Published mayo 11, 2020 by

El sueño de la razón produce monstruos

Hay quien se empeña en sacar defecto a todo, en devorar lo que su vecino hace, construye o crea por puro afán de invadir ese espacio que ocupa, por quererlo suyo. Son legión. Incluso descalifican lo que este desconocido y apátrida alarife de frases escribe por aquí. Por eso hoy limito este espacio a la cantidad de palabras que me permitieron disponer la última vez que escribí en un medio de comunicación tradicional. Y sí: mis peroratas son largas porque me da la gana.

La muestra saturnal que les he citado ejemplifica en grado superlativo el afán que tiene este país por comerse a sus hijos. El sueño de la razón produce monstruos, y no existe mejor entretenimiento que comernos a nuestros hijos. Entiéndaseme que no lo digo de un modo literal: la inmensa mayoría que aplaudía la heroicidad a las ocho de la tarde, hace diez años votaba y apoyaba a quienes estuvieron a un tris de dejar a sus hijos (muchos ni habían nacido) sin sanidad pública, la misma que nos ha salvado de milagro de ser devorados por Cronos. Aún hoy, aquéllos mismos sufragios y sus herederos, a pesar de las incalculables evidencias, volverían a hacerlo. Comerse a sus propios hijos si con ello logran vencer al enemigo.

La historia de España es una sucesión constante de frustraciones, donde el éxito nunca es suficiente, y el fracaso una diáspora cíclica precedida de enfrentamientos cainitas. Así ha sido durante siglos, desde los Godos (y aún antes) hasta hoy. Una historia gobernada por la dicotomía de pertenecer siempre a un bando ─rojos, azules; república, monarquía; cristiano, hereje…─, sinónimo de analfabetismo cultural o intelectual (o ambos). «Pues, desde siempre, ser lúcido y español aparejó gran amargura y poca esperanza» reza en los inicios de Limpieza de sangre, de Pérez-Reverte.

Francisco de Goya fue preclaro. Saturno devorando a su hijo hace alusión al dios Cronos, el gobernador y señor del curso del tiempo, pero también patrón de los septuagenarios. Resulta poco más que curioso que las víctimas de la pandemia hayan sido inmensamente mayoría de este segmento de edad en adelante. Las previsiones es que volvamos a repetir por enésima vez las pinturas negras del maestro para reescribir la historia, igual da si es a garrotazos o confabulando en un aquelarre, tal y como hemos hecho siempre. Porque si alguien lúcido asoma la cabeza, Saturno lo devorará.

Quizá sea ésta la razón de tanta inquina contra la prolongación del estado de alarma, porque la razón dictamina que sigamos confinados o, al menos, seamos precavidos «La pandemia está lejos de terminar (OMS)». Pero aquí lo primordial, por lo único que se discute, es derrocar al gobierno socialcomunista-estalinista-bolivariano-filoterrorista. Puro sentido del cainismo. Porque el espacio que ocupan esos indeseables lo reclaman Saturno y sus compinches, el cómo es pecata minuta. Lo importante es tener excusas para aniquilar de una vez la sanidad pública… o el cultivo del pomelo, igual da. Todo estará justificado con tal de lograr el objetivo de invadir un espacio que ahora es de otros, aunque el precio sea devorar a sus propios hijos. A esto ya lo llaman reconquista.








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