Published octubre 18, 2018 by

NO

"Somos también aquello que no somos." Es una de las sentencias absolutorias que encontramos en la lectura de esta novela, escrita con cierto desgarro, en momentos con crudeza y en líneas generales con absoluta 'audacia y honestidad'; parafraseando un poco a Maria Zambrano, que son éstas las cualidades aparentemente contradictorias de un verdadero descubridor del pensamiento. En ese sentimiento de la contradicción penetra profundamente esta novela y pone en varias tesituras al lector, especialmente a quien esté poco famliarizado con tales disquisiciones. La contraposición de vivir como un foráneo la identidad de tus orígenes sociales y culturales. Sentirse un apátrida dentro del ámbito en el que uno 'es' como individuo y más aún donde uno 'fue'. Surge, pues, la duda al vivir en esa frontera apátrida: "Me estoy convirtiendo en un busto de las identidades periféricas".

A lo largo de nuestra vida sentimos la necesidad de identificarnos con etiquetas, qué somos o si pertenecemos a algo. Las referencias en este caso hacen suspirar al protagonista de la novela por su amigo marroquí a quien echa en falta y lo deja todo para conocerse a si mismo y sus orígenes ("Sin un buen amigo marroquí, me faltaba algo esencial."), cosa que él no encuentra valor para hacer, ni tan siquiera cree que tenga un atractivo primordial. "Ese otro que falseaba la realidad ahora se ha desvanecido. Su lugar lo ocupa un agujero, un abismo de angustia y la certeza de que tu vives en Marruecos y yo no."

El protagonista es profesor de literatura y admirador de Hanif Kureishi, Mohamed Arkoum o Philip Roth..., quien este último, a mi parecer, es con quien mejor conversa en ese espejo dicroico que funciona como filtro en el que deja pasar todo aquello que pertenece al campo 'transterrado' para plasmarlo en significativas estampas y bloquea lo que hubiera conllevado a hacer del relato una oda cuasi hedonista sin trascendencia alguna. Por lo que este relato lleno de contradicciones entre el protagonista y su amigo concatena una narración sobre la urdimbre que fluctúa entre la nostalgia y la negación. "Mi Marruecos es una ficción. Una construcción. Un lugar nebuloso. En todo caso, es un país que hay que descubrir y en eso ando." "Cuando un escritor nace en una familia, esta muere", decía Philip Roth. Matar a la familia. Matar las lealtades de grupo y hacerlo mediante la escritura: ese es mi anhelo."

Chet, ese seudónimo que adopta por su afinidad con el trompetista de jazz Chet Baker, se percata de que dejó de ser ese joven que se desenvolvía por la Universidad como una auténtica leyenda sexual, y que la madurez le atenaza, enfrentándole en un diálogo permanente, en varios tramos, con su pasado para poder visualizar el futuro con ciertas garantías, porque hasta pergeña ciertos temores de caer en un océano de probabilidades que desprecia. "Un aspirante a escritor cuarentón, perdido en sus propias contradicciones, buscando la forma más adecuada de relatar el fracaso migratorio, la identidad perdida de una gente que se convierte en traficantes, soldados de dios paranoicos y toda una vasta gama de esclavos de un origen que los ensoga." Continúa atrapado en la vorágine de una perenne esclavitud al sexo que parece ser una de las vías de escape al permanente transcurrir por tierra de nadie.

Chet anhela, por último, escribir un libro para comprensión de sus progenitores, un libro donde se narrasen todas sus desazones y que no fuese lo suficientemente hiriente para ellos. "Quiero hallar el tono, la voz y la mirada que me permita reproducir la estética de este mundo decadente, orgulloso de sí mismo, que me rodea y aunque sólo aspiro a transformar en literatura, ya que nada puedo hacer por cambiarlo en la realidad." Comprende que es misión imposible, que supondría un hito para él mismo, pero que tiraría por tierra todos los anhelos idealizados de sus progenitores sobre sus raíces y cultura. En definitiva, su conformismo le empuja a querer crear "...Un libro en el que se diga que si bien no me molesta ser europeo, tampoco doy saltos de alegría por ello. La constatación de que siempre voy buscando al otro perdido." Ese 'yo' que no ha de encontrar en ningún lugar, sino en uno mismo, en lo que es y lo que significa. "...somos nuestra memoria, pero no solamente. También somos aquello que podemos proyectar en el futuro."

Saïd El Kadaoui, en definitiva, nos retrata con una lucidez y una desgarradora voz narrativa (por la honestidad y la audacia con la que enfrenta este retrato, no podría haberse desarrollado de mejor modo que con cualidades aparentemente contrapuestas) todas las contradicciones de los hijos de inmigrantes que dieron los primeros pasos de vida bajo costumbres distintas a las que tuvieron que adaptarse a vivir "O se es miembro de una tribu, o se es ciudadano o se es inmigrante.". Una situación más que compleja debido al desencuentro entre culturas, navegando siempre entre dos mares opuestos que confluyen como un ser híbrido que no siente la propiedad de pertenecer a ningún mundo y vivir en una negación constante.


NO - CATEDRAL
https://www.agapea.com/Said-El-Kadaoui-Moussaoui/No-9788416673056-i.htm





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