Ya desearía yo que estos energúmenos irresponsables (tanto los que hablan como los que actúan) tomasen ejemplo de los niños. Porque no hay grado de evolución que explique el retroceso que experimenta la raza humana. Queda claro que este universo tan particular ha comenzado ya a comprimirse y no anda muy lejos el momento de colapsarse en el único final posible que le queda, un agónico <i>Big Crunch</i>. «Saldremos mejores», decían. Saldremos mejores...</div>
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<span style="font-size: x-small;">© Daniel Moscugat, 2021.</span></div>
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<span style="font-size: x-small;">® Texto protegido por la propiedad intelectual. </span></div>Daniel Moscugathttp://www.blogger.com/profile/14653924260243912831noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-5160534885780077226.post-38604991790275971252021-04-12T00:53:00.002+02:002021-04-12T11:00:08.283+02:00Sin margen para la duda<div><br /></div><div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBI8XmWM4CLSTk8IdlD0uu50MUjdfVQRSo1oSbTDLtFhUyEFEVx3xezFt1hY3etGCVWQVckxpIato07wbvuW5R4tioJX4GrPXWiL4PLuxoFPUZDBZovyxS8sM47fGvkULqYbbmGOpqKGo/s273/blog7.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="273" data-original-width="238" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBI8XmWM4CLSTk8IdlD0uu50MUjdfVQRSo1oSbTDLtFhUyEFEVx3xezFt1hY3etGCVWQVckxpIato07wbvuW5R4tioJX4GrPXWiL4PLuxoFPUZDBZovyxS8sM47fGvkULqYbbmGOpqKGo/s0/blog7.jpg" /></a></div><br />No tenía intención de escribir nada por estos lares, por lo menos hasta que llegaran días de asueto veraniego, y el relax y la rehabilitación a tanta crispación social, inútil, despejaran el cielo de la templanza. Si en algo me ha afectado este período de pandemia es que he perdido las ganas de hablar con la gente, porque, entre otras cosas que ocuparían decenas de páginas, he comprobado que si no le dirijo la palabra a nadie, nadie hace nada por comprobar siquiera si estoy vivo. Me había autoimpuesto este confinamiento intelectual, más bien prolongado, dado el desánimo que me provoca la creciente deshumanización del personal por cualquier rincón del planeta. Lo hemos podido comprobar este ultimo año, con una desastrosa pandemia como panorama desolador y revelador que sólo ha servido para abrir más la brecha entre ricos y pobres. Además, he de apostillar, para quienes piensan y critican <i>sotovoce, </i>que en este espacio me extiendo todo lo que considero necesario, sin la limitación de palabras que impone el escaso espacio de la prensa escrita, y donde me siento absolutamente libre.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Me ha dado por hacer memoria y qué lejos quedan ya los aplausos a los abnegados sanitarios, la labor de los trabajadores esenciales, los sacrificios económicos, y nuestros obligados confinamientos, al margen de un ciento de razones que podrían hacernos pensar que después y a pesar de todo había esperanza en el ser humano; máxime cuando la ciencia ha logrado un hito histórico sin precedentes: desarrollar una vacuna para un virus desconocido y letal en menos de un año y en pleno apogeo de su actividad. Una proeza de la que no se hace todo el hincapié que se debería. En fin, no voy a retomar el tema más allá de lo que ya he declarado por aquí hasta la fecha sobre la pandemia y los efectos colaterales. Dicho esto, lo que me produce zozobra de verdad es haber sido testigo de lo depredador que es el ser humano para el ser humano. Y de ahí que quería plasmar, en este mi territorio, el circunloquio que tecleo en este momento, mal que me pese.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Que vivimos tiempos convulsos, creo que a nadie le cabe la menor duda. Tal vez sea precisamente eso, que existan demasiadas personas que albergan demasiadas certezas sobre sobre todo lo divino y humano. No veo a nadie dudar de nada, ni siquiera de sí mismo, ni un ápice. Cosa que también me produce desasosiego, incluso ansiedad, dado que la duda es el principio de la sabiduría y vivimos entre tanto individuo con tal clase de seguridad y certeza que da hasta cierto temor abrir la boca (razón de más para llevar año y medio alejado de las redes sociales). Entonces, si aparece por el horizonte alguien que pretende sembrar dudas, como un resorte se conjura, desde todos los frentes posibles que dispongan de megafonía, una caterva de opinadores profesionales lapidando sin piedad lo que en su gran mayoría desconoce. Se convalida así, en público y sin pudor, lo que se conoce como «el chivo expiatorio». Comento brevemente cómo funciona algo aparentemente sencillo y que se estudia en antropología.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Surte siempre el efecto esperado en la mayoría de las ocasiones. Es decir, marginar al señalado y perseguirle hasta la extenuación, para expulsarle del grupo o destruirle en última instancia. El origen data en esa época en la que el pueblo de Israel elegía al azar un chivo que debía sacrificarse a Jehová, a manos del sumo sacerdote, y otro que cargaba con las culpas del pueblo y acababa entregado a Azazel, abandonado en el desierto, no sin antes propinarle una buena tunda de pedradas sazonadas de una cascada de insultos recurrentes.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Tomando esto como referencia, la víctima, el chivo expiatorio, suele tener siempre el mismo perfil: alguien diferente o que piense diferente del resto del grupo o mayoría, un extranjero, alguien nuevo en la comunidad, una mujer, un discapacitado..., independientemente de si posee un cociente intelectual alto o no. Para que el resto del rebaño se pronuncie en su contra, siempre hay un instigador inicial que, o bien envidia, o bien desprecia o repele lo que representa o es esa persona. Que la novedad acapare atención supone perder el protagonismo ante el grupo porque todas las miradas se focalizan en ella. A continuación se desarrolla el proceso de contaminación, es decir, esa novedad sobre la que se arrojen todos «los pecados» del grupo y a quien se pueda lapidar con la connivencia y aprobación de todos. Por último, se desencadena la catarsis colectiva, que es cuando se sacrifica a la víctima en pos del orden «democrático», de la paz y la prosperidad inicial.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Suele pasar en esta sociedad preñada de redes sociales y grupos de WhatsApp que todo trata de apilarse en grupúsculos interconectados de un modo u otro, donde se congregan todos los conceptos sociales uniformados y sin fisuras: igual da el cultivo del pomelo o el punto de cruz, que ideologías fascistas o personajes públicos. A mi juicio, y lamento tener que decir esto, el periodismo actual se ha erigido como la herramienta instigadora fundamental en el ejercicio extremo de dividir y azuzar, de bipolarizar y sentenciar qué es bueno y qué no; se suma la política, como parte contratante de un binomio difícil de separar y que interpela a ese cuarto poder para que la mesa pueda ser estable. Parece que el estadio de los matices en el que debe desarrollarse una democracia es inviable y reprobable; todo debe ser blanco o negro, o rojo o azul. Ese binomio, a día de hoy indisoluble, ha permeado en la sociedad y empujado a un abismo sin control en una espiral hipnótica en la que no se duda nunca en señalar con pelos y señales a quienes el populacho debe sacrificar en la pira de las vanidades, no sin la conveniente cascada de improperios e insultos recurrentes. Cualquier sospechoso de ser contrario a las ideas que los medios y sus consortes políticos, económicos, y acólitos en general defiendan o amparen será objeto directo de una disección meticulosa e hiriente. La turbamulta del populacho lapida sin piedad, al mas viejo estilo del Israel de Jehová, sin que medie el margen de la duda, o dicho de otro modo, la presunción de inocencia contemplada y protegida por ley. Si alguien te señala con el dedo y lo promulga desde el altavoz adecuado, estás vendido.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En estos tiempos modernos nos encontramos sobresaturados de información, en su mayoría difícil de digerir y sobre todo de creer, que los cientos de miles de usuarios de las redes sociales no dudan en festejar, propagar, opinar y nunca les falta un argumento (las opiniones, como el culo: todo el mundo tiene uno); usando el teclado del teléfono móvil o del ordenador de sobremesa para lapidar al incauto de turno. El problema suele venir derivado de la poca comprensión y lo difícil de entender que suelen ser las noticias, porque los mensajes acostumbran a ser breves, los titulares atropellados y confusos (y habitualmente mal redactados) y la falta de objetividad un mantra cuyo fin único es hacer caja con cada clic del usuario en el enlace. Si te alimentas todos los días de McDonald's, no lamentes acabar perdiendo la salud, si no la vida...</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Podría estar hablando hasta la saciedad sobre esto, sucede en todos los ámbitos de nuestra sociedad, y lo peor de todo es que en gran medida estos síntomas de chivo expiatorio se dan en numerosos entornos disfrazados de «democracia», infligido hasta por los grupos pseudoculturales que, dada su posición de privilegio (y en algunos casos desde las propias instituciones) emulando prácticas de la mafia calabresa o siciliana, se ceban con cualquiera que despunte o tenga perspectiva de despuntar, sea crítico con el grupo, tenga ideas diferentes o vaya por su cuenta y riesgo... Actúan al amparo del mimetismo y del silencio, la discreción y la falsa educación, aprovechando un buen nombre construido a base de lápidas que dejaron atrás en el tiempo y olvidadas.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Me apena el grado superlativo de desprecio del ser humano para el ser humano de este siglo XXI. Creí que ya sería hora de aprender una gran lección que ha quedado obsoleta cono tantas otras a lo largo de la historia. Es sobre todo la falta de humanidad y de concienciación lo que me entristece: la salud es vida y no dudamos en desprotegerla a la menor oportunidad que se nos presenta, a cambio de un plato de lentejas o un festín al becerro de oro. Con todo lo que hemos visto a lo largo y ancho de esta pandemia que aún no ha acabado, hemos logrado olvidar en tiempo récord lo solidarios y sacrificados que fuimos hace unos meses, y nos empeñamos en reflotar una y otra vez lo miserables que podemos llegar a ser. Nos hemos situado en un punto de violencia (en el más amplio sentido de la palabra) difícil de subsanar, en un estado de intransigencia del que no somos capaces de desprendernos. Hay un ansia permanente de permanecer o pertenecer a un extremo de la soga de ese patíbulo en el que acabaremos todos de continuar por este camino, el extremo de la sinrazón que nubla directamente la posibilidad de contraer una duda que nos empuje a reflexionar y mejorar las cosas. Se vive con miedo a las minorías que nos abordan desde sus endebles navíos, porque tememos nos quiten el pan, el mismo que permitimos a nuestros gobernantes devaluar. En vez de construir puentes, andamos afanados en construir muros; en vez de apostar por cosas que nos unan, lo hacemos todo al rojo o al negro (en España es al rojo o al azul) con tal de ganar y expulsar de la mesa al diferente, al distinto, a las mujeres, al discapacitado, al extranjero, y sobre todo salvaguardar la pureza de la raza y la inercia de nuestras costumbres. Se sueña, en definitiva, con ansias de libertad refugiados en un búnker amurallado desde el que nos han inculcado que es inseguro salir y sobre todo muy peligroso para nosotros que cualquiera pueda entrar.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Créanme si les digo que debemos estar preparados para lo peor, porque esto que nos ha ocurrido es sólo el principio y vienen de camino pandemias mucho más devastadoras que esta; la peor: la de la ignorancia. Allá donde no hay ninguna sombra de duda, ningún matiz para la sospecha, ningún hálito de inquietud, sólo hay autarquía, aislamiento, totalitarismo. La duda es el principio de la sabiduría, y de ahí beben las democracias más saludables. Mientras existan chivos expiatorios donde exculpar nuestros pecados, seguiremos atrincherados en nuestros búnkeres, nuestro aislamiento, nuestros muros... nuestros prejuicios. Y en cuanto a la democracia, bueno, que Dios nos pille confesados, porque parece que ya no es necesario apelar al summum: el beneficio de la duda. Se ha convertido en otro prejuicio más que perseguir.</div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9UW5TVsRSMIbtNFCX3b9V1221PVzPRQxsRSrNkQOVMDV4QAqettSt2QscGNX-vFnkrqni0kNuxKalhyphenhyphenTg0l_Q9YN-kfBEPeXso3LhBc3wfe1asQl26jgwIthoGls1dRQg5tp8TI6pcc4/s1600/Firma+DM.png" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="80" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9UW5TVsRSMIbtNFCX3b9V1221PVzPRQxsRSrNkQOVMDV4QAqettSt2QscGNX-vFnkrqni0kNuxKalhyphenhyphenTg0l_Q9YN-kfBEPeXso3LhBc3wfe1asQl26jgwIthoGls1dRQg5tp8TI6pcc4/s200/Firma+DM.png" width="140" /></a>
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<a href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/" rel="license"><img alt="Licencia Creative Commons" src="https://i.creativecommons.org/l/by-nc-nd/4.0/88x31.png" style="border-width: 0px;" /></a>
<div style="text-align: left;">
<span style="font-size: x-small;">© Daniel Moscugat, 2021.</span></div>
<div style="text-align: left;">
<span style="font-size: x-small;">® Texto protegido por la propiedad intelectual. </span></div>Daniel Moscugathttp://www.blogger.com/profile/14653924260243912831noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-5160534885780077226.post-17271762843117818602021-02-26T18:57:00.009+01:002021-02-26T22:29:03.602+01:00Cueste lo que cueste<br />
<div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjL9bthiA6kfpyeez7107m-BdftOgG8XmMPnaovKeP7z2Krz8m6llgmp7ge6UouaakcuE6-qszL4rU34pgCVlG5thaZ448DT-q4rbkZaPgJ9b7PxRJUtWP3Avpp5i8JXqRkqfux7z1BTxg/s273/libertaddeexpresion.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="273" data-original-width="238" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjL9bthiA6kfpyeez7107m-BdftOgG8XmMPnaovKeP7z2Krz8m6llgmp7ge6UouaakcuE6-qszL4rU34pgCVlG5thaZ448DT-q4rbkZaPgJ9b7PxRJUtWP3Avpp5i8JXqRkqfux7z1BTxg/s0/libertaddeexpresion.jpg" /></a></div><div style="text-align: justify;">En estos últimos tiempos hemos visto a la ciudadanía española mostrar una sensibilidad especial por la tan manida y desconocida libertad de expresión. Suena hasta extraño. Suele pasar en este país. Un punto focal hacia lo políticamente correcto y las RRSS se llenan de insultos y las calles de contenedores quemados... los saqueos indiscriminados ya si eso tal. Es el sino de estos últimos años (más bien desde que las RRSS influyen en el comportamiento borreguil de la sociedad). Esa sensibilidad especial ahora se ha puesto en el punto de mira, como siempre suele suceder, con el componente esencial de ignorancia que cabe esperar en toda reacción vandálica y violenta. Y digo ignorancia porque a tanta gente ilustre, con adoquines en mano y contenedores en llamas, se le llena la boca de libertad de expresión, pero parece desconocer de dónde sale ésta, por qué tenemos derecho a ella, y lo mas importante, <i>dónde está el límite y nuestras obligaciones.</i></div></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Qué tal recordar el artículo 20 de la Constitución (titulo 1: De los derechos y deberes fundamentales), 1: Se reconocen y protegen los derechos: a) A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción. (...) Y en su párrafo 4: Estas libertades tienen su límite en el respeto a los derechos reconocidos en este Título, en los preceptos de las leyes que lo desarrollen y, especialmente, en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Entre estas bondades que nos otorga la Carta Magna queda por el camino lo que podría considerarse un sesgo de confirmación, es decir: lo que para unos podrá representar libertad de expresión para otros podrá suponer una flagrante incursión de acción punible: todo siempre según con qué ideología coincida lo expresado. El problema radica en que las delimitaciones ofrecidas por estos simples apartados de la Constitución ya ofrecen y arrojan luz suficiente como para saber y comprender que todo tiene un límite. Pero quizá, viendo lo que uno ve, y quedando patente que una mayoría de ciudadanos está flagrantemente anclada en la absoluta ignorancia, sería bueno delimitar con precisión dónde están los límites. Dicho de un modo más gráfico: no soportamos que los mandatarios de este pais nos traten como a niños, pero nos comportamos como tal porque no sabemos diferenciar el bien del mal.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Vaya por delante que me resultan repugnantes las letras y los tejemanejes del rapero por el que se ha desatado tanta animadversión hacia la Carta Magna y las instituciones del estado. Un individuo al que se le conoce mejor por sus tuits y el contenido delictivo de sus canciones que por su actividad artística (y que tiene ya a sus espaldas un largo historial delictivo por asuntos que quedan lejos de la libertad de expresión). Igual de repugnante que las declaraciones de una niña (con menos luces que un coche de caballos) que proclamaba el pasado 13 de febrero en el cementerio de la Almudena loas y proclamas fascistas y antisemitas, rodeada de simbología nazi, con misa incluida, en favor de la división azul. Declaraciones, dicho sea de paso, igualmente punibles y constiutivas de delito, diga la fiscalía mlo que diga (al final se irá de rositas porque, por desgracia, nunca se miden los delitos de odio con el mismo rasero). Ambos personajes me parecen que incumplen flagrantemente la legalidad vigente; obsoleta y deforme a mi modesto entender, todo hay que decirlo; y que debería ser revisada cuanto antes, porque es un castigo excesivo encerrar en la cárcel a personajes de esta calaña por declarar o expresarse libremente, mancillando con nitidez algo tan básico y fundamental como el "derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia". Reconozco, pues, que me parece desfasado el castigo de cárcel por semejantes acciones, que no significa que queden impunes.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Si echamos un vistazo a las redes sociales, la sociedad se ha instalado (y cuando digo la sociedad incluyo la política) en una suerte de populismo rancio y barato, nunca antes visto en nuestra democracia, donde todo redunda en la caza y captura del zasca más antológico, la búsqueda del tuit fácil y de titular pegadizo o rimbombante, sin opción a los matices; la búsqueda del titular cuya finalidad tiene como destino la humillación del contrarío, sin la búsqueda de una reivindicación de la democracia en ningún momento, y la activación constante del ventilador que esparce la basura al de enfrente: y tú más...</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Lo que determina una democracia es precisamente la cantidad de matices por los cuales debemos regirnos y nos ofrece la libertad suficiente para delimitar la frontera; sobre todo el margen de mejora que alberga, dada la incesante evolución de las sociedades y la convivencia. En nuestra responsabilidad, como partes integrantes del grupo social al que pertenezcamos, está rechazar y condenar lo que no está dentro de esos límites. Si no nos gustan, es nuestra responsabilidad también, dentro de los cauces legales y pacíficos que nos otorga un estado de derecho, protestar mediante el derecho a huelga y votar opciones políticas para promover cambios en dichos límites o fronteras. En ningún caso, EN NINGUNO, repito: EN NINGUNO, cabe en una democracia que se precie el vandalismo, la promoción de la violencia, la lucha callejera de guerrillas o el saqueo. En pleno siglo XXI no estamos en disposición de tolerar democráticamente ninguna manifestación violenta, por mucho que supuestamente defiendan valores básicos democráticos. Es una contradicción flagrante. Apelar a las manifestaciones violentas es volver s reeditar viejos fracasos del siglo XX.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Dicho todo esto déjenme que haga una reflexión política que se haya en el fondo del asunto y que parece que nadie haya echado mano a ello. Porque en el fondo del asunto, como digo, hay intereses partidistas, como todo lo que se cuece dentro de los estallidos sociales en este siglo XXI, y sobre todo en la política de este país, y no de valores fundamentalmente democráticos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Para el independentismo catalán, cuyos comicios se acaban de celebrar y que ha otorgado una mayoría en su parlamento, si bien apenas supone un tercio del total del electorado, aprovecha esta sensación de <i>statu quo</i> en las ciudades, en especial en Cataluña, para fomentar una imagen de inseguridad que provocan, según palabras textuales de algunos de sus dirigentes, las faltas de libertades y la flagrante represión del estado español. Hay un interés palpable en promover y proyectar internacionalmente estas sensaciones. Lo inquietante del asunto es que los responsables políticos que ahora defienden y amparan las revueltas incendiarias contra el encarcelamiento del rapero, estaban de acuerdo, hace ahora poco más de dos años, con el encarcelamiento contra aquel que opinaba en Twitter sobre el accidente del avión de la compalia Germanwings mofándose de las víctimas catalanas. Y hubo también quien se congratuló de que metieran en prisión al que amenazó de muerte a Puigdemont en Facebook. Claro está que la libertad de expresión siempre viene bien si la crítica va contra los demás y no contra los suyos...</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Por otro bando está quienes luchan contra su propia incongruencia, la del querer y no poder. Quienes representan a las instituciones del estado no pueden estar defendiéndolas y legislando para el pueblo y a su vez azuzar y amparar en forma de apoyo a los que defienden la libertad de expresión incendiando contenedores, atentando contra las fuerzas de seguridad del estado, y asaltando la propiedad privada con el fin de saquear todo cuanto puedan (el colmo de la incongruencia del anticapitalismo: robar en las tiendas de marca para vestir los últimos modelos de las franquicias de moda). Nunca un demócrata que presuma que lo es defenderá, apoyará y reivindicará de ningún modo semejantes actuaciones. Si hay algo que cambiar, especialmente quienes están dentro de las instituciones, deben poner medios legales, amparados en la seguridad jurídica, para que alguien que diga memeces repugnantes en letras de canciones sea sancionado de manera ejemplar sin necesidad de entrar en prisión (a menos que sea reincidente, claro está, que es el caso del ínclito rapero). Teta y sopa no cabe en la boca...</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El problema de fondo en todo esto es que el vicepresidente del gobierno ha venido perdiendo protagonismo desde que se aprobaron los presupuestos generales del estado, unido a una creciente pérdida de poder de macho alfa dentro del consejo de ministros. De ahí se derivan todas y cada una de sus salidas de tono en este último mes para acaparar protagonismo y ser el centro de atención: ante la creciente sangría de votos en los últimos comicios regionales y locales ha tomado como estrategia de campaña electoral (que durará toda la legislatura) acaparar titulares y polarizar aún más la política populista de este país. Y lo que se me antoja de grave atentado contra la libertad de expresión es que todo aquel que hace análisis crítico de sus actuaciones dentro o fuera del gobierno son señalados desde las redes sociales como el enemigo, servidores del poder económico que quieren derribarlos y a los que hay que boicotear. Un hábito más propio de alumnos de Goebles que de Marx.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Como resultado de todo esto se confunde en realidad el problema de fondo. Ni más ni menos que abordar los matices que entraña una libertad de expresión dentro de los limites de la convivencia pacifica entre todos los conciudadanos (todo sea por captar adeptos de un tuit). Una cosa es debatir sobre la conveniencia o no de delimitar ciertas manifestaciones amparadas en la libertad de expresión y otra muy distinta es el elogio a un bocachanclas reincidente y asocial, cuya carrera musical era conocida por sus padres a la hora de comer y, lo más peligroso, que personalidades políticas dentro de las instituciones lo vanaglorien, justifiquen la violencia e incluso se escondan tras el silencio al no condenar el vandalismo. Lo único cierto de todo este asunto es que comenzamos a pisar el terreno en el que mejor se desenvuelve la blanqueada ultraderecha fascista y sus arenas movedizas. Unos porque juguetean a serlo sin serlo y otros porque lo son y engañan al populacho vistiéndose de corderos. Y lo de que las «libertades tienen su límite en el respeto a los derechos reconocidos» en la carta Magna, ya si eso tal... Les viene bien a todos que cada cual se agreda como mejor pueda. Total, qué más dan las víctimas del terrorismo que las víctimas del nacismo, los que valen son los likes de los tuits, sus discursos o sus letras de canciones... cueste lo que cueste, con tal de acaparar un puñado de votos más todo vale.</div><div><br /></div><div>Y ojito si creemos que no hay nada que temer. Creíamos que era una obviedad defender el estado de derecho, la libertad de expresión y la democracia en general. Sin embargo, vemos que desde algunas fuerzas políticas, muy en especial la ultraderecha, amparan y protegen en sus discursos el desequilibrio institucional, las ideas inconstitucionales o las calumnias y mendacidades en general contra el ejecutivo, nos obligan a posicionarnos y defender cosas básicas y fundamentales en un estado de bienestar y de derecho, cosas como «democracia», «justicia» o «libertad». Los peligros están ahí. Y si alguna lección podemos aprender de el grotesco asalto al capitolio de los <i>iuesei</i> hace ahora un mes, es que ninguna democracia está exenta del peligro de ser abolida por un gobierno totalitario o incluso por un populacho alentado por la caspa militar de otros tiempos. Podemos perderlo todo, bien sea por un bigotudo con tricornio y pistola en mano, bien por un brote violento contra la libertad de expresión. Nunca se sabe cuándo se enciende la mecha, pero una vez encendida sí sabemos cómo acaba todo... La democracia hay que defenderla y mimarla SIEMPRE, día tras día, con respeto y consenso, cueste lo que cueste. Y créanme si les digo que señalar constantemente los defectos y olvidarnos de todas las virtudes que alberga una democracia invita a que venga un rancio a demolerlo todo.</div><div><br /></div>
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<div style="text-align: left;">
<span style="font-size: x-small;">© Daniel Moscugat, 2021.</span></div>
<div style="text-align: left;">
<span style="font-size: x-small;">® Texto protegido por la propiedad intelectual. </span></div>Daniel Moscugathttp://www.blogger.com/profile/14653924260243912831noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-5160534885780077226.post-63971362309258291872021-02-11T00:16:00.016+01:002021-10-22T16:56:05.950+02:00■ Chismes<div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhr_wJA0xuZw1v3AWE7BGNQm7JO7BH0bbib8l4WDfrc3nmrgk5cDlc884AQ8BkA2okUt-zKPJQKJF6yv5nQfVawj62eYltcSMu_0aMgbVuyCyZwfjjiiK8xOym7p1M9zZQsPeQrwMBq-9E/s273/blog.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="273" data-original-width="238" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhr_wJA0xuZw1v3AWE7BGNQm7JO7BH0bbib8l4WDfrc3nmrgk5cDlc884AQ8BkA2okUt-zKPJQKJF6yv5nQfVawj62eYltcSMu_0aMgbVuyCyZwfjjiiK8xOym7p1M9zZQsPeQrwMBq-9E/s16000/blog.jpg" /></a><span style="text-align: justify;"><div style="text-align: justify;">Hace apenas un par de semanas se hizo público el contrato del astro del balompié, Lionel Messi. Este hecho ha dado lugar a una cascada de «filtraciones» (es el modo elegante de calificar los chismes) sobre los sueldos de famosos y personajes de la vida pública en general; la cascada no cesa de crecer. Un ejercicio que se me antoja lleno de impudicia, falta de decoro, y lo que me parece más grave, una intrusión a la intimidad. Esto me hace cuestionar, en primer lugar, la gestión que se hace en España del cumplimiento de la ley de protección de datos, y en segundo lugar, la europeización de este país, que sigue echando en falta un buen tratamiento anticaspa, que gasta muy mala leche y que la envidia es la bandera común que ondeamos sin pudor, sustentada desde el asta del egoísmo. Y es que estas filtraciones huelen a leña en la lumbre de la indecencia; quiero decir, que de lo que se trata es de prender la hoguera de las vanidades y meter en el foco de la quema a todo aquel que su sueldo supere con creces el mínimo por el que uno se ve obligado a declarar sus emolumentos a hacienda. Pongamos el foco en esos indecentes que ganan un pastizal y quemémosle. Eso sí, del montante que estos personajes pagan a hacienda, ya si eso tal...</div><div style="text-align: justify;"><br /></div></span></div></div><div style="text-align: justify;">Vivimos por desgracia en un fallido sistema económico que valora lo que genera dinero y no lo que genera valores —permítaseme el juego de palabros— o protección sanitaria, y así nos va. No hay más que echar cuentas de todo lo que hemos perdido en esta pandemia y lo que nos queda por perder. Lo que no perderemos será la costumbre de olvidar pronto lo ocurrido para volver a repetirlo a la vuelta de la esquina. Visto lo visto, si hay algún ingenuo que crea todavía que la pandemia nos ha cambiado, es que no ha leído suficiente Historia y desconoce cómo se las gasta el ser humano. Además, hemos declarado abiertamente como grupo social que preferimos el populismo de los gritos y el insulto, que de eso andamos sobrados por estos lares, a las razones y los datos objetivos (dese una vueltecita por los años treinta del siglo veinte y hacia donde fuimos apenas una década después). En fin, a lo que iba, que si estos individuos perciben esas cantidades indecentes de dinero es porque generan aún más para sus empresas, mucho más que muchísimo y muchísimo más que más de lo que perciben. De otro modo, aquéllas no permitirían desembolsar líquido más allá de lo que permitieran sus márgenes de beneficios.</div><div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El éxito inusitado de la prensa y la televisión del corazón en este país, que se prolonga en el tiempo como una interminable calzada que desaparece en el horizonte sin destino posible, se debe a que aquí nos gusta zambullirnos en la vida de los demás, independientemente de si éstas pertenecen a conocidos, amigos, enemigos o simplemente famosos. Queremos saber qué hacen, qué visten, qué dicen, qué comen, con quién se meten en la cama y últimamente qué ganan. Queremos conocer los chismes para poder socializar y confraternizar con nuestros vecinos o amigos y criticar aquello que hacen, visten, dicen, comen, fornican o ganan, con el objeto (secreto a voces) de soñar con tener esas vidas y el deseo de suplantar o emular sus identidades. </div></div><div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Es una realidad que existe desde el principio de los tiempos. La historia de España se nutre de infinidades de ejemplos ilustrativos. Si alguien molesta, incomodamos el camino, le zancadilleamos o simplemente lo eliminamos para apartarle del mismo. Una realidad que nos atropella y que ni siquiera con la ley en la mano se merma la capacidad de airear los trapos sucios del vecino, amigo, compañero o famoso de turno, con tal de salir beneficiados de ello. Los clásicos griegos están llenos de traiciones y engaños que ponen la dovela de este marco incomparable de los chismes y felones.</div></div><div><div style="text-align: justify;"> </div><div style="text-align: justify;">No obstante, siempre que suceden estos desmanes, me hago la misma pregunta: ¿quién sale beneficiado de la tormenta que se desata? En este caso, ¿quién(es) es(son) la(s) persona(s) o entidad(es) que acaba(n) disfrutando de una posición ventajosa para negociar, resarcirse o liquidar la reputación de alguien? Véase Jasón y Madea, Agamenon y Clitemnestra, o Adriana y el rey Minos; o desde el principio de los tiempos Caín y Abel. Es una costumbre muy antigua eso de poner en mal lugar a alguien o directamente liquidarlo para suplantarle por una posición ventajosa. Es muy cañí eso de «quítate tú que mejor me pongo yo». Es un hecho que suele llegar a buen puerto porque nos gusta la morbosidad que produce el chisme de un tercero. Prestamos atención y lo propagamos como un virus, sin tener en consideración ni las consecuencias ni las vidas de quienes se atribuyen esos malabarismos de la realidad, sin considerar siquiera la verosimilitud de la narración que asumimos como certera, y, lo más grave, sin contar con la inestimable versión de los hechos de quien es objeto de ostracismo. El que esté libre de pecado que tire la primera piedra.</div></div><div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La cuestión debería estar en por qué este fallido sistema capitalista permite que un futbolista gane más dinero, en proporción, en cinco años que lo que se invierte en investigación contra el cáncer, que se sostiene gracias a la filantropía y a las ayudas de la tan denostada Europa. Porque tan sólo en este aspecto, el cáncer le cuesta a las arcas del estado 19.300 millones de euros, de los que el 55% los asume el sistema sanitario*. Y sólo hablamos de los costos del Cáncer, no de su investigación que no es ni una décima parte. No digamos ya las enfermedades denominadas raras, que lo que gana un futbolista de élite en un año da para investigar durante un lustro cualquiera de ellas.</div></div><div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Y ahora que está de moda la estampida de youtubers (y famosos, deportistas, empresarios, etc.) a paraísos fiscales, esgrimiendo la excusa de que les cuecen a impuestos y pagan un pastizal (que según dicen sólo sirven para pagar la vidorra que se dan los diputados y políticos de este país), yo, la verdad, les insto a que saquen a pasear su patriotismo español y piensen en positivo, en lo verdaderamente práctico: a dónde van a parar la mayoría de los impuestos. Porque la realidad (no el pooulismo casposo, fascistoide y barato al que se agarran para justificar lo injustificable) es que la inmensa mayoría de sus impuestos se derivan a sanidad, educación, infraestructuras, carreteras, etc. Para que cuando enfermen (ellos o sus padres) tengan un hospital al que acudir, para que sus futuros hijos vayan al colegio con las mejores garantías posibles, para que las subvenciones que reciben las empresas de telecomunicaciones inviertan en que las conexiones de sus wifis sean cada día mejores, o para que cuando cojan un coche puedan acercarse a esquiar a la sierra o para que puedan coger un avión y disfrutar de sus vacaciones en el paraíso de la conchinchina; que todo eso y muchísimo más (el futuro de sus pensiones, por ejemplo) es gracias a sus impuestos. Pero claro, vivimos en un país de envidiosos y chismosos que ondean sus banderas (no la rojigualda, ésa mejor para protestar por las calles y demostrar lo españoles que son) ensartadas en las astas del egoísmo. Peferimos quedarnos con el chisme de barrio, la leyenda urbana, y actuar en consecuencia, que argumentar con datos objetivos y razones simplemente porque queremos sacar algún provecho. Nada nuevo bajo el sol.</div></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div><div style="text-align: justify;"> </div><span style="font-size: x-small;"><div style="text-align: justify;">*según el informe «Impacto económico y social del cáncer en España», elaborado por la consultora Oliver Wyman para la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC).</div></span><div style="text-align: justify;"><br /></div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9UW5TVsRSMIbtNFCX3b9V1221PVzPRQxsRSrNkQOVMDV4QAqettSt2QscGNX-vFnkrqni0kNuxKalhyphenhyphenTg0l_Q9YN-kfBEPeXso3LhBc3wfe1asQl26jgwIthoGls1dRQg5tp8TI6pcc4/s1600/Firma+DM.png" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="80" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9UW5TVsRSMIbtNFCX3b9V1221PVzPRQxsRSrNkQOVMDV4QAqettSt2QscGNX-vFnkrqni0kNuxKalhyphenhyphenTg0l_Q9YN-kfBEPeXso3LhBc3wfe1asQl26jgwIthoGls1dRQg5tp8TI6pcc4/s200/Firma+DM.png" width="140" /></a>
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<a href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/" rel="license"><img alt="Licencia Creative Commons" src="https://i.creativecommons.org/l/by-nc-nd/4.0/88x31.png" style="border-width: 0px;" /></a>
<div style="text-align: left;">
<span style="font-size: x-small;">© Daniel Moscugat, 2021.</span></div>
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<span style="font-size: x-small;">® Texto protegido por la propiedad intelectual. </span></div></div>Daniel Moscugathttp://www.blogger.com/profile/14653924260243912831noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-5160534885780077226.post-90752674815679923462020-12-19T11:55:00.007+01:002021-10-22T16:47:06.659+02:00Sobre la nueva pandemia<div><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiYytug3x_VQEpRP3IC4SuHzop5LbA0bzieLnFoERVcJ3BYWHP-C62DKcPB-jUueLRjGQtwrwto5vU3uEQXLZXo67sRIhf6nYhpHjkX2txopxmPmHkzrh3WOo81ve3H0JM3phMZ4A3-Rek/s273/blog.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="238" data-original-width="273" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiYytug3x_VQEpRP3IC4SuHzop5LbA0bzieLnFoERVcJ3BYWHP-C62DKcPB-jUueLRjGQtwrwto5vU3uEQXLZXo67sRIhf6nYhpHjkX2txopxmPmHkzrh3WOo81ve3H0JM3phMZ4A3-Rek/s0/blog.jpg" /></a></div><div style="text-align: justify;">Si por un momento creyó que me dispongo a hablar de la covid-19, lo lamento. No es mi intención hablar sobre los más de cuarenta y cinco millones de expertos en pandemias que vivimos en este país. Ya me despaché a gusto hace meses y me entristece ver cómo todos los vaticinios se cumplen siempre, de la a a la z. Del mismo modo como intuí las intenciones de populistas y emuladores de Trump en España. Como la que, creyéndose grande de España, ostenta el dudoso honor de construir un cutre barracón con camas apiladas y llamarle hospital de pandemias. Además, con la osadía de regalar una bola extra en forma de ofrenda, sin quirófanos ni material de cirugía por más señas, a los probables accidentes aéreos del cercano aeropuerto de Barajas (la ineptitud carece de método). En fin, que el concepto «hospital de pandemias» sólo existe en la imaginación de crédulos, acólitos y borregos sin escrúpulos. Una cutrez, en definitiva, de más de cien millones de euros que nos han metido con calzador y sin vaselina como la panacea de los hospitales de pandemias en el mundo. Lo cual, en cierto modo, tiene algo de razón: es el único en el mundo. Qué digo en el mundo el primero de toda la historia de la humanidad. Ese tipo de hospitales ni existen ni han existido nunca y cualquiera que haya estudiado medicina, o historia, lo sabe bien. Ni a Trump, con toda su pomposidad y felpudo por flequillo, se le hubiera ocurrido mejor y más grande anuncio populista de semejante calibre. En fin, que además de e ir por libre cual verso suelto, como lo que cree que es y en realidad no llega ni a puntos suspensivos, se dedica ahora a acusar a quienes le instaban a hacerlo de eludir responsabilidades, ahora que se le ha disparado los registros de fallecidos y contagiados y los hospitales vuelven a resistir la presión de los ingresos. El hormigón es pura gomaespuma comparado con su rostro. Total, que así es como funciona la pandemia del buenismo bien... Y dicho lo cual, que a nadie le extrañe que la ineptitud vestida de populismo acabe siendo la primera presidenta del gobierno en la historia de España.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Pero a lo que iba, que me voy por las ramas y me pongo a hablar de la idiosincrasia del cainita <i>homo hispanicus. </i>Que creemos estar a un tris de vencer a un organismo del que si acaso sólo conocemos cómo no contagiarnos y poco más, a pesar de que en pocos meses la población de los países ricos dispondrá de vacuna... los países pobres ya si eso tal. A ver quién es el guapo que da una explicación razonable de lo bien que Alemania hacía frente al coronavirus y a fecha de hoy casi triplica los fallecidos de cualquier país de Europa. Y por eso mismo, la filoterrorista, bolivariana y socialcomunista Angela Merkel ha decidido cercenar la libertad de los ciudadanos alemanes confinándolos en Navidad.</div></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Que no, que no va por ahí la pandemia de la que quiero hablar, aunque todo siempre está interconectado. Que mira que cojo carrerilla y me lío... Aprovecho para advertirle que ni es en defensa de nada ni contra nadie. Tan sólo es una de las muchas reflexiones que uno se hace a diario y a veces me da por escribirlas, como hoy. Sigamos el consejo de Azaña: «Si cada español hablara sólo de lo que sabe, se haría un gran silencio nacional que podríamos aprovechar para estudiar». Estudiemos un poco más el comportamiento humano, que me interesa bastante, y cada vez se me hace más previsible y absurdo.</div><en 2017="" 90="" a="" aceptar="" acoger="" ajena="" alfaguara="" aqu="" aut="" bien="" buenismo="" c="" caf="" con="" conciencia="" contagiado="" contrario="" ctonas="" curioso="" de="" del="" denigrar="" desd="" dist="" div="" el="" en="" endici="" enza="" es="" especial="" este="" excepto="" existe="" facilidad="" for="" gilipolleces="" haber="" hasta="" hemos="" hospitales="" hoy="" ideas="" la="" lactosa="" las="" lo="" loriga="" los="" m="" me="" menos="" miramos="" mo="" mucho="" mundo="" n="" neas="" no="" nos="" o="" orweliano="" otra="" pa="" pandemia="" pandemias="" para="" pico="" piden="" premio="" programa="" que="" radio="" ramos="" ray="" recuerda="" referente="" rodea="" s="" sacarina.="" se="" sentimos="" si="" son="" tenemos="" todo="" toleran="" tolerancia.="" tolerantes="" trata="" ver="" verg="" vivido="" y=""><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En este mundo distópico y orweliano que estamos viviendo, tenemos el dudoso honor de ansiar una vida transparente donde queremos ver hasta por dónde evacuamos los excrementos y qué hacen nuestros vecinos en todo momento, como esa parábola cuasi kafkiana de Loriga donde retrata a la perfección nuestra sociedad actual, expuesta en todo momento a la mirada de todos y al juicio de la mayoría. Nos hemos zambullido en una flama de gilipollez tan grande, que el exceso de agua y limpieza en las duchas nos está dejando sin matices, sin olor; ni siquiera la mierda nos huele ya (lo sé, lo sé; sin haber leído la novela no entenderá del todo bien este símil).</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Creo a pie juntillas que hemos disfrutado en España los mejores cuarenta y pico años de su historia. Unos años que ha tenido luces y sombras (como todas las democracias del mundo). Y una de las sombras más lóbregas, góticas y siniestras ha resultado ser (presuntamente) la pieza principal del puzle constitucional de la transición, la figura del monarca Juan Carlos I; noticia de primera plana a fecha de hoy por sus continuos desajustes fiscales y líos de faldas. Dicho así, poca diferencia parece haber entre sus predecesores y él.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Según la Constitución la familia real la componen los ascendentes y descendientes de primer grado. Lo que significa que don Juan Carlos I, probablemente muy a pesar de su hijo, sigue perteneciendo a la Casa Real. Con todo lo que ello implica. Esto pudiera significar que deben pagar justos por pecadores, según entiendo por el modo y escarnio con el que una parte de la ciudadanía y la política se rasga las vestiduras habiendo juzgado y sentenciado al exrey de España. Y ya conocemos lo que pasa con los ex, que cuando todo era luna de miel hasta los pedos resultaban música para los oídos; pero cuando se desinfló la luna y salió el sol para darle vida con luz y nitidez todo lo que la magia nocturna oculta, hasta el murmullo de masticar con la boca cerrada, resulta insoportable. No obstante, el problema no radica precisamente ahí, sino en uno de los pecados capitales de este país, complementario e indivisible al de la picaresca: mirar para otro lado.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">A lo largo de las décadas, desde las altas instituciones hasta los grandes medios informativos, pasando por los grandes grupos políticos que se han repartido el poder a lo largo de nuestra aún joven democracia, TODOS, sabían de los tejemanejes del ahora Rey emérito. Y todos, absolutamente todos, <i>miraron para otro lado</i>, evitaron hablar del tema e incluso dieron carpetazo a cada una de las sospechas contra el por entonces monarca. Como añadidura, el oprobio causado a quienes procuraron airear lo que ahora parece ser <i>vox pópuli</i>. Se presuponía que en eso consistía (erróneamente) «proteger» la corona. Y resulta indignante, sangrante y todos los «antes» del mundo que suenen a doloroso, ver cómo esos grandes medios que antes encubrían todas esas acciones sospechosamente reprobables, ahora lo presentan ante la opinión pública como un apestado, y sus máximos encubridores anden metiendo la cabeza bajo tierra como las avestruces; o peor aún, sacan pecho defendiendo sus truculentos desvaríos fiscales. Medios y dignatarios políticos me parecían entonces, y me parecen ahora, el súmmum de la hipocresía, dignos herederos del buenismo bien de la ciudad transparente de Loriga. Me recuerda ahora todo esto aquello del capitán Renault de la gendarmeria de Casablanca: «¡Qué escándalo! ¡Qué escándalo! Aquí se juega».</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Y claro está, ha quedado patente. La respuesta del hombre masa no se ha hecho esperar, tanto de partidarios como de contrarios. El hombre masa, es decir, ese que es incapaz de desarrollar una visión para diferenciar los matices, el que no soporta los argumentos que entretejen la urdimbre de la sutileza o los detalles, al que no le interesan las reflexiones porque su deriva consiste en hacer bastión de las consignas y de los tuits, y cree que el mundo entero cabe en un eslogan; el hombre masa, como digo, quiere derribar muros y derruir instituciones porque sí, porque hay un presunto forajido que ha dilapidado la confianza que varias generaciones depositaron en él, o peor aún: justifican sus acciones y desvaríos fiscales porque simplemente no es un ciudadano más, fue el Rey, al que se le ha de permitir todo (hasta el derecho de pernada).</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Me surge una pregunta de pura lógica clásica: si la monarquía debe caer por los negocios turbios por quien representa la institución, imagino yo que, análogamente, debemos pedir la supresión del estado de derecho por la dejadez y pasividad (eso de mirar a otro lado) del Consejo General del Poder Judicial, por aquello de que llevan algo más de dos años de legislación anticonstitucional y ni siquiera son capaces de mover un dedo para presionar a los que tienen en su mano renovar el mandato. O peor aún, por las reiteradas negativas de querer investigar al presunto corrupto real; o también la de la propia democracia, por la corrupción institucional y reiterada del Partido Popular o del terrorismo de estado socialista cuando ostentaron el poder. Nos parece absurdo, ¿verdad? Significa esto, pues, que las personas hacen las instituciones pero <i>no son</i> las instituciones, por mucho que algunos vociferen lo contrario. Hay una corriente, diría beligerante e intolerante, que quiere eliminar de la ecuación esta jefatura del estado por otra análoga (y muchísimo más cara). Miedo me da dejarla en manos de los representantes de los hombres masa visto lo visto...</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">No voy a poner en duda la honestidad o la falta de ella sobre la persona del mal llamado Rey emérito, lo que no comprendo es por qué un hijo tiene que ir al paredón por los pecados de un padre. Aunque aquí, al parecer, si a alguien se le pilla con las manos en la masa, ya está juzgado y sentenciado antes de sentarse en el banquillo. No sólo él, también toda su prole, familiares y amigos..., todos culpables y al paredón. Mirusté, primero presionemos para juzgar y probar hechos delictivos, y después hablemos. Bien es cierto que esos más de cuarenta años de bienestar social histórica de este país queda ahora más empañada que nunca. Pero de ahí a crucificar al resto de la familia porque alguien ha traicionado su confianza es como eliminar de la ecuación la fórmula matemática por haberla interpretado mal en un examen. Estudia bien antes de apresurarte a dar solución a los problemas...</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La pandemia del buenismo bien es la enfermedad contagiosa que sufre el hombre masa del que hablamos antes: el que es capaz de resumirlo todo en un eslogan o de juzgar todos los hechos históricos de la humanidad con el código ético y moral del estúpido y retrógrado siglo XXI. Y en eso consiste el éxito de los líderes de los hombres masa, en contagiar a todos los de alrededor con su eslogan: si no estás con ellos, estás contra ellos (y si no, convertimos en la panacea de la sanidad un barracón moderno del siglo XV). En modo alguno exculpo de nada al que hace una fechoría. El que haga mal, que obre la justicia para ponerle en su sitio, y no para encubrir ni para mirar a otro lado. Pero si durante muchos años los que pudieron poner las cosas en su sitio estuvieron malcriando al niño y dando por bueno todo aquello que era malo, ahora me resulta indignante, qué digo indignnte: repugnante, que esos mismos le señalen con el dedo o, por contra, que tengan complejo de avestruz. Tanta culpa tiene el padre que le ríe las gracias al niño que comete las fechorías, como el niño que las perpetra.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Si hay algo que achacarle al ex monarca es que ha traicionado la memoria y la confianza de todos los que confiamos el timón en la persona que lideró este país durante cuatro décadas. Eso es lo más doloroso, más que todo el dinero del mundo y sus novietas de pega. Que alguien traicione tu confianza es un golpe que deja a la deriva a toda una institución y que a poco que aparezca un papel, una declaración al mejor postor (en eso hay medios expertos que han encumbrado a mamarrachos como líderes políticos), o un documento que ponga en duda la honorabilidad del actual Jefe del Estado por la mala cabeza genética de los Borbones, este país implosionará precisamente desde ahí, desde la propia jefatura. Bien podría resumirlo todo una pregunta y una respuesta, ubicada en el marco de la última entrevista concedida como monarca el actual rey emérito, aquella que protagonizó junto al desaparecido Jesús Hermida:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">— ¿De qué se siente más orgulloso? —preguntó el malogrado periodista. </div><div style="text-align: justify;">— De haber cumplido con mi deber — respondió el monarca.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Sí, eso lo mas doloroso. Que presuntamente nos haya mentido a todos, que presuntamente nos haya traicionado (porque los indicios no habilitan la culpabilidad). Y no sólo a nosotros, la ciudadanía: también a su mujer, a su hijo, a sus nietos... Por eso no estaría de más que desde Casa Real se posicionara de una vez y tomase cartas en el asunto, sin desdeñar, desde luego, el papel fundamental de unas explicaciones bien clarificadoras del predecesor. Porque todos somos iguales ante la ley según la Constitución, por más que la lideresa del falso hospital de pandemias pretenda meternos con calzador y sin vaselina lo contrario y su cohorte de borregos le hagan la ola. Mirusté, no se me ocurriría siquiera pensar en derrocar la democracia porque una panda de mafiosos llamados políticos aprovechen su posición de privilegio para llenar sus bolsillos y los de sus amiguetes. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Queremos un país transparente para ver hasta el color de la mierda que cagan especialmente los que cobran las nóminas que pagamos con nuestros impuestos. Yo lo veo bien, la verdad, es lo justo. Y si con ello conseguimos que también se nos vea la nuestra cuando procuramos en la medida de lo posible evitar impuestos (pagar y cobrar en "b"), o quedarnos con lo que no es nuestro a poco que el vecino descuide lo suyo. Suena a disculpa, pero en modo alguno. Lo que me da miedo de todo esto en realidad es dejar en manos de los representantes de los hombres masa y líderes del buenismo bien de este país la Jefatura del Estado; por una sencilla razón: el hombre-masa, en la justificación de su incapacidad para el matiz y meter la complejidad del universo en un eslogan, es un bárbaro que acabaría llevando a su tirano populista al poder. Tenemos un ejemplo cercano, hace cuatro años, en E.E.U.U. Visto lo visto hasta el día de hoy, si hemos vivido los mejores años de nuestra historia, tampoco es menos cierto que estamos a las puertas de los peores a poco que esto continúe in crescendo en populismo, aceptando las noticias falsas como verdaderas. Se empieza haciendo un hospital de pandemias y acabamos pidiendo el voto de la tiranía, y a lo peor nos lo meten con calzador y sin vaselina... en eso tenemos experiencia y un historial muy largo.</div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9UW5TVsRSMIbtNFCX3b9V1221PVzPRQxsRSrNkQOVMDV4QAqettSt2QscGNX-vFnkrqni0kNuxKalhyphenhyphenTg0l_Q9YN-kfBEPeXso3LhBc3wfe1asQl26jgwIthoGls1dRQg5tp8TI6pcc4/s1600/Firma+DM.png" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="80" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9UW5TVsRSMIbtNFCX3b9V1221PVzPRQxsRSrNkQOVMDV4QAqettSt2QscGNX-vFnkrqni0kNuxKalhyphenhyphenTg0l_Q9YN-kfBEPeXso3LhBc3wfe1asQl26jgwIthoGls1dRQg5tp8TI6pcc4/s200/Firma+DM.png" width="140" /></a>
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<a href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/" rel="license"><img alt="Licencia Creative Commons" src="https://i.creativecommons.org/l/by-nc-nd/4.0/88x31.png" style="border-width: 0px;" /></a>
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<span style="font-size: x-small;">© Daniel Moscugat, 2020.</span></div>
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<span style="font-size: x-small;">® Texto protegido por la propiedad intelectual. </span></div></en>Daniel Moscugathttp://www.blogger.com/profile/14653924260243912831noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-5160534885780077226.post-44230518855891965402020-07-06T13:01:00.002+02:002021-10-22T13:46:39.943+02:00Falsa solidaridad<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
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<img border="0" data-original-height="273" data-original-width="238" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkmzFxTh4l2XfKpaSnfJVJZGjIDuTbHAo1sgUMSZyvYqvVxJDv0bh8ngb_h_oJ07co_0CnxafwPw-JIw-jOpnzso6cqPdgjA3HNc4Q3xTddH0fEkbnj37aoQhQKKV870CEtN4-xgGk6b8/" /></div>
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Para poder escribir sobre esto, he aguardado un par de semanas con tal de cerciorarme de cuanto expongo aquí. Y visto lo visto voy a quedarme cortito. Según la RAE, <i>solidaridad</i> es la «adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros». Como tal, la palabra tiene una procedencia asociada por varios términos semánticos. Para no hacer de esto un panfleto filológico, digamos que el origen puede establecerse en su étimo latino <i>in solidum,</i> que hace una referencia directa al mundo de la construcción, y su relevancia tiene valor de cohesión, de unión entre las diversas partes implicadas, de equidad e igualdad de aportaciones estructurales. Lo que queda claro es que la adhesión a una causa de cualquier otro tiene un fin constructivo, la de levantar, con ayuda y aportación equitativa, un proyecto, trabajo o iniciativa.</div>
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Al parecer, el primero en emplear esta palabra con ese sentido etimológico fue Pierre Lerroux (1797-1871). Su intención era reemplazar <i>la caridad</i> del cristianismo por <i>la solidaridad</i> humana. En su libro <i>De l´Humanité</i>, hace de la solidaridad una característica antropológica convirtiéndola en apoyo o soporte para superar la división del género humano en naciones, familias o propiedades, estableciendo así una unión entre los hombres. Este concepto semántico más bien lo aproximaba al término <i>filantropía</i>. En última instancia he de decir que esto, con el paso de los años y el contexto histórico en el que estamos, ha sido un craso error. Y me explico. </div>
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Solidaridad tiene que ver con sumar, con construir, con apoyo, con soporte... Aunque es un término que se ha superpuesto a la caridad hay una diferencia clara entre ambos términos, no sólo en lo etimológico. Dicho <i>grosso modo</i>, la caridad es una <i>actitud solidaria</i> (no un <i>hecho)</i>, como dice la propia RAE, «con el sufrimiento ajeno, o limosna que se da o auxilio prestado a los necesitados». La solidaridad, en cambio, no trata de una limosna o una actitud, sino una forma de construir, un modo de arrimar el hombro para ejecutar un proyecto o trabajo, no está exenta de una actitud humilde, caritativa; del mismo modo que la caridad no está exenta de una actitud solidaria. Cuando uno construye nunca aporta lo que le sobra, sino el material del que uno dispone para solidificar su propio feudo y distribuir el peso de esa propiedad en un proyecto ajeno. Dicho de otro modo: la solidaridad es la forma de compartir y aportar lo que uno tiene para paliar las carencias de otro con el fin de construir o salvaguardar un objetivo común. Compartir lo que uno tiene, no lo que a uno le sobra.</div>
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En estos últimos tiempos se confunde en demasía estos términos, de ahí que considere craso error haber estimado oportuno sustituir solidaridad por caridad, maquillando los conceptos para procurar no denigrar, ofender u atacar ningún estamento, grupo, personas o colectivos. Dicho de modo más castizo: la gilipollez suprema a la que estamos ya acostumbrados en este siglo XXI, que por no ofender, terminamos atacando, destruyendo y borrando el pasado. No es lo mismo caridad que solidaridad, habría que dejarlo claro de una vez. Sumarse a la causa, cual fuere ésta, no significa que uno sea solidario. La suma de las fuerzas implica una «construcción», un «apoyo» o «soporte» hacia personas, instituciones o cual fuere el beneficiario. Y es precisamente ahí donde radica la confusión. Es decir, que una organización pida ayuda solidaria, no significa que los que aportemos seamos solidarios, porque eso no implica sumarse a la causa (sí el que trabaje aportando desde un mismo nivel), sino más bien una actitud solidaria; o lo que es igual, un acto de caridad. Solidarios son quienes trabajan en esa empresa y construyen un bastión en forma de soporte o ayuda hacia otros. Los que contribuyen lo hacen por mor de ayudar o por caridad. Así, quizá, conocer de qué lado estamos nos hará comprender mejor el porqué esta sociedad en la que vivimos puede ser una sociedad caritativa, pero en modo alguno una sociedad solidaria.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div>
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Esto podemos observarlo en el día a día de este sistema postapocalíptico que hemos comenzado a vivir cuando la sociedad necesita, más que nunca, de la verdadera solidaridad de cada uno de nosotros. En efecto. Cuando digo solidaridad quiero decir que entre todos podríamos construir una sociedad más segura aportando precaución, distanciamiento social, higiene frecuente de manos, mascarilla... al menos mientras dure esta pandemia que está poniendo en el foco lo peor de nosotros mismos y sobre todo ese afán de que todo el mundo vea lo «buenos y solidarios» que somos. Pero nos encontramos, en realidad, una sociedad incivil, insolidaria, que antepone su propio egoísmo al bienestar social y sanitario general. Los hay incluso que defienden que son los mínimos. Sólo hay que salir a la calle cinco minutos para comprobar que no es verdad. Alguno quizá podrá acusarme de ser un desvergonzado bocazas metomentodo. Quizá hasta tenga razón, pero alguien tenía que alzar la voz para comentar algunas verdades del barquero sobre la realidad, la auténtica realidad que vivimos, mirusté; y donde todos tenemos que pagar un precio, seamos niñas bonitas o no.</div>
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Lo único que veo en esta sociedad de egoístas caprichosos, sobrecargada de infantilismo, preñada de postureo e INSOLIDARIA es incivilidad, falta de verdadero compromiso, ignorante e inculta en sus reivindicaciones y por encima de todo postureta. De nada sirve haber inundado todos los balcones de España con banderas y aplausos, con mensajes de esperanza y alegría, cuando percibo desde todos los ángulos de esos balcones que a la inmensa mayoría (y estoy siendo indulgente) le importa un pimiento la pasada lucha de los sanitarios en las urgencias y las UCIs, le importa un huevo de pato las fuerzas de seguridad del estado y los servicios de protección civil, les importa una patata frita caducada todos esos que han estado al pie del cañón suministrándonos los alimentos necesarios para que no tengamos ningún tipo de carencias... ÉSA ES LA REALIDAD. Ni siquiera sabemos (ni queremos) utilizar las mascarillas como es debido, así que imaginen ser de verdad solidarios. Y me apena ser ese pájaro de mal agüero que se aventura en ocasiones a profetizar cosas que luego se cumplen. Pero es que la sociedad se ha vuelto tan previsible que hasta los pseudoprofesionales de la videncia se devalúan a marchas forzadas porque cualquiera que se lo proponga puede ser previsor del futuro generalizado.</div>
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<div style="text-align: justify;">Pongamos como un ejemplo de muchos, muchísimos que podría, esa inmensa mayoría del gremio de la cultura que tiene siempre como premisa hacer llamamientos a que acudan a sus presentaciones, a sus lecturas o clubes de lecturas, a sus exposiciones, a sus conciertos..., pero llega la hora de la verdad y no se les ve ni se les espera. Eso sí. Para poner la mano a las ayudas del estado y exigirles mucho más, sobre todo abrir la boca para despotricar a diestro y siniestro, para eso sí se solidarizan con la causa de luchar contra el poder. Pero para lo demás, ya si eso tal. </div>
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Es tan simple de comprender que el mero hecho de que comiencen a proliferar los rebrotes por doquier (que llegarán, no les quepa duda) es el síntoma más claro y evidente de que estamos marcados por el pasotismo, el egoísmo y la insolidaridad, por el yo primero y que se joda el que venga detrás. Que el postureo de salir al balcón a aplaudir era puro márquetin de nosotros mismos. Que nos importa una mierda tanto la sanidad como sus sanitarios, y aún menos las decenas de miles de fallecidos por esta pandemia, que serán más. Esa es la realidad, y maquillarla con cualquier otra cosa me parece de una hipocresía fuera de toda órbita farisaica, por más dolorosa que parezca. Y, además, ser solidario no significa quedarse en casa por miedo a contagiarse. Si de verdad quiere ser solidario, póngase mascarilla, respete el distanciamiento social, higienice con frecuencia sus manos, respete las normas de la «nueva» realidad que vivimos, y luego ya si eso, cuando llegue el momento de aplaudir en el balcón (porque se reeditarán viejos éxitos), aplauda sin complejos y con orgullo a quienes lo merecen. Comience así a construir una casa por los cimientos, y no por los balcones, que es como se ha estado construyendo la 1«solidaridad» en estos últimos meses. Y si no, adhiérase a la causa de esa inmensa minoría que sí lo hace. Eso sí es SOLIDARIDAD: compartir con los demás, no lo que nos sobra para que otros tengan algo (eso es caridad), sino lo que tenemos al alcance de nuestra mano y con lo que construimos nuestra realidad, y de manera equitativa entre todos, para que todos luchemos en igualdad de condiciones frente a un problema común. Y algo importante que se me escapaba: haga lo que haga, «que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha para que tu limosna sea en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará» (Mateo 6:3,4). </div>
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<img border="0" height="80" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9UW5TVsRSMIbtNFCX3b9V1221PVzPRQxsRSrNkQOVMDV4QAqettSt2QscGNX-vFnkrqni0kNuxKalhyphenhyphenTg0l_Q9YN-kfBEPeXso3LhBc3wfe1asQl26jgwIthoGls1dRQg5tp8TI6pcc4/s200/Firma+DM.png" style="text-align: left;" width="140" /></div>
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<a href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/" rel="license"><img alt="Licencia Creative Commons" src="https://i.creativecommons.org/l/by-nc-nd/4.0/88x31.png" style="border-width: 0px;" /></a></div>
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<span style="font-size: x-small;">© Daniel Moscugat, 2020.</span></div>
<span style="font-size: x-small;"><div style="text-align: justify;">
® Texto protegido por la propiedad intelectual. </div>
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Daniel Moscugathttp://www.blogger.com/profile/14653924260243912831noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-5160534885780077226.post-29282831363107802822020-06-08T11:05:00.002+02:002021-10-20T16:56:34.692+02:00La hoguera de las vanidades<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
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<div class="separator" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; text-align: center;">
<img border="0" data-original-height="238" data-original-width="273" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgjRRd758OhSdZXVwQ0XFfZz4uRTNBnBaLTDiETmtqTSUQgq3l_Def_BPe29h9LjQkv-2s0Ln1XuUqa5KouomgWn0iaJzbY7bScmjcnBKiXnEto6TSldryP3z1aZOAoDl65V_e3WwzCKUE/" /></div>Hace muy pocas fechas se desgañitaba y destrozaba las manos todo cristo desde los balcones en reconocimiento a los sanitarios y cuerpos de seguridad del estado. Aplausos y gestos y gritos de apoyo por doquier podían sentirse en todos los rincones de esta, cada vez más, depauperada España. Es más, mucha gente lanzaba las campanas al vuelo proclamando que, superada la pandemia, nacería un ser humano nuevo de todo esto, que prestaría más atención a las cosas que importan y abrazaría un sentido de la realidad tan pragmático como emocional. Pues mire usted, nada de nada. A la ciudadanía le importa un huevo de pato la sanidad, y aún menos nacerá de todo esto (sin habernos siquiera acercado a superar la pandemia) un ser humano nuevo. </div>
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En las sucesivas semanas he reiterado e insistido en la grave falta de memoria de la que adolece la raza humana <i>(<a href="https://danielmoscugat.blogspot.com/2020/04/el-enesimo-nuevo-orden-mundial.html" style="font-weight: bold;" target="_blank">aquí</a></i>, por ejemplo). Y no es recurrente que apele siempre a esta especie de mantra, pero la realidad deja en evidencia que, más que recurrente, es un hecho incontestable: la amnesia de este país es ya alarmante. Hace unas semanas salían a la calle una serie de descerebrados, irresponsables, y criminales en potencia, esgrimiendo cacerolas de diseño y palos de golf, con peticiones absurdas y protestas que parecían extraídas de la revista El Jueves (sospechaban ser secuestrados por el gobierno, y reclamaban libertad (sic) para salir a la calle; en realidad querían decir club de campo, chalet de la sierra o casita de la playa). Los muy irresponsables y criminales en potencia decidieron no respetar ninguna consigna sanitaria que valga; eso sí, cuando cumplidamente daban las ocho de la tarde se ponían a aplaudir y cantar eso de <i>sobreviviré.</i> Pues, mire usted, ahora son otros descerebrados, irresponsables y criminales en potencia que salen a la calle a protestar contra un estado racista a siete mil kilómetros de aquí, gritando consignas como «policía asesina» (supongo mal que bien que no se referirían a la que hace pocos días se le besaba los pies por la labor que realizaban en la calle), y lo de respetar la distancia social ya si eso tal... La cosa se comenta por sí sola.</div>
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<div style="text-align: justify;">Que sí, que tienen todo el derecho a manifestarse públicamente, un derecho constitucional y democrático, aunque pervertido en su misma esencia, porque toda libertad a la que tiene derecho cualquier individuo acaba siempre donde comience la de otras personas. Y se da la circunstancia que ahora la de las otras personas están fundamentadas ni más ni menos que en una urgencia sanitaria mundial. Teniendo en cuenta el grado de amnesia y de esquizofrenia que parece sufrir este país, especialmente provocado desde la continuada crispación política de quienes utilizan su bancada para deslegitimar las instituciones en un alarde de totalitarismo y populismo, lo que me extraña es que no acabe todo esto como el rosario de la Aurora, al más puro estilo <i>La purga</i>. Todo el mundo parece haber olvidado que han fallecido decenas de miles de personas ya; que el gremio sanitario ha sufrido y padecido calamidades infrahumanas y casi un centenar han perdido la vida; que los cuerpos de seguridad también sufrieron mismas consecuencias; que ha costado casi un diez por ciento del producto interior bruto a las arcas del estado la dichosa pandemia (y que será aún más cuando todo esto se estabilice); que se ha destruido cientos de miles de puestos de trabajo; etc.</div>
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Visto lo visto con las manifestaciones de cacerolas, palos de golf y mercedes descapotables reivindicando idioteces que dudo mucho que siquiera comprendan; y ahora las que claman contra la brutalidad policial endémica de otro país a miles de kilómetros, pero simétrica a la del nuestro, que se está desarrollando por todo el mundo como un fenómeno de masas; no es mas que una flagrante falta de respeto generalizada hacia las autoridades sanitarias y sobre todo a la vida del vecino, amigo, familia o prójimo en general. Importa un pimiento frito sin sal que Gobierno Civil la haya permitido. Sencillamente hay que tener mucha falta de escrúpulos morales y éticos para acudir a estas manifestaciones, o a cualquier otra que fomente concentraciones sociales en estos tiempos de pandemia y con la que está cayendo en las UCIs y demás pabellones sanitarios.</div>
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Conclusión, nos importa todo una mierda, hay que decirlo así de claro, y sobre todo asumirlo. Nos importa poco el respeto miles y miles de víctimas y familiares que han sufrido las consecuencias de este virus. Nos importa poco el respeto al prójimo. Nos importa poco, en definitiva, la propia democracia. Una palabra con la que todos, tanto electores como electos, suelen llenar sus bocazas hasta atragantarse, pero por sus actos demuestran que ni tangencialmente logran acercarse a su esencia. La soberanía popular deposita su confianza en representantes a los que votan para que ejerzan el poder para gobernar un estado, y deben hacerlo con las garantías de defender y tolerar todas las ideas que recaben apoyo popular, especialmente las que se ubiquen en el polo opuesto. No es difícil de entender, pero parece imposible de asimilar.</div>
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Las sacudidas por las que se rige la ciudadanía mundial discurre por una finísima frontera, la que confunde <i>deseo</i> con <i>capricho</i>. Y en este país (en todo el mundo también pero especialmente aquí) desconocemos el significado real de la palabra <i>democracia</i>. Ni siquiera la inmensa mayoría sabría diferenciar capricho y deseo. Hay un termómetro con el que fácilmente se confirma esa dicotomía. En cuanto alguien alza la voz esgrimiendo una reflexión contraria a la que se propugna, ipso facto se le califica de facha o rojo, según se tercie, con un tinte de desprecio aborrecible y de ignorancia propio de sectarios totalitarios. Peor aún: cuando cualquiera de nuestros amigos, conocidos, admirados, personajes públicos o famosos parece que tiene ideas contrarias a las nuestras, tachamos de nuestro ideario y extremamos nuestras reticencias hasta alejarlos de nuestro ámbito de confianza. Actuamos por el impulso de un capricho, no de un deseo. De primeras quizá no lo entienda, pero si lo piensa bien verá que estoy en lo cierto. Nuestro sentir más próximo está siempre con los borregos que más que pensar, embisten; bien lo supo Machado y toda su generación. Me gustaría saber dónde quedó aquello de «<i>desapruebo lo que dice, pero defenderé hasta la muerte su derecho a decirlo»</i>. Porque este capricho de alzar una bandera para tapar la del vecino, sin ningún deseo de saciar el apetito de la reflexión, donde poder construir una opinión crítica capaz de llegar a un clima de consenso, va a llevar a este país a la hoguera de las vanidades. Ni siquiera nos hemos librado de la pandemia y hemos vuelto a ser los cainitas que siempre hemos sido, los cainitas que siempre seremos.</div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9UW5TVsRSMIbtNFCX3b9V1221PVzPRQxsRSrNkQOVMDV4QAqettSt2QscGNX-vFnkrqni0kNuxKalhyphenhyphenTg0l_Q9YN-kfBEPeXso3LhBc3wfe1asQl26jgwIthoGls1dRQg5tp8TI6pcc4/s1600/Firma+DM.png" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="80" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9UW5TVsRSMIbtNFCX3b9V1221PVzPRQxsRSrNkQOVMDV4QAqettSt2QscGNX-vFnkrqni0kNuxKalhyphenhyphenTg0l_Q9YN-kfBEPeXso3LhBc3wfe1asQl26jgwIthoGls1dRQg5tp8TI6pcc4/s200/Firma+DM.png" width="140" /></a>
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<span style="font-size: x-small;">© Daniel Moscugat, 2020.</span></div>
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<span style="font-size: x-small;">® Texto protegido por la propiedad intelectual. </span></div>
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Daniel Moscugathttp://www.blogger.com/profile/14653924260243912831noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-5160534885780077226.post-30731658140428783022020-06-01T10:14:00.003+02:002021-10-19T17:20:03.563+02:00Sólo una España<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0JHzvrZxsQiX3bG-Ct4bHFMLeGkx7b-d2acQAmyDr8MGMSBlw5s6U2OnrCDrhX2HMTsipmfkZYjkMlBc4Qcw_ZOunS_BjPHWQWu7e2i3I8HqmcNEXSzHGjQyvBFIP1LLYOsgkBlvSp1Q/s1600/espa%25C3%25B1a.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="239" data-original-width="273" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0JHzvrZxsQiX3bG-Ct4bHFMLeGkx7b-d2acQAmyDr8MGMSBlw5s6U2OnrCDrhX2HMTsipmfkZYjkMlBc4Qcw_ZOunS_BjPHWQWu7e2i3I8HqmcNEXSzHGjQyvBFIP1LLYOsgkBlvSp1Q/s1600/espa%25C3%25B1a.jpg" /></a></div>
Hace unos días revisité la mejor evocación que quizá se haya hecho hasta ahora sobre esa relación amor-odio entre Pat Garret y Billy <i>The Kid</i>. La obra maestra de uno de mis directores favoritos, Sam Peckinpah, deja muchos mensajes en ese relato que narra las peripecias de dos amigos que acaban como creo que todo el mundo sabe ya. Quizá el más evidente sea el reguero de muerte y desolación que puede dejar el ansia que provoca la locura de querer destruir a un hermano, vecino, amigo, congénere... oponente: los daños colaterales.</div>
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Uno del lado de la ley, odiado por todos, con sus habituales abusos de poder y desprecio por los demás. El otro un forajido que, sin embargo, lucha en su cruzada contra la mafia de los oligarcas por apropiarse de la comarca; un cuatrero, además, querido y admirado por todos. Entendí entonces que cobró toda una significación especial esa dicotomía simbólica y lo que orbita por ella. La esencia se desarrolla en el final de la primera secuencia. Rodeados por los secuaces de Billy, los protagonistas dejan claras sus posturas: uno que seguirá su camino de confrontación y saqueo contra el tirano oligarca; y el otro, recientemente nombrado sheriff del condado, le da cinco días para huir mientras celebran la amistad al calor del whisky de garrafón mientras rememoran viejas batallas. Cuando Pat Garret, tras reiterar la petición a su amigo, se marcha, uno de los secuaces le pregunta a Billy: «¿Por qué no le has matado?». «Porque es mi amigo», sentencia. Algo de lo que nunca dudó en hacer Pat Garret: la ley estaba por encima de la amistad.</div>
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Me gustaría hacer un inciso. Hace no mucho leí a Rafael Narbona un pensamiento que hago mío por representar a la perfección el sentir unánime de quien se decante a favor de la democracia. «<i>Un hombre libre abraza ideas, no dogmas. No se somete a una ideología. Piensa con libertad, sin aceptar la disciplina de partido. Su visión del mundo se basa en el contraste, el análisis, no en consignas rígidas y empobrecedoras. Rectifica sin miedo y acepta los riesgos»</i>. Aquí radicó la diferencia entre Pat Garret y Billy <i>The Kid</i>: uno pensaba por cabeza ajena y el otro por la propia. Por lo tanto, me van a permitir que hoy me despache a gusto, porque ya está uno hasta las narices de tanto palurdo suelto diciendo barbaridades y estupideces que ni ellos mismos entienden. Y eso que el abajo firmante es sólo un piltrafa que de vez en cuando lee libros. Pues si hasta yo me doy cuenta...</div>
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En fin. Después de esta semana negra he podido constatar lo que fue, ha sido, es y será un país como esta España mí , esta España nuestra. Algunos creen que lo que hoy acontece (y que se viene repitiendo con asiduidad en democracia en las últimas décadas) ya lo vivimos en los prolegómenos de la guerra civil. Es una especie de cerrazón reconocer que estos momentos lo hemos vivido cientos de veces en nuestra historia. A un pueblo cuasi analfabeto como el nuestro no se le puede pedir ni exigir más de lo que ofrece. No es de extrañar que algunos países del norte no quieran ayudar a países del sur de Europa porque, en especial España, son estados que no saben gobernarse. No sólo secundo la moción sino que hasta la ratifico. NUNCA hemos sabido gobernarnos y nunca sabremos hacerlo porque nuestro sino es el cainismo y el quítate tú pa ponerme yo. Porque si usted habla en público, pongamos por ejemplo, de sentido de la camaradería, explota la cabeza de millones de españoles, y entre ellos reputados periodistas, acusándole de rojo comunista. Y así todo, oiga. El periodismo, la sociedad, la política, ha virado hacia un <i>hooliganismo </i>impropio de una sociedad que se presupone culturalmente avanzada y democráticamente asentada.</div>
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España es ese país que suele perder los trenes que llevan a destinos ensoñados y que toma los siguientes de manera incierta para intentar alcanzar el que se escapó; en última instancia se baja en la primera parada que ve factible ante el fracaso de alcanzar su tren, con la maleta vacía y sin dinero porque le han robado la cartera, y cuya parada suele ser siempre un lugar insospechado donde reconstruir una vida que vuelve a desmoronarse en cuanto pasa otro tren y cae en la misma desidia de perseguir los ya perdidos para repetir el mismo final. Si tan sólo hubiésemos elegido, cuando se tuvo oportunidad, el Dios de la reforma y no el de la contrarreforma, quizá éste hubiera sido un país crítico, culto, con hábitos democráticos saludables y de lectura, dados al debate dialéctico y al consenso democrático. Pero elegimos un Dios oscuro, vil, pendenciero y vengativo, que fomentó entre la ciudadanía y sus feligreses la envidia, la traición, el analfabetismo (ni siquiera nos dejaban leer la biblia para entenderla), la confrontación permanente, la represión y el engaño.</div>
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Nos han vendido que vivimos ahora en las dos Españas, la de los rojos o los azules, la de la izquierda o la derecha, la del blanco o negro, la del católico o ateo, la del monárquico o republicano, la del taurino o antitaurino; y sin embargo es la misma. El resultado de lo que somos es una herencia del veneno que durante siglos nos han obligado a tragar. Si hubiésemos elegido desde el inicio de los tiempos la guillotina, como nuestros vecinos <i>alosanfanes</i>, para cercenar las testas de todos esos que dirigieron los designios de este país de manera vil y pendenciera, seríamos un país distinto, quizá mejor preparado y más abierto al dialogo y el consenso. Sírvase de ejemplo que sólo aquí se permite, y sale gratis, alzar la voz en la más excelsa cámara de la democracia, el Congreso de los Diputados, y acusar de terrorista, con la consabida cobardía de vilipendiar contra alguien ausente que no puede defenderse, a quien opuso resistencia al régimen fascista del generalísimo a base de repartir octavillas en favor de los trabajadores. Eso en un parlamento como el francés o el alemán sería impensable, además de penado por la ley: llamar al hijo de un partisano o de la resistencia «terrorista», por luchar contra el fascismo nazi, sería como pegarse un tiro en el corazón. No somos capaces ni de reconocer a un hermano entre nuestros propios contrarios. No estaremos ni comprenderemos jamás el espíritu de Billy <i>The Kid</i> de Sam Peckinpah.</div>
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Quizá sea eso lo que mejor define lo que es España: un pueblo cuasi analfabeto que jamás podrá ser demócrata en su más amplio significado porque NUNCA ha tenido la capacidad de discernir o de esforzarse siquiera si lo manipulan o lo engañan; nunca ha tenido la capacidad crítica de alzar la voz cuando le venden una moto por un yate, gato por liebre. Sólo repite mantras o consignas de partidos políticos con los que se autocomplace, porque replica con sus actitudes lo miserables que somos para nosotros mismos, perfectos cainitas.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">España es un pueblo que mira al oponente con vileza e inquina resabiada porque no ve un contrario u opositor a sus opiniones, ven a un enemigo. Y así, el que es monárquico, o antitaurino, o del Real Madrid, ve a un ser despreciable y odioso a todo el que ose poner una voz más alta que otra que piense o sienta de manera contraria. No somos capaces de ponernos de acuerdo ni para jugar al parchís. Así que imaginen acordar algo decente con el oponente político, siempre y cuando no tenga en perspectiva arañar una ventaja para sus correligionarios, aunque para ello se sirva de utilizar el dolor de las vidas de miles de personas. Sólo se puede llegar a ser ruin y canalla para solventar la papeleta de esa manera, y así lo verifica la RAE: miserables. Y en este país, mis ilustres ignorantes, esto ha sido, y es, el pan de cada día. España representa ese Pat Garret que no duda en disparar a su amigo, oculto en la oscuridad y a traición, en cuanto se le ofrece la oportunidad.</div>
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España es un país lleno de analfabetos que se dejan convencer por un pedazo de pan con chorizo mientras la oligarquía económica regala esas baratijas, porque son las que les sobran y desprecian de esa la basura de la que hacemos gala como si de exquisiteces se tratase. España es un país cuasi analfabeto porque nunca prima en su ánimo conjunto participar de un debate intelectual, ni siquiera se esfuerza en asistir a él con un mínimo de garantías informativas para poder reaccionar de modo ecuánime y con sentido, siquiera para estar informado. Todo acaba siempre en gritos e insultos. Todo se embarra siempre con mentiras, hemerotecas y el eterno «y tú más». Nunca hay margen a sentirse equivocado, nunca hay espacio en reconocer los riesgos y los errores. Somos maestros en el juego sucio, en el engaño y la pillería, si con ello sacamos provecho o partido. España es un pueblo cuasi analfabeto culturalmente, manipulable y maleable como el estaño. Porque a todos los gobernantes, reyes y dictadores de la historia les ha interesado y ha promovido tener a un pueblo inculto e ignorante que reaccione con las tripas, sin ánimo de análisis ni ecuanimidad, y les defienda con la visceralidad que aprendieron de ese Dios patrio que pretendía convertir a todo hereje a sus doctrinas y someterlos a hierro y fuego para salvar su alma. Nadie quiere a incordios que se pasen la vida preguntando y exigiendo. España, en definitiva, es ese país donde la cultura es un arma de la política cuando en realidad la cultura debería ser el armazón de la política, la base donde se sostiene; porque la cultura es educación. Pero no, la política sólo busca arrinconarla o anularla en todas sus formas o vertientes y vemos las consecuencias de tantísimos analfabetos hasta en el templo del consenso y la democracia, en las instituciones, y cómo no, en la calle. Borregos y <i>hooligans </i>amaestrados según el pastor que les guía.</div>
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España es un país que jamás entenderá que la democracia precisamente lo que defiende es el derecho a poder pensar de manera distinta y además es el mecanismo que ayuda a PROTEGER esa libertad a expresarlo. Sin embargo, la convertimos en nuestro salvoconducto y, a la voz de «<i>la calle es mía»</i>, se persiguen y por último se silencian todas las opiniones distintas o contrarias o minoritarias. Amamos la censura, amamos el boicot al que no piense como nosotros. Lo ponemos en práctica hasta en el día a día cotidiano. Y si no podemos acallarle, lo desacreditamos o insultamos hasta que la desidia le impida salir a la puerta de la calle o los contrasentidos de una justicia manipulada, obsoleta y dependiente le impida abrir la boca. España es ese Pat Garret que no dudaría en abusar del poder para ajusticiar a su amigo a traición, con nocturnidad y alevosía. Joder, lo que daría yo por poder oír una conferencia de Musolini o de Stalin de sus labios y tengo que conformarme con lo que hay escrito; que no es poco, pero no es lo mismo.</div>
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<div style="text-align: justify;">Ahora ya tiene la libertad de encasillarme en la categoría de hereje, porque presuntamente estoy satanizando a la patria y la bandera con las verdades del barquero y eso probablemente ofenda su sensibilidad, su integridad y lo que entiende de forma torticera como democracia. Tanto los rojos como los azules, los monárquicos como los republicanos, los del Barça como los del Madrid, los cristianos como los ateos, me lanzarán a la hoguera y gritarán «al infierno con el hereje»; eso es lo que recibe siempre el agente libre que piensa sin rendir pleitesía a ningún dogma, ni sigue consignas políticas de ninguna clase, ni se arrodilla ante ningún Dios. Lo único que se me ocurre decir es que, antes de abrir la boca, lea un poco, porque este país lo necesita con urgencia. Necesita que usted lea, se informe y procure sacar sus propias conclusiones sin consignas políticas que enturbien las aguas límpidas de su propio criterio, aunque éste vaya en contra de su querencia, deseo o ideales. Sea valiente si sus conclusiones no concuerdan con los mantras que le han inculcado a cambio de un trozo de pan con chorizo. Y dicho todo esto, con toda probabilidad usted seguirá sin comprender el porqué un amigo, de verdad, de alma y corazón, nunca sentiría odio ni mataría otro aunque cada uno discurra por un extremo del mismo camino... así como tampoco entenderá que el abajo firmante sienta que España, a pesar de todo, es un país maravilloso. </div>
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<span style="font-size: x-small;">© Daniel Moscugat, 2020.</span></div>
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<span style="font-size: x-small;">® Texto protegido por la propiedad intelectual. </span></div>
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Daniel Moscugathttp://www.blogger.com/profile/14653924260243912831noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-5160534885780077226.post-29414675827868898602020-05-25T15:41:00.004+02:002021-10-19T16:49:00.748+02:00Fascinación por los impostores<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEif5h_kxSBmTR17nNO5PSNrUhLQ8KqGyS-EImxXXLymsFaUQPAv77djjnkuVyZWnTt1ohLnea9mJpQnG-GfPo5mxmKPAYIx0u1f_SHuAGaXZrIPD_YTtfWhcC7x2-wdRrsVKvnv5hE1ZR8/s1600/impostores.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="273" data-original-width="238" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEif5h_kxSBmTR17nNO5PSNrUhLQ8KqGyS-EImxXXLymsFaUQPAv77djjnkuVyZWnTt1ohLnea9mJpQnG-GfPo5mxmKPAYIx0u1f_SHuAGaXZrIPD_YTtfWhcC7x2-wdRrsVKvnv5hE1ZR8/s1600/impostores.jpg" /></a></div>La fascinación por los impostores, a lo largo de la historia, ha resultado en muchas ocasiones motivo de estudio y de análisis. A veces incluso roza lo canallesco. Disfrutamos con que nos roben la cartera; eso sí, la de los demás. En cualquier reunión improvisada de caña y tapa en el que alguien narra cómo <i>le ha hecho el gato</i> a alguien, todo el corro le ríe la gracia y aplaude su gesta, unas palmaditas en la espalda y chin chin. A nadie se le ocurriría censurar esa actitud. Porque todos saben que, de hacerlo, se convertiría en víctima propicia o en apestado. Es el modo de premiar lo que nos gustaría si fuésemos los protagonistas: hallar connivencia, condescendencia, prosélitos que encumbren el acto de pillería. El hambre agudiza el ingenio, consideraba Quevedo. No obstante, «<i>puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo»,</i> dijo Abraham Lincoln, que de impostores sabía un rato.</div>
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El ser humano es tan cainita que hasta un concepto tan obtuso y depravado es capaz de degradarlo. Lo eleva a cotas grotescas y definen a la perfección la clase de animal social que somos. En otros tiempos el impostor tenía fondo y forma. Pero ahora es difícil saber en qué lado de la frontera se halla la dignidad y dónde el impostor, porque somos esa clase de animales que no se conforman con lo que tiene; está convencido de que merece más, siempre más. Bajo esa premisa ha acumulado (y en nuestro país muy en particular) una serie de personajes que pasarán a la historia tristemente por la falta de escrúpulos, de ética y de respeto hacia su congénere. </div>
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Seguro que oyó hablar alguna vez del célebre «pequeño Nicolás», que hasta se coló en la mismísima Casa Real; aún con causas pendientes con la justicia. Más reciente es el caso de Paco Sanz, que estafó a catorce mil personas, famosos incluidos, exagerando una enfermedad que no tenía; aún le espera juicio por estafa. Quizá más desconocidos sean Helen Mukoro (se hacía pasar por presidenta de ONU-Mujeres en España), Javier Boo Fernández (se presentaba como director de la Fundación Amancio Ortega), Tania Head (su nombre real, Alicia Esteve: se paseó por todos los platós habidos y por haber impostando que sobrevivió al 11S, llegó incluso a ser presidenta de la Asociación de Supervivientes de los Atentados del World Trade Center)... Y el más célebre, quizá del mundo mundial, fue un tal Enric Marco, maestro de maestros. Su historia dio la vuelta al mundo cuando se supo que, siendo presidente de los sobrevivientes españoles de los campos de concentración nazis, conferenciante, escritor, articulista, narrador y suplantador en definitiva de cuantos horrores inventaba sobre él y sus compañeros republicanos en los campos de exterminio, no era más que un fraude con mucha imaginación y aún mayor poder de convicción. Su audacia y su falta de escrúpulos le valieron ser el autor de la burda construcción de la ficción más extraordinaria jamás ideada. Hasta Javier Cercas creo que publicó un ensayo sobre el personaje.</div>
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Uno de los casos que más me sobrecoge, no por la gravedad y sí por el modus operandi, repetitivo hasta la saciedad, es el del ínclito Pablo Motos. Ya arrastraba precedentes escandalosos y demenciales para alguien con escrúpulos o simplemente con dignidad. Pero ha elevado a cotas estratosféricas su impostura durante el confinamiento al esconderse tras la piel de, según comentan, un terapeuta, un psicoanalista, un maestro zen, un biólogo, un astrónomo, un virólogo experto en pandemias, y un consumado coach. Llegados a este punto, no le ha faltado escrúpulos para convertirse en, por si no fuese suficiente con lo susodicho, neurocientífico de la manera más fraudulenta, demagógica, chabacana, casposa y partidista de todas las posibles.</div>
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Es su estado natural, el elemento en el que mejor se desenvuelve. Una suerte de rape que nada en Wikipedia y descubre que el cerebro tiene dos hemisferios... Al parecer le dieron hasta en el carnet de identidad por parte de la comunidad neurocientífica (la de verdad) que dispone de cuenta en Twitter. Pues, no contento con ello, insistió en sus proclamas y aseveraciones científicas, en esa parodia de ser humano que presenta y representa en su papel de «neurocientífiquer» para recochinearse aún más, ridiculizándose por ese absurdo desprecio a la ciencia, por más que pretenda hacer de ella espectáculo semana tras semana. Cumple con la primera regla del decálogo del buen impostor: la falta de escrúpulos. Pero además es de ese tipo de impostores cobardes y capciosos que se vale de su fama, posicionamiento mediático y cohorte de borregos que alimenta para desprestigiar a quien se atreve a toserle encima o a criticar su impostura: todo un adalid ejemplificador del neoliberalismo banal de la Hispania casposa. Y representa bien ese lastre porque no intenta reivindicar nada, simplemente lo hace para conseguir los aplausos de su corro de «seguirregos» (seguidores borregos) para que le rían las gracias, palmaditas en la espalda y chin chin. Más deplorable aún: el canal que lo sustenta permite y alienta esa clase de impostor mediático, capaz de pasar de maestro Shaolín a neurocientífico en lo que dura el chasquido de los dedos. Luego hay quien se queja del paroxismo mediático de los populismos y chabacanerías políticas...</div>
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<div style="text-align: justify;">Estamos llegando (diría que hemos llegado ya) al punto n el que el relato sustituye a la idea. Es la teatralización de la realidad la que tiene calado en una sociedad tan permeable como la nuestra. La realidad es aburrida, da poco juego y aún rinde menos beneficios. Hay una cita lapidaria en el magnífico y bien documentado ensayo de Antonio Calvo Maturana, <a href="https://www.agapea.com/Antonio-Juan-Calvo-Maturana/Impostores-Sombras-en-la-Espana-de-las-Luces-9788437634210-i.htm" target="_blank">Impostores. Sombras en la España de las luces, (Ed. Cátedra)</a> que lo explica todo en un axioma: «<i>El impostor es un espejo de la sociedad en la que vive»</i>. Es triste, pero cierto: el ínclito presentador es un fiel reflejo de esa España burda y sin sentido donde prima el rédito económico; el pelotazo, el maniqueo casposo, el abordaje machista de café-Reig-y-Soberano. Todo ello suele pasar por encima de la franqueza, la honestidad y el trabajo bien hecho. «<i>Es por estos, porque el impostor sólo tiene cabida dentro de la sociedad en la que vive, por lo que cada época tiene sus propios modelos de impostura»</i>, concluye Calvo Maturana.</div>
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Dejo para el final los impostores más mediáticos de la actualidad. Los que buscan silenciar y estigmatizar a quien no ria sus gracietas en cada gesto y en cada frase; estrategia similar al del afamado presentador: son tan similares todos los impostores que apenas hayas conocido a uno, ves venir a los demás. Conforman un pseudogrupo político capaz de enarbolar, gracias a la democracia, la bandera de la dictadura y todo lo que significa su ideario. El colmo de la cara dura llega cuando, hartos de protestar contra las manifestaciones populares feministas, por ser causantes ─según dicen y así lo denuncian─ de la propagación de la pandemia, alientan y acuden a caceroladas multitudinarias en la calle, saltándose las medidas de distanciamiento social, desobedeciendo las leyes que quieren que cumplan los demás y culminando con la guinda de empujar a la calle a todo el cortejo de borregos sin fronteras e imprudentes criminales en potencia que sí les ríen las gracietas. Dan la espalda así a los miles de sanitarios que han luchado (y luchan) para paliar los estragos de la pandemia, evitando el colapso de la sanidad, y obviando en última instancia el riesgo de volver a situaciones límite. Ésos que se autoproclaman patriotas, ésos que con la consigna de «LIBERTAD» y envueltos en una bandera que con sus actitudes desprecian, alientan a sus acólitos y hooligans a que vociferen desde sus coches y fuera de ellos. Y en realidad su único y exclusivo objetivo es dilapidar el débil estado de bienestar que disfrutamos, la constitución que de verdad nos hizo libres y la libertad de expresión (la de verdad, no el espejismo que quieren representar y defender (sic) en la calle). Por lo único que suspiran en realidad es por restaurar su tan ansiado y añorado estado totalitario fascista del otrora generalísimo. Es lastimoso ver en la calle a tanta gente orgullosa de que les hayan robado sus carteras y lo celebren como si hubiesen ganado un mundial, o como si reclamasen justo que a ellos les roben, porque no quieren verse en el espejo de lo ridículo que quedan cuando los impostores se dan palmaditas en el hombro y chin chin. Pobres incautos, quieren ser protagonistas de una estafa que principalmente va dirigida a ellos. Les están robando lo más preciado que tienen, la dignidad, y ni siquiera se percatan. En fin, ejecutar la ley de partidos ya si eso tal... «<i>El impostor es un fiel reflejo de la sociedad en la que vive»</i>.</div>
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Nos queda la esperanza de que se cumpla algo en común que tienen todos los impostores. Igual da igual que pasen tres meses o diez años. Antes o después les llega su San Martín, aunque el fastidio es que nos queda aún que soportarlos hasta que se abran los ojos a la realidad los afectados de que les faltan las carteras: no hay mayor ceguera que la que no se quiere reconocer. Porque «<i>puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo».</i> Tanto ruido para que, a la vuelta de la esquina, acabes siendo el hazmerreír del resto de los mortales. Y eso precisamente tienen los impostores: trabajan para recabar las risas del corro, y acaban siendo pasto de ellas. Quien no tiene dignidad, no tiene escrúpulos. Bien lo supo, tarde, el bueno de Lincoln. </div>
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Que sirva de pos data: quien vende pan y seguridad a cambio de tu apoyo acaba saqueando tu casa y robándote el pan y la seguridad, venga del lado que venga. </div>
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<span style="font-size: x-small;">© Daniel Moscugat, 2020.</span></div>
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<span style="font-size: x-small;">® Texto protegido por la propiedad intelectual. </span></div>
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Daniel Moscugathttp://www.blogger.com/profile/14653924260243912831noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-5160534885780077226.post-78302617623718698572020-05-18T12:53:00.002+02:002021-10-15T17:01:13.475+02:00Pan para hoy y hambre para mañana.<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj3hB0HD7nQOMZ9cAktHDz0bc3RfClu96v5DPYB5oXHZlJ0DXrDRl2ox9VQHxPBt4rGP6TYfCweMjyE3mVqvq1hjzYQ_uZIIAwhIhv5U22TWMEIFFIEXaZj5g9_MjMd5MzKL2kR_mVBmKc/s1600/1+de+mayo.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="239" data-original-width="273" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj3hB0HD7nQOMZ9cAktHDz0bc3RfClu96v5DPYB5oXHZlJ0DXrDRl2ox9VQHxPBt4rGP6TYfCweMjyE3mVqvq1hjzYQ_uZIIAwhIhv5U22TWMEIFFIEXaZj5g9_MjMd5MzKL2kR_mVBmKc/s1600/1+de+mayo.jpg" /></a></div>
El verbo trabajar viene del latín vulgar <i>tripaliãre</i>, «<i>torturar», </i>derivado del latín tardío <i>tripalium</i>, «instrumento de tortura compuesto de tres maderos». Ahora, querido lector, seguro que comprenderá mejor por qué trabajar ha ido ligado siempre a la idea de esclavitud, de tortura o simplemente de <i>vía crucis</i>. Una contraprestación económica basta para compensar el sufrimiento, que en la mayoría de ocasiones no llega para alcanzar a fin de mes con dignidad, incluso para pagar un hogar y los gastos que ello conlleva. Vivimos una era en la que a los trabajadores se les trata como concepto y no como seres humanos. Cosa que contrasta a la perfección con ese otro lado, el que proporciona trabajo, el que subyuga a los que perciben unas monedas a cambio de la subsistencia. Esos otros, que llaman trabajar a sentarse en un sillón y contratar o despedir a decenas de personas a golpe de teléfono, se estiran en su sillón de diez mil euros y pasan los fines de semanas en la casita de la playa... o hasta son capaces de manifestar su indignación abanderando un palo de golf con el que aporrear una señal de tráfico. Que no digo yo que esté mal. Pero los que empezaron siendo esclavos y ahora son tiranos la flaca memoria les ha hecho olvidar lo que fueron y un virus indeseable les recuerda ahora su miseria.</div>
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Cuando se habla de un trabajador la jerga económica siempre deriva el concepto hacia mantras conocidos por todos: rentabilidad, costes, productividad, recursos, gastos, materia prima... una deformada visión de la realidad que el Papa Francisco (sí, ése mismo) calificó con una frase lapidaria difícilmente rebatible: «los trabajadores han pasado de un estatus de explotados al de desechos». Ése es el concepto de trabajador del siglo XXI: papel de usar y tirar, número que puede borrarse sin más.</div>
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En estos meses de pandemia hemos podido observar lo esenciales que eran esos trabajadores que han sido despreciados y denostados a más no poder por los distintos ejecutivos nacionales o autonómicos, e incluso por la ciudadanía (ésta siempre replica las actitudes de los representantes a los que votan). Éstos de los que hablo son los que conforman todo el conglomerado de la sanidad pública. También hemos podido observar cómo son de esenciales el resto de trabajadores en el mundo. Aquí, en esta España nuestra, innumerables directivos empresariales, y aún peor los representantes de ésos a la cabeza de la patronal, se jactaban en plena crisis económica de que ellos no eran ONGs para lanzar flotadores a diestro y siniestro y salvar a todo el mundo; y con el mundo querían decir trabajadores, cosa que nunca suelen articular ni como palabra: trabajadores. «Que aprendan a nadar», vociferaban envalentonados con tintes de ironía cínica. Ahora, lo que son las cosas, acuden al estado a pedir un flotador para no ahogarse. Y el argumento a esgrimir, como no podría ser de otro modo, es el chantaje: si no nos ayuda el estado, contará con un sinfín de despidos. Eso sí, como siempre suele suceder, sobre el reparto de dividendos cuando hay bonanza, ya si eso tal. El sistema capitalista ha vuelto a hacer aguas por doquier, en apenas una década, por segunda vez. Y ha quedado de manifiesto que, o se recicla o reinventa, o acabará por colapsar todo el planeta.</div>
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El pasado uno de mayo no hubo una reivindicación masiva en las calles por razones obvias. La pandemia lo condiciona todo. Salvo las representaciones habituales y declaraciones institucionales, no hubo relevancia alguna en favor de los trabajadores. Y a los pocos grupúsculos que optaron por abanderar la visibilidad de la precariedad y la <i>«tripaliãre»</i>, las fuerzas de seguridad no dudaron un instante en disolver los conatos reivindicativos por las buenas o por las malas, cosa que me pareció, por otro lado, responsable y de puro sentido común. Hubo partidos que se dejaron ver en las redes, de mejor o peor manera; y otros, que de patriotismo andan sobrados y poco o nada se les ve de interés en lo tocante a la vida laboral del digno ciudadano de a pie, ni se les vio esa piel fina, ese ímpetu que debiera corresponderle a los defensores de una patria que en su inmensa mayoría está compuesta de trabajadores; que, por otra parte, son quienes sostienen con sus impuestos la mayor parte del sostén de su país. A esos patriotas que ni se les vio, ni se les espera nunca por estos lares, se les llena la boca de patriotismo cuando se enfundan en banderas rojigualdas, pero cuando llega la hora de defender, y sobre todo proteger, los derechos de los que sostienen la patria en un pedestal, esconden la cabeza dejando la retaguardia a la intemperie para que venga el propietario del sillón de diez mil euros y se apropie de su intimidad sin vaselina que valga. Algunos incluso se les va el alma en utilizar los instrumentos de presión, que por antonomasia son y pertenecen a la lucha del trabajador y aun sabiendo que transgredirán las medidas de confinamiento, para manifestarse (menuda paradoja) con el fin de pedir dimisiones en protesta contra el actual gobierno, sin que las fuerzas de seguridad, esta vez, hagan lo más mínimo para disolverla; besitos, pastillita y a dormir: hasta para un derecho universal hay distinciones de clases. A estos que tienen pasta hay que darles con bastones de algodón y a esos otros que no tienen donde caer muertos mejor regalamos tortas de porra y gas lacrimógeno para que al menos se vayan calentitos y bien alimentaos a casita. Lo más esperpéntico que ya podría darse es que los defensores de aquéllos sean pobres trabajadores que en su mayoría perdieron sus puestos de trabajos (y si no lo han hecho, están a un tris de hacerlo). Por ridículo que parezca, creyendo que defienden un mismo ideal político, son legiones los gilipollas catedralicios que los defienden. Con lo cual ya me hacen dudar dónde se ubica la gilipollez extrema, si en los defensores o en los defendidos. Un hecho que sólo puede darse en un país que aún persiste en reproducir la España cañí de los garrotazos de Goya: o conmigo o contra mí.</div>
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En realidad, a nadie le interesa el trabajador. Ni siquiera a los propios trabajadores les interesan como tales ellos mismos. Viven sumidos en el miedo, en la ignorancia y en el yugo de su propia limitación. Es el contrasentido que vive este país, este mundo, desde hace varias décadas. El único objetivo de todo ser humano, en todo el planeta, sea cual sea su condición, su credo y su estatus, es el dinero a costa de lo que haga falta, por encima de todo. En estas últimas dos décadas en especial se lucha y se innova y se diseña para tratar de adquirir dinero fácil, rápido y sin esfuerzo. En un mundo en el que cuando era un crío soñábamos con ser bomberos, policías o astronautas, ahora los niños aspiran a ser famosos, ganar mucha pasta y vivir con todos los lujos disponibles que ven en sus ídolos del papel couché y redes sociales. Quizá porque la palabra trabajar cada vez adquiere un significado esencial respecto de su origen etimológico. A fuerza de cercenar los derechos y deberes del trabajador hemos logrado que trabajar pasase de ser esclavitud a ser algo digno, honrado; pero que en última instancia parece ser un castigo lapidario, un <i>«tripaliãre»</i> o <i>«tripalium»</i>, algo deleznable y marginal.</div>
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Cuando le dije al principio que seguramente comprendería mejor el porqué hoy día esa idea de esclavitud va ligada a trabajar, se le vino a la memoria que hace dos o tres décadas (los que hemos vivido esta idiosincrasia, y los que no sírvanse tomar como ejemplo estas referencias reales) cobrábamos en pesetas lo mismo que se percibe hoy por más horas de trabajo y menor poder adquisitivo; el abajo firmante se embolsaba por media jornada de trabajo en una pescadería, hace treinta años, poco más de 84.000 pesetas. En la actualidad ofrecen por algunas horas más y en el mismo puesto 520 euros (86.520 pesetas al cambio). Usted, con toda probabilidad, disfrutaba de dos días de descanso y ahora sólo uno (a menos que sea funcionario, claro). Que trabajaba unas ocho horas de media, y en la actualidad se disparan de manera vergonzante, según el sector, muy por encima de lo estipulado según convenio. Cuando se le acaba la vida laboral, se percata de que ha cotizado toda la vida para que le quede una miserable pensión que no le llega ni a dos terceras partes de lo que ganaba. Entonces también asomó por su cabeza la idea de haber sido un esclavo, torturado todos los días madrugando, pasando frío, y bajo condiciones gripales infrahumanas; te pierdes el cumple de tu hijo o sientes que no podrás desplazarte en navidad para la cena de familia. Y entonces, Agatha Christie le habla en la conciencia (sin que usted fuese consciente hasta hoy) y le dice aquello de «<i>uno no reconoce los momentos realmente importantes en su vida hasta que es demasiado tarde»</i>. En principio supo que le valió llevar un pedazo de pan a casa cuando iba a trabajar en aquellos días de gripe o cuando faltó a la cena de navidad en familia o al cumpleaños de su hijo. Pero, sin saberlo, le ha estado privando a su prole de hacer lo propio con de manera más digna con sus propios vástagos. Lo que se dice de forma castiza, pan para hoy y hambre para mañana. Este proceso va degradándose década a década, porque los hijos imitan y aceptan lo que fueron y son sus progenitores. Hasta que llegará un momento en que un trabajador suplique trabajar de sol a sol por un miserable vale de compra en cualquier supermercado que no le servirá para llegar apenas al día siguiente. Así que <i>nunca</i> espere que quien se acomoda en un sillón de diez mil euros luche para que usted pueda sentarse a la mesa sin «tripaliãre», y no sin que antes se apropie de su intimidad a poco que se incline cuando se arrodille ante su presencia.</div>
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<span style="font-size: x-small;">© Daniel Moscugat, 2020.</span></div>
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<span style="font-size: x-small;">® Texto protegido por la propiedad intelectual. </span></div>
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Daniel Moscugathttp://www.blogger.com/profile/14653924260243912831noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-5160534885780077226.post-26745883511927229442020-05-11T10:06:00.002+02:002021-10-15T16:36:01.385+02:00El sueño de la razón produce monstruos<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPbLlp0cJSO3W5VQzlH8w_X7NitC3k0tj3ftF39qpfkliLQPZ3zSisVPTu7HX52HqSqry14Y7y0w5Hs1-T7hBj-yXSAa5WK8g2en6IvwtPx1XjkxO9YutcWa-01M4RmqT_HlwepXO8oEY/s1600/blog.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="273" data-original-width="238" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPbLlp0cJSO3W5VQzlH8w_X7NitC3k0tj3ftF39qpfkliLQPZ3zSisVPTu7HX52HqSqry14Y7y0w5Hs1-T7hBj-yXSAa5WK8g2en6IvwtPx1XjkxO9YutcWa-01M4RmqT_HlwepXO8oEY/s1600/blog.jpg" style="cursor: move;" /></a></div>
Hay quien se empeña en sacar defecto a todo, en devorar lo que su vecino hace, construye o crea por puro afán de invadir ese espacio que ocupa, por quererlo suyo. Son legión. Incluso descalifican lo que este desconocido y apátrida alarife de frases escribe por aquí. Por eso hoy limito este espacio a la cantidad de palabras que me permitieron disponer la última vez que escribí en un medio de comunicación tradicional. Y sí: mis peroratas son largas porque me da la gana.<br />
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La muestra saturnal que les he citado ejemplifica en grado superlativo el afán que tiene este país por comerse a sus hijos. El sueño de la razón produce monstruos, y no existe mejor entretenimiento que comernos a nuestros hijos. Entiéndaseme que no lo digo de un modo literal: la inmensa mayoría que aplaudía la heroicidad a las ocho de la tarde, hace diez años votaba y apoyaba a quienes estuvieron a un tris de dejar a sus hijos (muchos ni habían nacido) sin sanidad pública, la misma que nos ha salvado de milagro de ser devorados por Cronos. Aún hoy, aquéllos mismos sufragios y sus herederos, a pesar de las incalculables evidencias, volverían a hacerlo. Comerse a sus propios hijos si con ello logran vencer al enemigo.<br />
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La historia de España es una sucesión constante de frustraciones, donde el éxito nunca es suficiente, y el fracaso una diáspora cíclica precedida de enfrentamientos cainitas. Así ha sido durante siglos, desde los Godos (y aún antes) hasta hoy. Una historia gobernada por la dicotomía de pertenecer siempre a un bando ─rojos, azules; república, monarquía; cristiano, hereje…─, sinónimo de analfabetismo cultural o intelectual (o ambos). «Pues, desde siempre, ser lúcido y español aparejó gran amargura y poca esperanza» reza en los inicios de <i>Limpieza de sangre</i>, de Pérez-Reverte.<br />
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Francisco de Goya fue preclaro. Saturno devorando a su hijo hace alusión al dios Cronos, el gobernador y señor del curso del tiempo, pero también patrón de los septuagenarios. Resulta poco más que curioso que las víctimas de la pandemia hayan sido inmensamente mayoría de este segmento de edad en adelante. Las previsiones es que volvamos a repetir por enésima vez las pinturas negras del maestro para reescribir la historia, igual da si es <i>a garrotazos</i> o confabulando en un <i>aquelarre</i>, tal y como hemos hecho siempre. Porque si alguien lúcido asoma la cabeza, Saturno lo devorará.<br />
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Quizá sea ésta la razón de tanta inquina contra la prolongación del estado de alarma, porque la razón dictamina que sigamos confinados o, al menos, seamos precavidos «La pandemia está lejos de terminar (OMS)». Pero aquí lo primordial, por lo único que se discute, es derrocar al gobierno socialcomunista-estalinista-bolivariano-filoterrorista. Puro sentido del cainismo. Porque el espacio que ocupan esos indeseables lo reclaman Saturno y sus compinches, el cómo es pecata minuta. Lo importante es tener excusas para aniquilar de una vez la sanidad pública… o el cultivo del pomelo, igual da. Todo estará justificado con tal de lograr el objetivo de invadir un espacio que ahora es de otros, aunque el precio sea devorar a sus propios hijos. A esto ya lo llaman <i>reconquista</i>.<br />
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<a href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/" rel="license"><img alt="Licencia Creative Commons" src="https://i.creativecommons.org/l/by-nc-nd/4.0/88x31.png" style="border-width: 0px;" /></a>
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<span style="font-size: x-small;">© Daniel Moscugat, 2020.</span></div>
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<span style="font-size: x-small;">® Texto protegido por la propiedad intelectual. </span></div>
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Daniel Moscugathttp://www.blogger.com/profile/14653924260243912831noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-5160534885780077226.post-58079152564372579862020-05-04T11:10:00.005+02:002021-10-11T17:27:01.565+02:00Todo sea por no perder la dignidad<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiiVmJnkDuUxYpnIGwnlU1KmxR0QGpT10hGJ7dvCLuXN7ddvp8rnrb7Z1AjaNSSP1iIKA5yLJW9dYVDgyPcCBm3VjJYR6P11OBTbEwLv-aF5t5USWM9SB3Z-qqy_aXC7XhERfu0IcBhkG4/s1600/Hindi.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="273" data-original-width="238" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiiVmJnkDuUxYpnIGwnlU1KmxR0QGpT10hGJ7dvCLuXN7ddvp8rnrb7Z1AjaNSSP1iIKA5yLJW9dYVDgyPcCBm3VjJYR6P11OBTbEwLv-aF5t5USWM9SB3Z-qqy_aXC7XhERfu0IcBhkG4/s1600/Hindi.jpg" /></a></div>
Desde hace ya unos años merodea por las inmediaciones del supermercado un ser humano llegado desde algún eco de la eternidad. En realidad, no sabría decir a ciencia cierta, ni aún a día de hoy, si es hombre o mujer o lo que sea, ni creo que eso importe. Digamos que es asexuado. A buen seguro que no compartimos idioma, porque hablar, sólo habla español para decir «veinte céntimos», «grasias», «hola» o «una ayuda, plis»; últimamente parece que se defiende un poco mejor. De cierta envergadura, piel cobriza sin llegar a ébano, aspecto de fragilidad como una espiga, gastando en torno a la cuarentena, sonrisa hierática y rictus pensativo; con un rostro peculiar que puede recordar a algún que otro secundario de Bollywood, y una voz como de muñeco de goma.</div>
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Llegó un buen día de verano y se plantó en la puerta del supermercado para recaudar. De sol a sol, pedía mantas, ropa u objetos útiles que le ayudaran a subsistir, y dinero para poder comprar sus viandas y consuelos. Recuerdo la primera vez que lo vi. Vestía atuendos no exentos de excentricidad. Parecía no obstante inconcebible que fuese capaz de cubrir toda piel visible con el mismo escrúpulo con el que abofetea el sol en pleno verano a todo bicho viviente. Pero además resultaba pintoresco hasta soñar con el punto más álgido de la hilaridad. Diría que imposible pasar desapercibido con ese modo de vestir bizarro y extravagante; o quizá fuese una estrategia para llamar la atención, quién lo sabe. Con hechuras de mozo de almacén, solía aparecer con una falda de faralaes color blanco sucio y ribetes anaranjados de cintura hacia abajo. Cubría el torso con una casaca de tergal crema, de manga larga, y sobre la cabeza un turbante hindú que presumiblemente ocultaba un buen mazo de pelo.</div>
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<div style="text-align: justify;">«Hindi», que es como le bauticé con el paso de los días, comenzó a coger cierta confianza con el lugar y los vecinos. Era un tipo que socializaba poco, a menos que hablaras inglés y pudieras entender el suyo, más bien macarrónico y atropellado. Cada vez que me tocaba hacer la compra y pagaba en efectivo, le entregaba las monedas que me daban por cambio en la caja. «Grasias», decía, con cierto halo de dignidad principesca, sin prestar atención a la cantidad depositada en la mano, un gesto que me pareció digno y respetuoso. Pronto comencé a verle por los pasillos del supermercado: pan de molde integral, alguna que otra cerveza, arroz, verduras, botes de conservas varias, chocolate con leche... En otra ocasión, lo vi con una botella de <i>Baileys </i>y me llamó bastante la atención. Imaginé que, puestos a pillar una melopea, pues mejor que deje un sabor dulce en la boca... en vez del acostumbrado brick de tinto de mesa.</div>
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Levantó su campamento junto a unos eucaliptos, en un sendero que da a la playa, en la desembocadura de un riachuelo, muy cerca del supermercado. Allí, junto a su desvencijada tienda de campaña, aprovechaba la vaya metálica que cercaba una depuradora de aguas fecales para usarla como tendedero. Cada día que pasaba por sus lindes para hacer los kilómetros de caminata que me ayudan a mantenerme en forma, aparecía tendida la colada: mantas, sábanas, camisetas y complementos varios, como las chalinas con las que se hacía los turbantes. Su lavadora: unos bidones de plástico de veinticinco litros de capacidad a los que le sajó la parte alta. Con un palo en una mano le daba vueltas a la cosa, y con la otra daba pequeños azotes con otro palo. Todo un ingenio surgido de la necesidad para suplir las funciones del robot que todos ubicamos en casa sin apenas prestarle atención. Otra lección más de pulcra dignidad.</div>
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Uno de esos días en el que el silencio copaba su cenit más profundo, el cielo resultaba plomizo por la perezosa humedad estancada sobre el mar de un apacible levante, dejando las aguas en calma chicha, y el quiebro de las olas en apenas un susurro ahogado en espumosa eternidad. Encontré a «Hindi» sentado en el suelo cual flor de loto con las manos sobre las rodillas y la cabeza levantada, apuntando con el mentón en dirección hacia el sol, que presumiblemente se situaba a esas horas justo sobre nuestras cabezas. Tenía el torso desnudo y donde podía verse con claridad unos senos incipientes e inflamados, como las pequeñas protuberancias de una núbil rapaza a la que empiezan a revolucionárseles las hormonas. Se sorprendió al verme cruzando frente a donde se había situado y se ocultó los pechos, avergonzada como una inocente chiquilla por haber dejado al alcance de mi vista aquel sumarísimo secreto, o al menos así lo entendí. Pero lo que en verdad secuestró mi atención fue que, lejos de una maraña de frondoso cabello, "Hindi" lucía una brillante y tostada alopecia que se expandía en todo el cuero cabelludo. Sin atisbo siquiera de incipientes vellos naciendo de sus raíces. Una alopecia integral.</div>
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Pocas semanas después lo encontré en el pasillo de bebidas con unos yogures naturales en la mano, unos bollos de pan, un paquete de pastelillos o dulces y una botella de buen ron de caña, <i>Legendario</i>. Siempre arrastrando ese rebufo de dignidad de saber lo que quería y cómo lo quería. Sobre todo porque rompía con el cliché de indigente habitual, ese que anda al resguardo de la frondosidad cenital universal, el que se abona al vino de tetrabrick y que se hace acompañar con un perrito fiel e incondicional. «Hindi» ni tenía mascota, ni gastaba tinto de mesa. Vestía amagos de faldas largas o incluso de faralaes y turbante en la cabeza. El dinero lo invertía bien en alimentarse lo mejor posible, incluso elegía con certeza todo aquello que necesitaba para abrigarse, aunque no en vestirse; lo que no utilizaba, directamente iba al contenedor de reciclaje para otros que, como él, andaban necesitados de caridad.</div>
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<div style="text-align: justify;">Es habitual oírle susurrar cancioncillas ininteligibles. Un día acabó por encontrar un entretenimiento relacionado con ello mientras su jornada laboral se consumía a la puerta del supermercado. De algún modo se hizo con una flauta dulce y de la noche a la mañana comenzó a tocar melodías al tiempo en que prestaba atención a las partituras acumuladas en un atril portátil, cosas que imaginé habría recabado en alguno de los contenedores que revisaba a diario de camino a casa y procurando que nadie le viera. Otra muestra más de dignidad y orgullo de sí mismo, de querer resarcirse del oprobio al que se veía subyugado. Talento no podría decirse que tuviera, ni siquiera tocaba con sentido ni oído musical. Ni siquiera merece la pena comentar el irrisorio afán de leer partituras, porque mientras tocaba la melodía de la canción de la serie de animación Heidi, o al menos lo intentaba, hacía cumplida lectura de una partitura de la quinta sinfonía de Beethoven. En poco tiempo, su afán de convertirse en competencia para Horacio Franco quedó en el olvido.</div>
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Poco tiempo después, apareció con un cachorro mezclero. Un perrito bonito de raza indescriptible y desconocida. «Hindi» pareció encaminarse a los clichés habituales de los indigentes costumbristas. Ahora debía pensar en dos para comer y para dormir. Era una época en la que el verano estaba dispuesto a cruzar las lindes de la primavera y ocupar su lugar. El perrito se mostraba cariñoso y afable con todos los vecinos que se acercaban a entregar dinero en mano o algunas viandas... Pero un detalle me llamó la atención el día de san Juan. A un vecino le devolvió la bolsa que le había entregado con una compra en exclusiva para él. Hurgó en el interior con todo el descaro del mundo y sacó alguna fruta de dentro de una bolsa pequeña y unos bollos de pan. El resto indicó con gestos ostensibles que no lo quería. El vecino montó en cólera, pasó junto a mí masticando las palabras con evidente indignación: «... pues no dice <i>eso </i>que tal y cual cosa no la quiere, que sólo la fruta y el pan..., menudo hijo de la gran puta desagradecido, que me ha despreciado lo que con toda la buena intención del mundo le he comprado... Y ni un maldito gracias», sentenció mientras sacudía la cabeza de lado a lado. »Vamos, la próxima vez le va a llevar comida la madre que lo parió, porque lo que es yo...». Y desapareció al girar la esquina, todavía ofuscado. Aquel día comprobé que su dignidad y sobre todo su forma de alimentarse, estaban por encima del bien y del mal y de cualquier buena intención caritativa.</div>
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Unas semanas después desapareció sin dejar rastro y pasó todo el verano desaparecido. Apenas se asentó el otoño, «Hindi» ocupó un nuevo lugar bajo un puente, justo sobre el dique de hormigón que sustentaba un extremo y a su vez hacía de guía para el cauce, de ese modo quedaría a salvo de una posible riada. Un cambio sustancial predominaba en su aspecto. El faralaes fue sustituido por pantalones bombachos y los turbantes por pañuelos piratas. A fuer de ser sincero, a poco que se ciñera sobre las caderas una espada podría pasar por pirata, a falta de cubrirse un ojo con el correspondiente parche. Allí parecía sentirse más cómodo y protegido El consistorio decidió continuar con unas obras que dilapidaba la posibilidad de volver donde «Hindi» fijó su residencia por primera vez, de ahí su traslado. Las cosas volvieron a estar como estaban, el perrito desapareció en ese periplo de meses de ausencia. No obstante, la vetusta tiendecita de campaña pasó a ser casi una casa familiar con porche incluido.</div>
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El pasado marzo estalló la crisis de la COVID-19. Todos confinados con derecho a acudir al supermercado para poder abastecerse... «Hindi» impertérrito en la puerta del supermercado, como si con él no fuese la cosa. Al parecer, alguien le comunicó en un inglés macarronico-axárquico profundo la situación en la que estaba todo el planeta. Ni le iba ni le venía. Ni mascarillas ni falta que hacía. A él le interesaba la pasta y comer todos los días, igual daba morir por coronavirus que morir de hambre... lo que imperaba era mantener su dignidad y cubrir la necesidad más universal del ser humano: comer.</div>
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Con toda mi buena fe, acopié fuerzas para acudir al súper a comprar, en especial algunas verduras y viandas para elaborar cocidos con el fin de poder comer durante al menos un mes. El objetivo era salir lo mínimo posible. Además, incluí productos lácteos de caducidad lejana y otras necesidades que ya escaseaban como azúcar, infusiones, café, unos bollos de pan, levaduras varias y harinas, fiambre variado y distintos tipos de carne. Fruta se dio la circunstancia de que ya tenía en abundancia en casa. Me acordé de «Hindi» mientras paseaba por los pasillos del súper y le procuré una bolsa con una muestra de lo mismo que llevaba yo para mi consumo personal, junto con unas monedas que llevaba sueltas del cambio de la última compra antes del confinamiento. «Esto no, esto no, esto tampoco, ni esto....». Rehusó, para mi sorpresa, todo cuanto había en la bolsa, menos el pan: quería quedarse con el pan. Petrificado, oiga. Se explicó en un indecente castellano, o al menos lo entendí así: «yo no tomo azúcar ni nada de azúcar». Y me miró como a quien se mira después de haber violado su intimidad. Me vino a la memoria todas esas veces que le vi con pan de molde y conservas varias que incluían azúcar en sus ingredientes, con los pastelitos... ¡Ay!, que ricos esos dulces pastelitos, y sobre todo la variedad de alcohol, que a la postre viene a transformarse en el organismo en azúcares; en especial aquel día que lo vi con su flamante botella de Baileys en la mano. Poco importaba morir por coronavirus o de hambre, pero jamás perder las costumbres. Yo me fui a casa con sus viandas y las mías, incluido el pan, y él se quedó con las manos vacías, impertérrito, hierático... y desagradecido. Todo sea por no perder la dignidad... él la suya y yo la mía.</div>
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<a href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/" rel="license"><img alt="Licencia Creative Commons" src="https://i.creativecommons.org/l/by-nc-nd/4.0/88x31.png" style="border-width: 0px;" /></a>
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<span style="font-size: x-small;">© Daniel Moscugat, 2020.</span></div>
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<span style="font-size: x-small;">® Texto protegido por la propiedad intelectual. </span></div>
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Daniel Moscugathttp://www.blogger.com/profile/14653924260243912831noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-5160534885780077226.post-71521461340943652972020-04-27T10:58:00.003+02:002021-10-09T17:43:41.734+02:00El enésimo nuevo orden mundial<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiWNLihSN_koU5IiADiO32rR93GoWgApR6a3lUj_S-2PVFYS7iYLBxwwEsOXhPE4OlAF9V_Uepcgco2sTGYfdqu7zKZatv1pozLNekk2C6p_sQtyv1d-OmugRglIwNRl_J2od6VKlIoP4Q/s1600/Nuevo+orden.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="273" data-original-width="238" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiWNLihSN_koU5IiADiO32rR93GoWgApR6a3lUj_S-2PVFYS7iYLBxwwEsOXhPE4OlAF9V_Uepcgco2sTGYfdqu7zKZatv1pozLNekk2C6p_sQtyv1d-OmugRglIwNRl_J2od6VKlIoP4Q/s1600/Nuevo+orden.jpg" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">Si algo reitero bastante por estos lares es la poca memoria del ser humano. Por más fatigas y calamidades que sufre, erre que erre vuelve a tropezar con la misma piedra donde se dio de bruces tiempo atrás. <i>«Pero el hombre mismo tiene una invencible tendencia a dejarse engañar», </i>Nietzsche. Quizá sea ésta la verdadera razón de nuestra voraz y penitente amnesia.</div>
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En la historia reciente de este siglo fuimos testigos del presunto ataque a las torres gemelas aquel infausto 11 de septiembre de 2001. Muchas fueron las voces que declararon aquel día como el primero de un <i>nuevo orden mundial</i>. El abajo firmante se mantuvo a la expectativa y, pasados los años, lo único que cambió fue la interesada invasión de EEUU a Irak con la excusa de poseer armas de destrucción masiva que nunca encontraron. Por si no recuerdan nada de aquel<i> </i><a href="https://elpais.com/diario/2004/10/07/internacional/1097100008_850215.html" style="font-style: italic;" target="_blank">«informe de Charles Duelfer, experto de la Agencia Central de Inteligencia (CIA)</a><i>, </i>echen un vistazo. En resumidas cuentas, lo que ahí expone es que no había nada de nada, oiga. No sólo eso, ni siquiera se hallaron evidencias de que las hubiera. ¡Y se quedaron tan panchos! Aquí paz y en el cielo gloria...</div>
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Eso sí, lo único que cambió el desastre de presidente de los iuesei, George W. Bush, fue enfrentar a los chiíes y los suníes en una guerra fratricida que mesuraba y retenía el régimen de Sadam Husein, eso por un lado, y despertar el integrismo islámico más radical que tomó a posteriori forma con el Daesh. ¿Conclusión? Nos engañaron como a bobos (a algunos sí, a otros ni por asomo), y ningún orden mundial cambió absolutamente nada. Sólo cambiaron los cromos, pero el juego ha seguido siendo el mismo. Pretender que oriente asuma los valores de occidente es como pretender construir cimientos de cartón para levantar rascacielos. Aunque ya tenemos evidencias de que occidente sí asume «valores» de oriente, y lo hallamos en el nada despreciable resurgimiento ultrafascista, que sólo cambia el Corán por la Biblia; el resto es un calco integrista cada vez más asimilado por el populacho.</div>
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En 2008 estalló una crisis económica, alentada y exportada desde algunas empresas financieras de los iuesei (otra vez el catalizador de todos los desaguisados del mundo) como si de un virus se tratase, y no es una metáfora: el modo en que se exportó la crisis al resto del mundo tuvo un funcionamiento de propagación similar. Imagino que conocen <i>grosso modo</i> todo el percal. Simplemente pareció que nos enfrentábamos a un cambio de sistema o de <i>orden mundial,</i> otra vez. Pero apenas las economías mundiales se repusieron a duras penas del mazazo y la posterior sacudida, pronto se nos olvidó todo. En especial, en lo que a la economía se refiere, a muchas de las empresas que ahora piden, e incluso exigen, un «salvavidas» para no ahogarse en medio de la vorágine pandémica, son las mismas empresas que les decían a los ciudadanos que necesitaban un «rescate», mirándoles por encima del hombro y cierto desprecio, que aprendiesen a nadar por sí mismos, que no necesitaban salvavidas que valgan y menos con sus beneficios; lo que son las cosas. Los mismos que sacan pecho porque son los que crean riqueza ahora se ven pidiendo limosnas a papá estado. Un insignificante virus restriega por el fango toda su arrogancia. En fin, que tras aquella crisis económica, de la que aún quedan facturas pendientes, todo volvió a una relativa normalidad y el supuesto <i>orden mundial</i> volvió a ser un engañabobos más, porque apenas nada cambió. Cromos distintos, mismo juego.</div>
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Si dos hechos tan profundamente trágicos y claves en lo geopolítico no han podido desviar el curso del supuesto orden mundial, ¿podrá esta pandemia, que tiene a medio mundo confinado, cambiar el curso de la vida en este planeta? ¿Habrá <i>nuevo orden</i> mundial?</div>
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Ha vuelto a ser viral un vídeo de una conferencia, de las muchas que ofrece en todo el planeta Bill Gates, en el que confesaba que los de su generación vivían con el temor de una guerra nuclear y creía que su mayor protección sería construir refugios para poder sobrevivir a la radiación. En cambio, su mayor preocupación en la actualidad es prevenir la propagación de un virus y el exterminio de gran parte de la humanidad por una pandemia. La profecía tuvo cumplida cita apenas cinco años después. Pero no nos engañemos. El Covid-19 es un virus infeccioso, su contagio es fácil y levemente mortal, pero no es ni de lejos el más peligroso y letal de cuantos nos acechan o nos acecharán.</div>
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En 2018 la Organización Mundial de la Salud publicó un informe en el que detallaba, en su capitulo tercero, las nuevas amenazas para la población mundial. «El SARS reunía las características que conferirían a una enfermedad de importancia internacional como amenaza para la seguridad sanitaria: se transmitía de persona a persona, no necesitaba vectores, no mostraba ninguna afinidad geográfica concreta, se vinculaba silenciosamente durante más de una semana, simulaba los síntomas de muchas otras enfermedades, afectó sobre todo a personal hospitalario y causó la muerte de alrededor del 10% de los infectados». Este era el ejemplo del enemigo al que todos los países debían enfrentarse antes o después y ya lo padecimos en 2003... Quizá lo hayamos olvidado, seguro que sí, porque ningún país en el mundo puso los mecanismos necesarios para poder actuar bajo criterios protocolarios ni sanitarios. Su segunda parte ha saltado a la palestra con mucho más éxito e incluso variopintos efectos especiales. Nos ha pillado desprevenidos a todos... a todos los que hemos creído que eso era un problema en el otro confín del mundo, como su primera versión. </div>
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Existen catalogados, según la OMS, al menos siete virus mucho mas letales y potentes que el SARS nCoV-2: la fiebre de Marburgo, con una tasa de mortalidad del 88%; el virus Nipah, con un 70%; el ébola, con una tasa del 63%; la fiebre de Crimea-Congo, con un 40%; H7N9 o gripe aviar, con un 39,3%; el MERS con un 34,4%; y el SARS, del que antes hice referencia, con una tasa de mortalidad del 9,5%. ¿Qué quiero decir con esto? La alerta sobre el virus pandémico que nos trae a todos de cabeza apenas tiene en su haber una letalidad del 3,9%. Lo que en resumidas cuentas quiere decir que lo peligroso no es su índice de mortalidad entre los afectados con esta clase de neumonía, lo que se busca es que la población siga las recomendaciones de las autoridades para prevenir su propagación. Pero ni tan siquiera se pueden establecer protocolos fiables para luchar contra un virus del que no se conoce apenas nada. Sin embargo, estos virus siguen activos en mayor o menor medida en el mundo y carecen de tratamiento o vacuna. Entonces, ¿por qué tanta urgencia por encontrar una vacuna para este coronavirus y no se ha apostado, ni se apuesta, con la misma determinación por una vacuna, por ejemplo, contra el VIH, que lleva activo desde 1981? Su tasa de contagio es de contacto estrecho y específico y su letalidad mundial no supera el 1%. La crudeza siempre tiene respuestas económicas de contundencia... El coronavirus se ha propagado por el primer mundo, a diferencia de la mayoría de virus conocidos, aun siendo infinitamente más mortíferos. Si el SIDA hubiera cruzado el umbral del porcentaje letal del coronavirus en Europa y Estados Unidos, ya se habría invertido millones de dólares en conquistar el mercado de la vacuna, si acaso no la hubiésemos encontrado ya.</div>
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Es la cruel realidad. El primer mundo juega un papel crucial en el destino de este planeta y todo lo que le afecte puede remover los cimientos del <i>orden mundial</i>. Y si algo ha quedado patente en estos últimos meses, es que no estamos preparados para afrontar una pandemia; ni médica, ni política, ni económica, ni socialmente. Toda esta puesta en escena debería obligar a los estados de todos los mundos posibles dentro de este, desde ayer, a encauzar esta lucha dotando a sus instituciones y los resortes económicos que posee con protocolos de actuación, fondos de liquidez para situaciones de emergencia, una estructura pública tanto organizativa como sanitaria para poder responder con solvencia en casos como el que nos ocupa y sobre todo inversiones en I+D+I para prevenir lo que pudiera llegar en el futuro... Y como colofón hemos de aprender a ser solidarios con aquellos países que queden rezagados o no dispongan de infraestructuras mínimas. Porque el azote del SARS nCoV-2 no ha sido más que un amago de lo que está por llegar. No, esta no es la enfermedad X de la que hablaba la OMS hace dos años que esperábamos sin saber muy bien cómo llegaría o actuaría. Será mucho mas potente y letal. Y la única protección que tenemos contra ella es la prevención, que no es otra cosa que dotar a las instituciones públicas y sociales afectadas en esta crisis de los mecanismos esenciales y de prevención para hacerle frente.</div>
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Contamos con un enemigo común, que nos persigue y nos acomoda, que nos acompaña y condiciona la vida: la memoria. Perdón, la falta de memoria. Tenemos precedentes de olvidos muy recientes: en apenas veinte años de siglo hemos padecido, con ésta, cuatro pandemias, ataques terroristas a nivel mundial, crisis económica semejante al crack del veintinueve... Situaciones que bien pudieron cambiar el curso de la historia, pero que sólo ha cambiado el modus vivendi en pequeñas dosis. A la vuelta de una década ─quería decir un lustro o incluso menos─ nadie se acordará de toda esta vorágine. Cuando la economía se haya repuesto, cuando la crisis social no sea más que un mal sueño y la política más bien una anécdota que se estudiará en los institutos y la universidad, volveremos a las andadas y a la normalidad acostumbrada. Todo lo que hoy es una tarima de salvación mañana se olvidará.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Hoy sabemos, y somos más conscientes que nunca, que lo que de verdad hace de pegamento en nuestra sociedad es la sanidad pública, la educación, la cultura, el pensamiento libre y crítico, el arte... todo aquello que el neofascismo integrista considera enemigo de la patria para liquidarlo y campar a sus anchas. Y ésta es la teoría que más se acerca a la realidad, la de un nuevo <i>orden mundial</i> populista y propagandista del neofascismo, la segunda vuelta del nacionalsocialismo. Un cambio de cromos para que todo siga igual, axioma éste de Tomassi de Lampedusa. Es fácil que el ser humano se deje engañar. Aunque nos queda la esperanza de que la memoria juegue en su contra: sugería el mismo Nietzsche que una mentira necesita de muchas más para sostenerse, y éstas de otras tantas más, y así sucesivamente. Lo que entrañaría poseer una gran memoria para evitar que alguna de ellas se desintegre por sí sola, de modo que todas las demás se desmoronen como un castillo de naipes y el nuevo orden mundial se reduzca a cenizas. Y la memoria, queridos amigos, es el talón de Aquiles del ser humano. Todo cambia para que permanezca igual.</div>
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<span style="font-size: x-small;">© Daniel Moscugat, 2020.</span></div>
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